Hybris, arrogante salto al vacío / Opciones y decisiones - LJA Aguascalientes
23/11/2024

 

Aún no han llegado los “Idus de marzo” de 2013 y ya han ocurrido dos eventos que habrán de marcar hitos históricos, de diversa magnitud: la renuncia al Pontificado del Papa Benedicto XVI en Roma 20/02-20 hrs., y la aprehensión judicial de la Mtra. Elba Esther Gordillo Morales, 26/02-circa 19 hrs., Presidenta –vitalicia– del SNTE, en México. Los “Idus de marzo” en el calendario Romano correspondían al día 15 de marzo, que se repetía en los 15 de mayo, julio y octubre que eran días tenidos como de buenos augurios, (para el resto de los meses del año, tales fechas auspiciosas caían en los días 13).

La fecha es famosa porque Julio César fue asesinado en el idus de marzo del año 44 a.C. Según el escritor griego Plutarco, César había sido advertido del peligro, pero había desestimado la advertencia: Lo que es más extraordinario aún es que un vidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado, Julio César encontró al vidente y riendo le dijo: “Los idus de marzo ya han llegado”; a lo que el vidente contestó compasivamente: “Sí, pero aún no han acabado”. Plutarco.

Ese punto ciego, sobreconfiado por el orgullo personal fincado en una posición de poder incuestionable, hace que el protagonista colabore a su propia defenestración o estrepitosa caída, que el Griego antiguo acuñó en la palabra: “hibris” o “hybris”, (ὕϐρις = hyúbris), para significar  “desmesura”; orgullo o arrogancia; que en Literatura y Términos Críticos Literarios –de la Tragedia Griega- designa exceso de ambición u orgullo que, en última instancia, causa la ruina del propio transgresor (Collins English Dictionary, 2003).

Profundizando en su significado, hybris indica una pérdida de contacto con la realidad, o también una sobreestimación de las propias competencias o capacidades; cosa que especialmente sucede cuando la persona que la exhibe, lo hace desde una posición de poder (Fuente:  http://en.wikipedia.org/wiki/Hubris ).

Para el pensador Aristóteles, la hybris consistía en causar vergüenza a la víctima, por la sola gratificación personal del agresor; creyendo que el maltrato del otro redundaría en patentar la ostensible superioridad o exaltación del causante. Siguiendo este mismo trazo de significación, cabe la connotación aplicable a aquellas acciones para avergonzar o humillar a la víctima, y que causan placer o gratificación al abusador, traído al plano de una dominante vinculación sexual.

El uso moderno de la palabra hybris denota un orgullo superconfiado y arrogancia. También se asocia a la falta de humildad, aunque no necesariamente de conocimiento. De manera que, el sentido pleno del término implica el riesgo inminente que se cierne sobre el arrogante, ya sea de sufrimiento o castigo, derivado de su propia actitud.

Existe una cita bíblica clave en el libro de Los Proverbios, 16, v.18 que dice: “La arrogancia precede a la ruina, el espíritu altivo a la caída”. Sentencia sapiencial que traduce de perfecta manera el sentido contemporáneo de este concepto. En donde, los comportamientos que son asociados a la hybris corresponden a una actitud soberbia que ciega a la persona, o bien le hace actuar alocada o tontamente, contra todo sentido común. De lo cual se infiere que es “un orgullo que precede a una caída”.

Prototipo de este sentido moderno de la palabra, lo ha plasmado el historiador Ian Kershaw en su biografía de Adolf Hitler, editada en dos volúmenes: el primero, “Hubris” (Nueva York, 1998) que describe los primeros años de vida y su ascenso al poder; y el segundo, “Nemesis” (N.Y. 2000) sobre su papel en la Segunda Guerra Mundial, que concluye con su caída y suicidio en 1945. Un clásico del teatro que personifica a la hybris es el emblemático Doctor Fausto que firma un pacto con el Diablo, y se aferra en mantener su intransigencia hasta la muerte y la condenación, habiendo podido fácilmente arrepentirse.


La ilación lógica entre la hybris y la estridente caída de Elba Esther Gordillo es evidente. Una lideresa que tras 24 años de ejercer el poder máximo dentro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, protagonizó la ruptura histórica con el PRI del que era un corporativo histórico y fundamental a nivel organizacional; para luego aliarse al partido de la expectativa en la transición política, el PAN, bajo dos presidentes de la República; y crear un partido propio, el Panal, para vender en la escena política el poder de su propia marca; no sin crear internamente a su sindicato tensiones pro-izquierdistas disidentes o pro-ahijar odios acérrimos hacia su cúpula de poder. Tan repetidas historias de aplastante “éxito” en su avasalladora actitud, ya fuera hacia presidentes de la República o hacia poderes fácticos del bloque en el poder, le crearon una visión de punto ciego que le impidió ver la inminencia de su derrumbe como figura pública.

Su obstinada posición menospreciativa o socarronamente beligerante hacia contenidos centrales de la Reforma Educativa, recién promulgada por el presidente Enrique Peña Nieto, la fueron orillando a su propio precipicio; pero, parecía no tomar nota de ese gran óbice que estaba construyendo contra políticas públicas explícitas del gobierno en turno. La arrogancia que precedió a su ruina, le impidió sospechar que, la materia fiscal de sus decisiones financieras –de las que hacía gala con ostensible desparpajo-, era de la más alta prioridad para el sigilo y un escrupulosísimo manejo fino por sus agentes financieros e intermediarios. Pero, no fue así, continuó usos y prácticas supuestamente fundadas en su autopercepción como intocable.

Un presidente más un gabinete multifacético y en alguna medida nobel, no le merecieron mayor sentido estratégico y táctico de sus acciones. Le latió que, marcando un fuerte taconazo al piso, bastaba para poner a todos en su lugar. Se lo jugó a su suerte y ésta le anticipó unas turbulentas idus de marzo. Dice el proverbio: “el espíritu altivo precede a la caída”. Sabiduría de ayer y de hoy.

En alto contraste, el ahora Joseph Ratzinger, Papa Emérito, anticipó con aguda visión histórica, el ocaso de su propia vida, soy un peregrino que entra a la etapa última de su peregrinación por la Tierra. Al próximo Papa, que está entre ustedes, le prometo mi reverencia y mi obediencia. Con humildad, declinó su excepcional orgullo intelectual germánico, ante las evidencias de la edad avanzada. Y se ganó el paso a la Historia, sin decirlo se hizo el Siervo de los siervos de Dios.


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