Un Cuarto Propio / Una mujer muy peligrosa, Matilde Montoya - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Hoy conmemoramos el nacimiento de Matilde Petra Montoya Lafragua quien nació el 14 de marzo de 1857, ella fue la primera mujer médica en México. Un largo camino tuvo que recorrer antes de lograr este reconocimiento y desde luego miles, millones de mujeres hoy debemos un reconocimiento especial a esta luchadora, no sólo las médicas, sino el conjunto de mujeres que vamos ocupando lugares, espacios diversos que tradicionalmente han sido masculinos.

El padre de Matilde Montoya no veía la importancia de la educación para su hija, de hecho frecuentemente descalificaba el intento que hacía la madre de Matilde por ir enseñándole poco a poco distintos conocimientos, a los cuatro años esta pequeña niña ya sabía leer y escribir, sin embargo la osadía y el ansia del conocimiento la perseguiría por el resto de su vida, así como el  desapruebo de un importante sector conservador del  México de aquel entonces.

A los 13 años le fue negada la posibilidad de ser profesora, los prejuicios pudieron más que el derecho que tenía, los exámenes que había aprobado no pudieron contra esta ala empeñada en censurar el tesón de esta mujer para incursionar en profesiones exclusivas hasta entonces de los hombres. A los 16 años se recibió como partera y se dedicaba a atender a las mujeres que parían sin la figura de un esposo, los llamados “partos ocultos” actividad que terminó de enardecer al intolerante sector conservador.

Masona y protestante, fueron las acusaciones que le lanzaban estos grupos para quienes Matilde Montoya era un claro peligro, incluso motivaban a la gente a no solicitar sus servicios de partera desaprobando su trabajo. “Impúdica y peligrosa mujer pretende convertirse en médica” ése era el encabezado de aquellos diarios dominados por el conservadurismo que a ultranza buscaba prohibir cualquier actividad de esta “peligrosa mujer”.

Su acercamiento con un sector muy importante de feministas de la época fue clave para que Matilde no cesara en su empeño de ser la primera médica, este sector la apoyaba abiertamente, las publicaciones clandestinas de aquel entonces expresaban las habilidades y conocimientos adquiridos de forma autodidacta hasta entonces era la partera más conocida, al menos en el centro del país. A los 24 años al fin es aceptada en la Escuela Nacional de Medicina.

Sin embargo “debía ser perversa, una mujer que quiere ver cadáveres de hombres desnudos”, decían aquéllos que tanto la persiguieron y que la designaban como “peligrosa”. Al fin la presión de docentes y alumnos alentados por estos grupos externos surtió efecto y rechazaron reconocerla y validar sus estudios cobijados por lo mismo que hoy en día tanto nos critican a las feministas, el uso sexista del lenguaje.

El argumento expuesto era que en la Escuela de San Ildefonso donde cursaba algunas asignaturas el reglamento interno señalaba que sólo los alumnos podían acreditar materias. Decía alumnos y no alumnas, así que Matilde por más que acreditara la geografía, el latín, francés, griego y las matemáticas, el principal inconveniente era que no reconocía a las alumnas, y como siempre las argumentaciones de respetar y apegarse al lenguaje  y a las instituciones terminaban excluyendo a una mujer. Así que eso de que el masculino nos incluye tanto a mujeres como hombres es un mito, porque históricamente como podemos ver nos ha invisibilizado e incluso excluido.

La desesperación de Matilde Montoya la llevó a escribir una carta que hiciera pública al entonces presidente Porfirio Díaz, más forzado que de voluntad giró instrucciones para que atendieran el caso de la futura médica pero al término de sus estudios y una vez arreglado los de San Ildefonso vuelve a toparse con las argucias para censurarla y ante el dominio y la presión de los grupos conservadores se le niega el derecho a incluso solicitar su examen profesional porque los estatutos de la Escuela Nacional de Medicina sólo consideraba alumnos y no alumnas.

Nuevamente es Porfirio Díaz quien a través de un decreto presidencial reforma para mujeres y hombres la posibilidad de estudiar medicina; la Cámara se resguardó a dictar dicha reforma escudándose en que no se encontraba en sesiones, así que la única salida fue el deseo presidencial.


Después de que Matilde Montoya se recibiera como la primera médica de México el comentario y argumento para deslegitimar su profesión fue: que se había recibido por decreto. Ella no volvió a pisar la Escuela Nacional de Medicina, mandó a una amiga a recoger su título profesional. Nunca perteneció a ninguna asociación o academia médica pues éstos eran espacios exclusivos de los hombres, así que hubo una larga historia de obstáculos para que ella fuera integrada a estas figuras.

En cambio fue constante su acercamiento al feminismo y a las feministas que siempre incondicionales le mostraron su apoyo la llevaron a participar activamente en la lucha por los derechos de las mujeres y la participación política en el “Ateneo Mexicano de Mujeres” y más tarde en el periódico feminista Las Hijas de Anáhuac. En 1937 como respuesta al sector que tanto la persiguió y la excluyó de los espacios médicos, funda la Asociación de Médicas Mexicanas.

La médica Matilde Montoya, como dije antes, nos dio un logro muy importante a las mujeres, a todas, puso el dedo en la llaga en varios aspectos que siguen siendo vigentes en la lucha feminista, el lenguaje sexista, la exclusión basada en prejuicios y la memoria histórica que nos nombra como eternas revolucionarias y luchadoras.

Mi correo: [email protected]


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