La crisis de la familia / Un Cuarto Propio - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Por estos días se estará celebrando el día de la familia, qué curioso que este día se haya propuesto tan cerca a la conmemoración de la lucha y la resistencia de las mujeres, en el Día Internacional de la Mujer, fecha que nos rescata como sujetas con poder histórico y político para pensarnos de forma independiente.

Respecto a la familia, la mayoría de instituciones públicas y privadas se han tragado un discurso que como altoparlante no hacen más que repetir sin ton ni son. El punto de este discurso es que representa un callejón sin salida, la forma en que el estado compuesto por todas estas instituciones y la sociedad obligan a las niñas, niños y mujeres a someterse a uno de los espacios de mayor violencia, la familia tradicional.

Para muestra un  botón, por la TV vemos comerciales que promueven la unidad  y la convivencia familiar, nada se habla del autoritarismo y la jerarquización bajo los que se lleva a cabo esa “convivencia”, nadie toca el tema de la forma en que las niñas y niños son ignorados en sus opiniones y comentarios no se habla de la mano de obra gratuita que representan, sin ningún reconocimiento pese a la enorme cantidad de trabajo que realizan. Y cuando hablo de la familia estoy refiriéndome no sólo a las familias de zonas urbanas, también a las de las comunidades rurales.

Aún persiste la creencia de que la familia debe ser dirigida con mano firme, una que castigue y otra que acaricie, un claro patrón del círculo de la violencia en que miles y miles de familias están sumergidas. Cuando se habla de la familia se omite dolosamente el tema de la violencia que dentro de ese espacio se ejerce, sólo se repite ese simpático y tradicional discurso sobre los valores que la componen.

Ese discurso a modo impuesto por los medios de comunicación, los gobiernos, asociaciones, empresas y fielmente adoptado por una buena parte de la sociedad mexicana no ha servido nada más que para la simulación, la falta de democracia, de derechos que se viven además de la familia en todo el país.

La crisis de la familia tradicional se ha agravado por el tema de los derechos humanos, los derechos de las niñas y niños y desde luego los derechos de las mujeres, las familias ya no son como antes; menos mal.

La familia ya no es papá, mamá, hijas e hijos, ya tampoco ése es el modelo tradicional, es más ya no hay un solo modelo dominante, hay muchos tipos de familias pero este discurso tradicional y monótono busca invisibilizar la diversidad de las otras familias.

El conservadurismo siempre es nostálgico, por eso escuchamos frecuentemente hablar de la añoranza con la que se ejercía el poder, nombrado como autoridad. Lo malo es que en toda esta celebración no hay nada que mencione por ejemplo el tema del abuso infantil, los escandalosos y dolorosos niveles de violencia sexual hacia niñas y niños, no hay más que ver la nota roja de algunos diarios locales, día a día, no pasa ninguno en que no surja el caso de un abusador de menores en casa, algún integrante de la propia familia.

Por otro lado el dato duro que señala que cuatro de cada 10 mujeres que mueren en el hogar son muertes causadas por la violencia doméstica. En el día de la familia nadie quiere mencionar estas humillantes cifras, porque la familia tradicional es una simulación del orden social, del supuesto funcionamiento; pero el sol no se tapa con un dedo y la basura bajo la alfombra se desborda, este tipo de familia del que hablan como un nuevo artículo de consumo, no nos sirve como sociedad.


Urge la democratización dentro de las familias, el respeto a las niñas y niños, crear verdaderas relaciones horizontales entre las personas adultas y la niñez, tener disposición a sus cuestionamientos aunque parezcan impertinentes, el alto absoluto a la violencia sexual hacia las niñas y las adolescentes que se legitima desde el discurso de que la familia es un bien privado, las hijas no le pertenecen ni a los padres, ni a los hermanos, ni tíos, etc, ellas tienen el derecho de decir no y de ser respetadas en su dicho.

Se necesita una familia que apueste por las y los jóvenes, por sus grafitis, sus piercings y patinetas, una familia que no haga escarnio de la masculinidad o la feminidad que generación tras generación va cambiando, que deje en total libertad la identidad de sus integrantes.

Acostumbrarnos a que escriban con K o con Z, y eso no hará menos válido su lenguaje ni la necesidad de comunicación que están expresando, necesitamos remover todo el conservadurismo que se ha anclado en el discurso de la familia tradicional porque eso no sirve, porque las familias uniformes, rígidas, disciplinadas son cultivo para la violencia de género.

La familia necesita ser un espacio sin jerarquías, un espacio horizontal, de respeto mutuo, de solidaridad, de paz, un espacio que vuelva a lo comunitario, a la corresponsabilidad, a la libertad, de otra forma seguiremos viendo y viviendo los altos índices de violencia y seguiremos escuchando el desgastado discurso de los “valores familiares” que no han hecho más que devolvernos a ese callejón sin salida que perpetúa la violencia como una forma de organización y supremacía social.

Mi correo: [email protected]


Show Full Content
Previous Constitución, competencia y telecomunicaciones / Enrique F. Pasillas en LJA
Next ¿Es realmente la innovación el futuro del empresario? / Enredos Financieros
Close

NEXT STORY

Close

Se acabaron los permisos excepcionales para artesanos indígenas

20/01/2014
Close