Carta de denuncia por el maltrato ejercido por la policía antinarcóticos del aeropuerto de Santiago de Chile - LJA Aguascalientes
24/11/2024

 

 

Soy mexicana, actualmente con el grado de investigador, y candidata a Doctor por la Universidad de Sevilla en el Programa de Didáctica y organización de instituciones educativas. Radico en Aguascalientes con mi familia, vivo de forma comprometida y responsable hacia ellos y hacia mi comunidad generando empleos e infraestructura productiva.

El día 31 de enero me encontraba en Santiago de Chile, el motivo de mi viaje fue para presentar mi Tesina del doctorado en el que me encuentro inscrita, este programa en particular tiene un Convenio con la Universidad Autónoma de Chile, se establece que la defensa de la tesina se realiza en dicha Sede.

A las 12:30 pm me encontraba en la sala 11 esperando abordar el avión que me traería a mi querido México. La policía del aeropuerto de SC solicita a Aeroméxico que me voceen.

Al escuchar mi nombre y la solicitud de que me presente en el mostrador de abordaje, inmediatamente lo hice. Al llegar ahí me estaba esperando un policía alto que se acredita como tal y muestra su placa. Me preguntó de forma insistente que si soy Norma Patricia Ramírez Reyes. Yo insistí que sí, me pidió que le mostrara mi pasaporte y el pase de abordar. Lo hice y pregunté que si había algún problema y él me respondió que era un procedimiento de rutina y que yo había salido al azar para hacer dicha revisión. Y comenzó a cuestionarme:

 

  • Razón del motivo del viaje
  • Cuántas maletas traía
  • Qué traía en mis maletas
  • Dónde estaban mis joyas
  • Que si compré muchos regalos
  • En cuál hotel me había hospedado
  • A qué me dedicaba en México.
  • Qué lugares había conocido en Santiago
  • Con quién me había visto en Santiago
  • Que si volvería a regresar

A cada respuesta que yo daba él las repetía con tono sarcástico e incrédulo; y en la última pregunta me recalcó “claro que volverías a regresar, claro que lo harás”. Y volví a preguntarle que sí había pasado algo. Entonces me respondió que no, pero que era necesario confirmar que en mi maleta sólo venía mi ropa y que la revisarían. “Necesitas acompañarme para revisar todas tus cosas”. Yo no me opuse, porque no tenía nada que ocultar.

Caminando hacia la oficina de la policía siguió preguntando que a qué me dedicaba en México. Y que si yo vivía en el DF. Y respondí a sus cuestionamientos. Volví a insistir que qué era lo que estaba pasando. Enseguida contestó: “soy de la policía antinarcóticos; en México producen drogas, luego las distribuyen a todos los países. Yo necesito saber si tú viniste a eso a Chile, por eso voy a revisar todas tus cosas”. Tomó su celular, marcó algún número y preguntó “¿cuál es el tema aquí?” y le respondieron “un reporte de mariguana”. Mi reacción fue un shock, miedo, confusión, sin embargo me controlé y enseguida entramos a la oficina, y me volvió a preguntar que en dónde vivía y le respondí que en Aguascalientes. Se paró a un lado de mí y me miraba fijamente a mis ojos. Y me cuestionó que si era grande la ciudad y le respondí que tenía 1 millón de habitantes y él continuó diciendo “entonces todos se conocen”- mencioné que sí. Y comenzó a repetir “pueblo chico, infierno grande” y ahora en tono fuerte, inclinándose hacia mí y de forma sarcástica “infierno grande, infierno grande” Y siguió diciendo: “en México acaban de matar a un conjunto de músicos y luego los metieron a una olla; ¿lo sabías?”. No, respondí, a lo que el policía dijo “Ah, ¿no sabes? A ver, ¿qué grupo compite con los zetas?”. “No lo sé”. Y él continuó: “tú lo sabes. Dime, ¿por qué matan gente y la echan a una olla?”. Le dije que no lo sabía. “¿No sabes? Está lleno de zetas en un pueblo que colinda con Texas, dime cómo se llama, tú lo tienes que saber. Ahí hay mucho tráfico de drogas. En Aguascalientes venden drogas, ¿no?, Ahí la gente consume drogas. ¿Cuál droga se vende más, cuáles drogas venden? lo tienes que saber”. Yo no le respondí.


“Voy a revisar tus cosas, ya solicitamos tu maleta; por favor saca todo lo que traes en tus bolsas, dame tu computadora; ¿para qué la trajiste?, ¿para pasar tus fotos?, ¿ya las bajaste?”. Y mientras yo sacaba todas mis cosas, él seguía presionándome que cómo no sabía que en una ciudad que colinda con Texas, que en México habían matado a una banda de músicos y que los habían metido a una olla… ¿que cómo que no lo sabía? Él se burlaba de mis respuestas, siempre con sarcasmos, incredulidad. “¿No sabes? ¡Jajaja!”.

Siempre me sentí amenazada, presionada, insultada, jamás escuchó mis respuestas. Lo que realmente quería era encontrar algo que me incriminara.

Y luego comenzó a revisar todo. Sacudió varias veces mi computadora portátil, la encendió, revisó mi cámara fotográfica, vio mis fotos. Y continuaba su interrogatorio con burlas, en voz alta y prepotente, que dónde había comprado los regalos que traía, y que dónde estaban mis joyas.

Y seguía sacudiendo todas mis pertenencias. Cuando llegó la maleta, también llegaron otros dos policías a observar.

Me hizo sacar todo y revisó la maleta hasta el último hueco. Abrió las bolsas de mis cosméticos, de mis artículos de limpieza, mis zapatos. Sacudió mi ropa. Y él continuaba con sus comentarios. Los otros policías sólo observaban y uno de éstos dijo: “bueno, ya guarda tus cosas, rápido o vas a perder el avión, no traes nada. Ya rápido”. Mientas que el primer policía se fue unos momentos y volvió con una hoja que decía que me habían revisado mis cosas bajo mi autorización y me pidió que la firmara. Dijo: “fírmala, ya te puedes ir”. La leí, la firmé temblando, muy confundida. Ya sin tiempo, ni oportunidad de preguntar: ¿por qué todo esto?, ¿para qué?

Uno de los policías que llegaron con mi maleta me acompañó a mi avión. Siempre diciendo con su tono prepotente: rápido, rápido o vas a perder el avión.

Gracias a Dios ya llegué a mi país, a mi casa y puedo abrazar a mis hijas.

Siento tristeza, dolor, coraje, confusión. México es un país grandioso y su gente lo somos también. Luchamos, trabajamos, educamos a nuestros niños y jóvenes porque tenemos fe, certeza y esperanza en el futuro. Con responsabilidad y compromiso aportamos soluciones a las situaciones que se presentan en nuestra comunidad. Buscamos oportunidades de trabajo honesto y las damos cuando es posible ayudar a otros.

Salimos a otros países por los mismos motivos: trabajo, comercio lícito, descanso, estudio. No para hacer daño, no a delinquir. Las medidas de seguridad en el aeropuerto de Santiago de Chile necesitan ser revisadas y a aquellos ciudadanos que tenemos razones legítimas para viajar que se nos dé un trato digno y cálido como el que nosotros ofrecemos a extranjeros.

 

Norma Patricia Ramírez Reyes

Lic. en Mercadotecnia por la UAA

Maestra en Educación por la UNID

Investigadora – DEA por la U. de Sevilla (España)

[email protected]


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