Hugo Chávez fue un hombre con grandes fallas y defectos, condición que no se puede negar y que sus detractores y enemigos se solazaron en difundir, pero con una gigantesca virtud. Nadie puede negarle las dotes de estadista cuando, en un época tan saturada del pragmatismo de la globalización, supo reconocer las sólidas raíces comunes del pueblo latinoamericano.
A querer o no, y pese a quien pese, el chavismo es una corriente idealista que, precisamente por eso, por no ser meramente material, toma ya una dimensión equiparable a las grandes corrientes de pensamiento que modelan el mundo. Las ideas no mueren. Y prevalecen y se multiplican con la fuerza que le dan quienes creen en ellas.
El idealismo bolivariano, plasmado en tres documentos de Simón Bolívar (“La Carta de Cartagena”, “La Carta de Jamaica” y el “Discurso al Congreso Constituyente de Angostura”, 1812, 1815 y 1819, respectivamente) defendió y promovió aspectos fundamentales para proteger a la naciente cultura mestiza en América de las intromisiones culturales prevalecientes en el siglo XIX. Durante siglo y medio logró permanecer en la mente de muchos en forma de conceptos sociopolíticos como el derecho a la educación pública, gratuita y obligatoria, el evitar la intromisión de “países extranjeros al ideal bolivariano” en las naciones americanas bolivarianas. Fue hasta que, bajo la visión e interpretaciones de Hugo Chávez, bajo un clima cubano-castrista, comenzó a cobrar la forma transcontinental que ahora tiene.
Lo que para el Libertador fue “la dominación económica de las potencias europeas”, con Chávez se transformó en una clara antítesis de los dictados del imperialismo económico que opera a través de la internacional trilateral (grupo Bilderberg, el Consenso de Washington -Banco Mundial, FMI- y Foro Económico Mundial de Davos). Con ese carácter llegó a ser adoptado como eje de la lucha por la emancipación económica -con el necesario aderezo del poder petrolero-, por países de África y Oriente Medio, además de los aliados en el continente Americano.
La Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (Alba) es ya global y cobra sentido unificador con las manifestaciones de solidaridad de más de una docena de países del orbe, que decretaron días de luto nacional por el estadista venezolano. Un nuevo amanecer rebasa las fronteras geográficas para proyectar sus alcances a través de la lógica fundamental de lucha anti imperialista. El sueño de la patria Bolivariana lo hereda ahora todo el orbe con el alba de una economía alternativa.
La avaricia desmedida de los amos del capitalismo salvaje ha exacerbado los ánimos de pueblos, por siglos sometidos mediante la pauperización impuesta por la banca y los monopolios. Por ello, los movimientos sociales –las mareas- fluyen cada vez con más intensidad en Europa y en las propias capitales financieras del trilateralismo impuesto por Nuevo Orden Mundial (NWO). Gracias a la proyección chavista, estos movimientos son herencia del Libertador de América, pero a la vez, son dueños de su propia identidad.
La revolución tecnológica que convirtió al mundo en un pañuelo al dotar a millones con el beneficio de la comunicación compartida –wiki- y con fugas de información clasificada –leaks-, es la que, más allá de Bolívar y Chávez, está despertando las conciencias y construyendo alternativas. Si bien el nuevo mundo será heredero del ideal bolivariano, no puede ser Bolívar ni Chávez, sino único, distinto y colectivo.
El sistema económico mundial se transforma día con día. Ya no con una dirección única de estructura piramidal como la concibió Bolívar, sino multiplicada en redes de manera exponencial, de manera viral. El sistema económico ya no puede seguir siendo monolítico con un solo patrón monetario, de moneda monopolizada por el sistema financiero-bancario, como referencia para todas las transacciones del mundo. Pero tampoco puede soportarse en la disponibilidad de una fuente de energía mal distribuida y no renovable como lo es el petróleo.
La única y verdadera revolución económica que puede transformar al mundo en ese ideal bolivariano de convivencia, cooperación y libertad es aquélla que verdaderamente pueda emanciparse de los conceptos sociales políticos y económicos que fueron válidos hasta el siglo XX. Los herederos de este amanecer habrán de crear nuevos paradigmas. Y los nuevos paradigmas se vislumbran en las redes de comunicación que ya abarcan todo el mundo.
El nuevo sistema económico desembarazado del NWO, es también nuevo en lo político y social, que prioriza tanto la sustentabilidad medioambiental como la equidad en todas sus vertientes. Se alimenta con fuentes de energía diversa, renovable y de fácil acceso según cada biorregión. Comercia e intercambia con un referente propio de moneda independiente de la banca como emisora única. Sustituye integralmente el concepto de financiamiento, hasta ahora bancarizado, por el de crédito, concepto que proviene de credere en latín, creer, confiar en el otro. Es un sistema donde el trabajo es el referente de valor por excelencia, no tasable como cualquier mercancía y donde el territorio es la unidad básica en donde se comparte identidad biológica de forma libremente disponible para todo aquél que mora allí. El nuevo sistema económico es aquél donde el bienestar del otro es la prioridad de todos para asegurar la armonía y el progreso propio.
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