Dádivas contra la pobreza / Vicente Pérez Almanza en LJA - LJA Aguascalientes
23/11/2024

 

 

En un país de casi 120 millones de habitantes se dice, que el 25 por ciento de las personas sufre de “pobreza alimenticia”, esto quiere decir que hay quienes no tienen siquiera los recursos mínimos necesarios para llevar alimento básico a sus hogares en cada día, aunado a esto la situación se vuelve crítica, cuando este porcentaje de la población se combina con los más de 50 millones de mexicanos que además viven en condiciones de pobreza económica y educativa.

Esos números son representativos del México de verdad, del que no sale en los spots televisivos, ni en los mensajes de cambio, mucho menos son las personas que los gobiernos quisieran que aparecieran como la imagen representativa de sus políticas públicas y/o de sus administraciones “de progreso”.

“Es una condición lacerante que nos cuesta reconocer como país en pleno siglo XXI, uno de cada cuatro mexicanos enfrenta algún grado de carencia alimentaria”, eso dijo el Presidente Peña Nieto al presentar la famosa Cruzada Nacional Contra el Hambre, misma que, lamento decirlo, tiene más aspectos cuestionables que respuestas favorables. Para empezar no muestra la manera de atacar las causas del hambre, sino que al más puro estilo de antaño, paternalista, se posiciona como un programa clientelar y temo se convierta en un instrumento político que obviamente será utilizado con fines de ganar votos.

El hambre y la desnutrición en México aumentaron de manera considerable en sólo dos años, ya que en 2008 de personas con este problema ascendía a los 23 millones y para 2010 esta cifra subió a 28 millones, hoy son casi 30 millones los individuos en estas condiciones.

Durante años se aumentó el presupuesto para combatir las carencias alimentarias, sin embargo los recursos eran mal aplicados o simplemente desaparecidos y en el mejor de los casos el dinero se destinó a paliar las consecuencias y no las causas de la marginación. No basta con dar dinero sino que hay que generar buenas condiciones de vida entre los mexicanos. Eso es lo difícil de entender para los gobernantes y funcionarios encargados de administrar los recursos.

La Cruzada Nacional Contra el Hambre es al momento una de las primeras decisiones tomadas por Peña Nieto, donde se pretende atender a 7.4 millones de mexicanos, aplicada en los 400 municipios con mayor índice de pobreza y marginación en el país, en números hablamos de menos de la cuarta parte de las personas reconocidas de manera oficial con este problema. Se indicó que la Secretaría de Desarrollo Social deberá ampliar sus esfuerzos para cubrir de mejor manera con las expectativas de este programa.

La Cruzada tiene varios objetivos: combatir el hambre a través de programas alimentarios; atacar la desnutrición infantil, aumentar la producción agrícola y el ingreso de los campesinos. También pretende mejorar el sistema de distribución de alimentos. El programa está contemplado que funcione durante seis años.


Lo malo de todo este tipo de programas “novedosos y de buena voluntad” es que siempre se dicen los “qué”, pero pocas veces se explican y se dan a conocer los “cómo”, por lo cual el lugar a dudas siempre existe y aumenta en medida que pasa el tiempo y los resultados no llegan, como ha ocurrido en sexenios anteriores.

La Cruzada Nacional Contra el Hambre y la pobreza, entonces nace con dudas al respecto de sus verdaderas intenciones, de su alcance social y real. En verdad y por el bien de las personas que así lo esperan, deseo que no sea un programa de repartición de migajas donde los de siempre, los amigos, son los que se llevan las tajadas más grandes del pastel y los pobres, los que realmente lo necesitan, tan sólo reciben una colección de buenas intenciones y el eterno fastidio de ser abatidos por la excesiva burocracia que también suelen tener estos programas.

A todo lo anterior, de la manera más sincera, espero que al hablar de combatir la pobreza y el hambre no estén pensando en volver a aplicar las tarjetas de dinero electrónico en tiendas de conveniencia con todos y sus 500 pesos cargados o las MONEX, las cuales por cierto ya se mencionó por parte del IFE que sí fueron utilizadas por la Coalición “Compromiso por México” que encabezaba el PRI en contubernio con el Verde Ecologista y que tanto se cansaron de negar.

Varios miles de tarjetas prepagadas que fueron repartidas a representantes de casillas, a los compinches  que consiguieron votos y también a quienes “vendieron” el suyo por el PRI. No lo digo yo, el IFE lo resolvió, aunque como era de esperarse ahora se declara incompetente para proceder en consecuencia. Las tarjetas con dinero existieron y se usaron, quizá ésa fue la primera acción en contra del hambre y la pobreza, tan sólo hay que recordarle a Peña Nieto y a sus funcionarios que el problema de marginación se combate día a día con mejores condiciones, mejores empleos, sueldos más justos y servicios de mejor calidad así como impuestos menos asfixiantes, no con tarjetas de 500 pesos una vez cada seis años.

Llegará el momento de escuchar informes al respecto, se habla de 7.4 millones de personas que deberán ser beneficiadas, espero al final del día no escuchar que se repartieron 7.4 millones de despensas para combatir la profunda pobreza que vive nuestro país o 7.4 millones de tarjetas de prepago. Eso sería ridículo.


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