Al fallecer un personaje de la cultura o espectáculo, por lo regular se hace un trabajo de investigación con el fin de reconocer su labor y trayectoria artística, y como un humilde homenaje escribiré aquí sobre estas dos grandes personalidades.
El primer actor Joaquín Cordero (1926-2013) era poblano de origen; su vocación de actor no fue instantánea, primero tuvo la intención de ser sacerdote, sin embargo abandonó la carrera clerical para dedicarse a la jurisprudencia aunque finalmente se consagró a la actuación. Su interés por ser parte del gremio artístico inició en la industria fílmica pero el teatro también fue de su agrado; fue en 1949 cuando incursionó en este arte con la obra Llega un inspector, del escritor británico John Boynton Priestley, bajo la dirección de C. Gorostiza en el Teatro Latino; siete años después volvió a las tablas con La jaula de oro, de Roberts y Goff, en el Teatro Fábregas. Una de las obras ligeras en las que también participó fue Boeing Boeing, de Marc Camoletti, estrenada en 1963; por cierto, esa obra fue presentada el año pasado en Aguascalientes con artistas de televisión (principalmente).
Cordero hizo su debut como director en 1971 con Habitación 233 y le siguieron ¡Estos jóvenes de ahora! De Paso en 1972 en el Teatro de la Ciudadela. Fue mayor su incursión en cine, sin embargo dejó una huella grande en el escenario teatral. (Otras obras de Joaquín Cordero: Vamos a contar mentiras, de Paso, estr. 1962, dir. J. Landeta, teatr. Chopin; ¿Conoce usted a su mujer?, de Paso, estr. 1963, dir. R.Banquells, teat. Insurgentes; Celos del aire, de López Rubio, restr. 1964, dir. X. Rojas, teatr. Chopin y La criada malcriada, de Veber, estr. 1965, dir. F.Córtes, teat. 29 dic#.
Hablar de la primera actriz Carmen Montejo (1925-2013), es contar más de 70 años en teatro pues comenzó en los años 30 y duró hasta principios del 2000. Muy joven inició en el teatro, primero en Cuba, su país de origen siendo una niña. Participó en una compañía de teatro infantil con las obras La Cenicienta y A Belén voy (1936), después incursionó en la Compañía Pro Arte Musical de La Habana con Mi abuelita la pobre (1937); en su etapa juvenil incursionó en la Compañía de Teatro Universitario de La Habana actuando en el montaje Ifigenia en Auride (1940).
En 1946 hizo su debut en el teatro mexicano con La casa de Bernarda de Alba, de Federico García Lorca, en su papel de Adela, al lado de Virginia Fábregas, presentada en el Palacio de Bellas Artes. Como actriz trabajó con reconocidos directores como Xavier Rojas en ¿Quién teme a Virginia Woolf?, y Fernando Wagner con Felicidad. Entre todos sus premios, fue nominada como mejor actriz por Los Efectos de los Rayos Gamma sobre las Caléndulas, asimismo en Las Troyanas y en Los zorros.
Demostró también su versatilidad en la dirección escénica en obras como Mujeres, El Señor Presidente, Adorables Enemigas y Tres Mujeres Altas. Justo con esta última obra estuvo en 1998 en Aguascalientes, acompañada de dos grandes actrices, Blanca Sánchez e Irela de Villers, bajo la dirección de Sandra Félix; se anunciaba el programa de mano como “Artistas por la República” y en esa ocasión me tocó presenciar su soberbia actuación que ocasionó que el público permaneciera de pie por más de un minuto, ya que se anunciaba el retiro de doña Carmen Montejo; de esta manera sus seguidores le rindieron un homenaje con un gran aplauso#. También incursionó como escritora de Mujeres calumniadas (1955), y hay una anécdota, que el día del estreno se prohibió la función en la ciudad de México ya que la obra se consideraba inmoral por la exaltación del lesbianismo; primero se estrenó en Puebla y debido al éxito, tuvo temporada en la ciudad de México. Sus últimas participaciones fueron: Yo madre, yo hija y Los monólogos de la vagina#.
Entre los reconocimientos que Carmen Montejo recibió con motivo de 67 años de vida artística, estuvo el Homenaje Nacional “Una vida para el Arte” en el Palacio de las Bellas Artes; en el 2005 fue nuevamente homenajeada por la Sociedad General de Escritores de México, la Asociación Nacional de Actores y la Asociación Nacional de Intérpretes. Otros reconocimientos que recibió fueron la Estrella de Plata, el ACE de Nueva York, el Globo de Plata en Argentina, las llaves de las ciudades de Nueva York, Dallas y Los Ángeles, y el galardón a Mejor Actriz de América, en Perú. En el 2008, al recoger uno de sus premios hizo referencia a la muerte: “Yo siempre sueño a un charro mexicano acompañado por una mulata cubana. Yo digo que tuve la suerte de tener papá y mamá, porque tengo a Cuba y a México. Y el día que yo ya no esté con ustedes, quiero que en mi ataúd se pongan las banderas de México y Cuba”#.
Descansen en paz estas dos enormes figuras de los escenarios iberoamericanos.