Lo primero que debe quedar claro a la hora de decidir si Les Mis es la película para ustedes, es que se trata de un musical, así de sencillo. Ahora, si a usted no le gustan los musicales, le aseguro que no va a disfrutar de esta experiencia por más de moda que esté la cinta, ni por más curiosidad que tenga de ver a Wolverine cantar, y lo más seguro es que se pase dos horas de agonía absoluta.
Por otro lado, si a usted le agradan las películas que incluyen números musicales, permítanme aclararles que esta obra del director Tom Hooper —ganador del Oscar por El discurso del Rey— no se trata de uno de esos musicales a los que nos tiene acostumbrados Disney, o como aquéllos que marcaron época en los 60, en los que justo en medio de una conversación, de pronto el protagonista empezaba a cantar y todos a su alrededor se unían a la coreografía bailando y cantando, para retomar la historia tras el numerito.
Este film más bien está basado — en su mayor parte— en los espectáculos de Broadway, en los que no hay un solo diálogo, y toda la historia está contada canción tras canción, con la única diferencia de que aquí no hay bailes ni números espectaculares en los que se luzca la escenografía, los vestuarios y, por supuesto, los bailarines.
En Los Miserables Hooper utiliza los elementos fílmicos que tiene a la mano para mantener un ambiente opresivo y deprimente; tal vez con razón, pues en la cinta se narra la historia de los desprotegidos de la tierra, los humildes, los que sufren… los miserables pues. Pero a los que vamos al cine nos gustaría también que hubiera un elemento de glamour, de luz, finalmente se trata de una producción de Hollywood ¿o no?
La trama cuenta, más o menos, la célebre historia de la autoría de Víctor Hugo. En el París de 1815 conocemos a Jean Valjean el día de su liberación tras una condena de 19 años por haber robado un pan que evitaría la muerte por inanición de su sobrino. Al mismo tiempo se nos presenta Javert, un guardia de prisión que promete tener para siempre la mirada puesta en Jean por si alguna vez viola su libertad condicional.
Como ratón asustado, temeroso de su misma sombra y perdido un mundo que ya no le es familiar y que, a la vez, no quiere tener nada que ver con él, Valjean termina convirtiéndose en el pillo que todos piensan que es, sólo para ser redimido y serle otorgada una segunda oportunidad.
Años después Valjean ha enmendado su camino y es ahora un hombre próspero que tiene a su cargo a mucha gente, pero el fantasma de su pasado regresa a cazarlo, provocando —sin querer— la desgracia de nuestra protagonista, Fantine, quien termina por poner en las manos de Valjean su más preciado tesoro.
Más años pasan, ahora estamos en 1832 al borde de la fallida revuelta de ese año en París. Valjean tiene una hermosa hija de 18 años, Cosette, ella se ha enamorado del joven revolucionario Marius y es correspondida. Ese amor, la situación política del país y el pasado de Valjean están a punto de colisionar, con la inminente promesa de consecuencias funestas para todos.
Es indudable que el trabajo de Hooper con la cámara intentó explotar al máximo los sentimientos de la audiencia para lograr una fuerte identificación con el filme, ya fuera con sus apretados close ups a los protagonistas durante sus interpretaciones más dramáticas —valga decir que todos ellos fueron filmados cantando en vivo para maximizar el efecto—, o con sus imparables movimientos durante el desarrollo de las escenas. Lo cierto es que, cuando menos para mí, esta conexión fue completamente fallida, pues aunque admito que el trabajo final resultó hermoso —visualmente— no consiguió mover más fibras en mí que las necesarias para admitir que fue un buen trabajo.
Cabe señalar que considero que fue un gran acierto escoger a un elenco que se reconociera por su actuación y no por su voz pues eso le dio realismo a la película. Mención especial creo que merecen la interpretación de Anne Hathaway de I had a dream, que fue espectacular; el trabajo completo de Hugh Jackman que lleva todo el peso de la obra en sus hombros, así como la participación, pequeña pero de ésas que roba cámara, del jovencísimo actor Daniel Huttlestone, quien personificó a Gavroche, un elemento importante de los revolucionarios.
Mucho se especuló sobre la selección de Russell Crowe como Javert, sin embargo, no creo que haya hecho un mal trabajo, aunque creo que es el que menos logra una reacción —buena o mala— por parte de la audiencia. Sin embargo, debo confesar que para quienes admiramos a Maximus Decimus Meridius —el Gladiador— fue difícil verlo convertido en este triste hombre de mediana edad, mediana complexión y mediana voz.
Productor Bevan, Eric Fellner, Debra Hayward y Cameron Mackintosh; director: Tom Hooper; guión: William Nicholson, Alain Boublil, Claude-Michel Schönberg y Herbert Kretzmer; basados en la novela de Víctor Hugo y el musical del mismo nombre; música: Claude-Michel Schönberg; Letra: Herbert Kretzmer; fotografía: Danny Cohen; Edición: Melanie Ann Oliver y Chris Dickens; elenco: Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Amanda Seyfried, Eddie Redmayne, Samantha Barks, Helena Bonham Carter y Sacha Baron Cohen; duración 2 horas 37 minutos.