“Como sale un suspiro de los labios de los desdichados, así se me sale México a cada instante del pensamiento y de la pluma.” Tal era el amor de José Martí por nuestra Patria expresado al mexicano Manuel Mercado, a quien llamaba “Mi hermano muy querido -el más querido”.#
Pero a la Patria que amaba más que nada era a Nuestra América, la Madre América, que necesita “Una gran confederación de los pueblos de la América Latina…”#
José Martí luchó por la independencia de su Patria, pero también, como lo asentó en su testamento político,# por “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.”
Y esto no lo dijo Martí como expresión romántica sino con absoluta conciencia política, pues sabía que ningún país de América Latina que alcanzara su independencia en forma aislada podría sostenerla de manera permanente, ya que a la larga volvería a caer en las garras del imperio por las buenas o por las malas.
Martí murió en el intento en 1895, pero su ejemplo hizo escuela en el continente.
México siguió sus pasos con la Revolución de 1910 y durante varios decenios el río Bravo fue el muro de contención del imperio, especialmente durante el gobierno nacionalista de Lázaro Cárdenas con su reforma agraria y su expropiación petrolera, admiradas por todos los pueblos hermanos.
Lamentablemente los mexicanos no supimos involucrar a los demás países latinoamericanos en la lucha por la liberación y ocurrió lo que temía Martí: permitimos que llegaran al poder quienes han destruido lo mejor de la herencia revolucionaria hasta convertirnos en una colonia más del imperio. El mejor ejemplo para los aguascalentenses es nuestro ferrocarril, venoclisis por cuyas arterias vemos pasar las riquezas del país que el imperio estadounidense nos sigue saqueando.
Pero la antorcha de la dignidad volvió a las manos cubanas el 1 de enero de 1959, cuando las fuerzas comandadas por el compañero Fidel Castro expulsaron de La Habana al dictador impuesto por Estados Unidos.
El tiburón y sus sardinas amaestradas expulsaron a Cuba de la OEA, pero Carlos Puebla cantó con Fidel: “con OEA y sin OEA ya ganamos la pelea”, porque medio siglo después, la que está agonizando, sin Cuba, es la OEA.
Solitaria, como su estrella, Cuba mantuvo en alto la antorcha de la dignidad de Nuestra América. Pero también se dieron algunos chispazos de dignidad por el continente, fortaleciendo las raíces del futuro; así surgió el Grupo de Contadora (isla panameña) que en 1983 contribuyó a la pacificación de Centroamérica en contra de la voluntad de Estados Unidos; en 1994 surgió el Mercosur (Mercado Común del Sur); en 2001 la Caricom (Comunidad del Caribe); en 2008 la Unasur (Unión de Naciones del Sur) y, finalmente, la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en 2010; todo esto, gracias a que cada vez más pueblos hermanos, con valor y decisión admirables, están llevando al poder a gobernantes defensores de sus intereses, dispuestos a sacudirse el yugo del imperio; ¡es urgente que pronto nos decidamos nosotros!
El caso es que en ninguno de estos importantes organismos tiene participación alguna el imperio estadounidense, porque tus dignos herederos, José Martí, impidieron “a tiempo con la independencia de Cuba que se… [extendieran] por las Antillas los Estados Unidos y [cayeran], con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.”
Hoy, precisamente, se está desarrollando la Segunda Cumbre de la CELAC en Santiago de Chile, a la que asistieron no sólo 32 miembros, sino también otros tantos países europeos que no quieren quedarse sin obtener los beneficios de una buena relación con nuestra región, que es una de las más ricas de la Tierra con sus 20 millones de kilómetros cuadrados y sus 600 millones de habitantes.
Hermanos latinoamericanos: contribuyamos al esfuerzo que otros pueblos hermanos están realizando para que florezca en toda nuestra región la justicia social que no supimos llevar a buen fin. No nos quedemos al margen, ni permitamos que malos gobernantes desvirtúen ese noble propósito.
¡Viva Cuba, primer territorio libre de América!
¡Y hagamos realidad el sueño de Martí, consolidando nuestra soberanía con la “gran confederación de los pueblos de la América Latina”!
Muchas gracias.
Aguascalientes, México, América Latina
* Palabras en el aniversario del natalicio de José Martí organizado por el Comité Estatal de Solidaridad con Cuba.