El pasado 27 de marzo se inauguró Identidades Libres: exposición organizada por algunos estudiantes de la carrera de Ciencias del Arte. Esa ocasión tuve la oportunidad, gracias a una amable invitación de los gestores, de pronunciar unas cuantas palabras. Acá la versión recortada de ese discurso:
Cada 8 de marzo, como sabemos, muchas personas festejan más o menos así: regalan a sus novias, esposas o amantes -según-, una flor, unos chocolates y, por si no se sintieran suficientemente halagadas y honradas con estos originales y simpáticos presentes, les pronuncian la siguiente palabra: “¡felicidades!”. Esto, en lugar de alegrarnos, nos debería fastidiar. Los hermanos -o para que las feroces feministas no se enojen, “las hermanas”- del “día de la mujer” son “el día del taco”, “el día del perro”, “el día de la bicicleta”, “el día de muertos”, “el día del maestro”, “el día del médico”, “el día del hombre” y un ridículo etcétera. Una mujer inteligente debería agradecer el gesto (los regalos son siempre bienvenidos) y pedir que se dejen de tonterías. Esos estereotipados obsequios sólo fortalecen una tradición asociada con el cortejo, no con evitar cualquier tipo de discriminación o de promover una lucha en favor de la equidad.
¿Por qué la mujer y el hombre tienen un “día de…”? ¿Nos tenemos que recordar, una vez al año, qué tan importantes somos los seres humanos? El día del hombre pasa sin pena ni gloria. El día de la mujer no. Consagrar un “día de…” a las mujeres tratando de eliminar, entre otras cosas, la discriminación a la que muchas son sujetas, no va a cambiar nada. Necesitamos leyes y, por supuesto, ampliar nuestro pensamiento de género. Veamos: se crean comités de equidad de género sin hombres; se convoca a premios literarios exclusivamente para mujeres; se lucha para que las mujeres tengan autonomía sobre su cuerpo (y aquí, en Aguascalientes, se promueve una vergonzosa campaña “Sí a la vida” donde se interpreta que la religión católica es la que pretende tener la última palabra sobre el aborto). Podría seguir enumerando actividades poco pensadas, pero creo que con lo anterior es suficiente.
Hay muchos aspectos que necesitamos debatir porque, como podemos ver, hay malentendidos que deben ser resueltos. En función del área de conocimiento, tendremos una respuesta al fenómeno. En concreto: ¿Qué tiene que decir el arte o el diseño gráfico ante esto? Identidades Libres es el título de la presente exposición de carteles donde encontraremos, fundamentalmente, una crítica a varias cuestiones: a la mujer que se victimiza (“Perrea Mami” de Veladiz); al macho y a la sumisa (“Violencia de género” de Rocko); al hembrismo (“La paca” de Rincón), por mencionar sólo tres que parten de alguna de las siguientes problemáticas “Virus de Inmunodeficiencia Humana”, “Violencia de Género” y “Discriminación”. Se podría pensar, de entrada, que el planteamiento, por tratarse de temas un tanto sensibles, debería ser solemne. Una parte lo es. Otra se dedica a ver la situación con un poco de humor. Al parecer, no obstante, ambas llegan a un mismo punto: provocar una reflexión.
Celebro el esfuerzo y la dedicación que han sumado tanto los productores como los gestores para lograr que, aunque sea por un par de días, esta exhibición sea una realidad. Cualquier actividad cultural que haya nacido por un grupo de estudiantes merece un montón de aplausos. Sin embargo, me atrevo a señalar tres detalles que, estimo, podrían hacer que este trabajo, a la larga, se tradujera en otra cosa.
Recordemos una obviedad: no siempre serán estudiantes. Vamos a ver quiénes participan y qué es lo que ganan:
1.- Al espacio que alberga la exposición (Casa Muluk) le conviene que se le ubique o que haya gente consumiendo su oferta de alimentos (en caso de que la tenga). Podemos decir que, por tanto, gana algo. Pero este lugar, con obra o sin obra, esencialmente, se dedica a otra cosa. El arte, en este lugar, creo que podemos estar de acuerdo, es un elemento secundario.
2.- Los artistas y diseñadores que comparten sus interpretaciones de los temas del día de hoy, supongo, no recibirán ni un quinto. Muchos de ellos, no obstante, están empezando a hacer pública su labor creativa. De ahí que también ganen algo: currículum, imagen, presencia. Ya se verá, con el tiempo, si llegan a hacerse de un nombre. Necesitarán mucho trabajo. Con todo, esta exposición, como un primer paso, les ayuda a recibir comentarios del público.
3.- ¿Qué tipo de remuneración tienen los organizadores? Esta presentación no puede ser la única actividad de los gestores. Lo deseable es que, entre otras cosas, incidan en políticas culturales que permitan un control de recursos de tal modo que todos se beneficien, económicamente, con un evento.
Me gustaría, para concluir, subrayar que esta exposición sólo por haber sido materializada, es digna de reconocimiento. Les deseo que fomenten, equilibradamente, planeación de actividades culturales con retribución. Mucha suerte y muchas gracias.
Twitter: @jorge_terrones