Mantequilla Extra / Lo imposible… no, por favor - LJA Aguascalientes
15/11/2024

La segunda película del director español Juan Antonio Bayona, Lo imposible, está producida con el firme objetivo de causar la mayor congoja posible a los espectadores. Es un filme muy bien hecho, sobre todo en cuanto a la producción de imágenes digitales, el diseño de audio y la edición en su conjunto, es increíble la estupenda forma en la que Bayona logra recrear la violencia desbordada de la naturaleza en forma de Tsunami y la ferocidad con la que el agua atacó todo lo que se interpuso en su camino. Igual de espectacular resulta la manera en que nos muestra las consecuencias del desastre, lo que quedó después de que el mar regresó a su lecho y las repercusiones tanto a nivel local como global.

Lo que me molestó de esta cinta es el manipuleo de emociones, ya que el director utilizó cuanto recurso técnico tuvo a la mano -ultra acercamientos, cámara al hombro, contrapicados, movimientos circulares, manejo de silencios y volumen alto en el sonido, niños llorando, por citar algunos- para remover los sentimientos de su audiencia hasta límites que llegan a ser incómodos.

Lo imposible resulta particularmente difícil de ver para quienes han tenido un hijo, pues, al igual que sucedió en El Orfanato, no es el terror de las circunstancias lo que llega al fondo del ser, sino la angustia de ver reflejado en pantalla el mayor miedo que uno tiene desde que se convierte en madre -o padre-, ver a los hijos sufriendo y estar impotente ante el hecho.

El largometraje inicia en el avión de llegada a Tailandia en donde conocemos a la familia Bennett -Hennry y María, los padres, así como Lucas de 10 años, Tomas de ocho y Simon de cinco- los vemos convivir y comportarse de la misma forma que cualquier otra familia similar. Abajo, el mar, esperaba viéndose calmado e inocente. Tras un breve periodo de calma, el 26 de diciembre de 2004, “algo” comienza a derribar una palmera tras otra, vemos reflejado en la superficie de una ventana de cristal cómo una ola de 30 metros de altura los ataca con toda la fuerza de la naturaleza embravecida… y luego, nada… un par de segundos de pantalla negra y silencio -Bayona es experto en el arte de exacerbar los sentimientos usando hasta los más sencillos recursos-, luego el infierno se desata en la pantalla mientras vemos cómo el agua remolca a María y a Lucas usándolos como proyectiles disparados en contra de cualquier cosa que se atraviese, al tiempo que usa cualquier objeto posible como proyectil en contra de ellos.

Finalmente, vuelve la calma y se despierta la solidaridad humana de los lugareños, aunque en la película se hace muy poco hincapié en este factor, María y Lucas son trasladados a un hospital.

Finalmente, encontramos Henry y a los chicos, su experiencia ha sido distinta, aunque parecida, pues se encontraron muy pronto tras el desastre, ahora su labor es reunirse con el resto de la familia.

El guión de este film -escrito por la María real- no tiene gran mérito, pues no habla de una historia de supervivencia, ni de sobreponerse a las adversidades, ni de actos extraordinarios, relata la historia de una familia que corrió con muchísima suerte, pero que no realizó ninguna acción excepcional, más allá de mantenerse con vida una vez que la tragedia impactó.

Lo que sí tiene un valor supremo, son las actuaciones de los tres protagonistas: Naomi Watts, quien de manera sencilla y sin grandes aspavientos interpretó a la sufrida madre, obligada a ser valiente, a mantenerse firme ante la idea de haber perdido a sus bebés, cuando el dolor físico de sus heridas se hace insoportable; y al mismo tiempo, dejar ver cierta vulnerabilidad. Ewan McGregor como el padre que se desgarra entre el deseo de proteger a sus hijos y la imperiosa necesidad de encontrar al resto de su familia. Pero principalmente el trabajo del joven Tom Holland como Lucas, un jovencito que pasa de ser un niño voluntarioso a un muchacho cabal, que literalmente carga sobre sus hombros la responsabilidad de cuidar a su madre, de crecerse ante la situación y actuar cuando es necesario. Creo que estamos viendo el nacimiento de una verdadera estrella.

Lo imposible es un largometraje duro, no apto para todo el mundo, así que tomen sus precauciones y si van a acudir a verla, no olviden hidratarse bien, les hará falta.


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Productor: Belén Atienza, Álvaro Augustín, Enrique López-Lavigne y Ghislan Barrois; director: J. A. Bayona; guión: Sergio G. Sánchez, basado en la historia de María Belon; fotografía: Óscar Faura; edición: Elena Ruiz y Bernat Vilaplana; música: Fernando Velázquez; elenco: Naomi Watts, Ewan McGregor, Tom Holland, Samuel Joslin, Oaklee Pendergast, Marta Etura, Sönke Möhring y Geraldine Chaplin.


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