El cambio político en nuestro país también incluye el cambio en la forma como los partidos políticos eligen a sus candidatos, en este caso, los candidatos presidenciales; en general, los partidos políticos han realizado acciones para designar a sus candidatos, no todos con la misma eficacia y tampoco han podido perfeccionar el método y el sistema. En cada ocasión los consejos políticos deliberan sobre el método y el procedimiento que utilizarán, indicador que nos dice que en sus estatutos no han podido llegar al establecimiento de un procedimiento probado que les abra con claridad el camino para elegir ya, de manera permanente, a sus candidatos.
Una característica importante que se toma en cuenta para el proceso selectivo del candidato presidencial es el indicador de “popularidad” de los personajes; en ésta podemos resumir varios elementos que están integrados: el grado de conocimiento que la gente tiene del político, la imagen de eficiencia o ineficiencia en su desempeño de gobierno, la habilidad para explicar el desarrollo del país y la resolución de problemas, y la permanente presencia en el ánimo de la sociedad apoyado, por supuesto, en los medios de comunicación.
De ahí que las carreras por las candidaturas no comienzan con el registro de aspirantes en la fecha determinada por la convocatoria del partido político; sino que están, por lo general, latentes desde que ostentan algún cargo público y, además y necesariamente, cuentan con la visión política del futuro y de sus posibilidades personales.
En este sentido, hace que esos políticos “hagan su trabajo” pensando en que “pueden llegar a ser”, lo cual no sólo es indispensable sino razonablemente justificado para generar un doble resultado: hacer bien su trabajo en el puesto ostentado y prepararse eficientemente en su desarrollo para poder construir una posible candidatura. Sobra dar ejemplos, que son varios, tanto a nivel nacional como a nivel de nuestro estado de Aguascalientes, y que, como método de trabajo político, aunque que no estemos de acuerdo con alguno de ellos, han logrado buenos resultados.
Es así que en el caso de los aspirantes, panistas hasta hace algunas semanas, se han manifestado públicamente estar actuando en este camino; el punto delicado es que lo hacen hasta ahora, cuando ya otros aspirantes presidenciales van adelantados en el camino y han llegado a niveles de popularidad altos que contrasta con el bajo perfil que tienen los panistas.
Es la primera ocasión que secretarios de estado expresan sus intenciones de aspirar a la candidatura presidencial de su partido; evidentemente lo hacen con el consentimiento y la estrategia del presidente de la república, Felipe Calderón, quien también en este campo innova en las formas de hacer política (valga decir, que a estas alturas de popularidad, el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, sigue utilizando la vieja práctica del tapadismo priista y evita sistemáticamente en su discurso político aceptar que sí aspira a la candidatura presidencial de su partido).
Son cuatro secretarios de estado los que estuvieron en la búsqueda de la candidatura: Javier Lozano –quien en esta semana declinó su aspiración siendo el que más habilidades de manejo político tiene, mas no de aceptación partidista-, Alonso Lujambio, Ernesto Cordero, y Heriberto Félix –quien aparecía más bien forzado a estar en el grupo-. Lo notable en el caso de Cordero es que como perfil profesional en su campo de trabajo se ha mostrado siempre eficiente, no obstante que como perfil de conectividad con la gente para ejercer un liderazgo le faltaría más desarrollo.
El presidente Calderón estuvo abriendo espacios a los cuatro al acompañarlos en eventos propios de sus dependencias de trabajo; sin embargo, no faltó quien dijera que el aspirante del presidente era Cordero, circunstancia que en los posibles resultados se ha observado poco probable.
En el campo de los legisladores panistas encontramos sólo a dos: el senador Santiago Creel, que fue el primero en hacer pública su aspiración, y la diputada Josefina Vázquez Mota, que tardó un poco más en tomar una posición pública. El primero con la experiencia frustrada de hace seis años y teniendo más contacto con los panistas, inició con altas preferencias; la segunda con importante experiencia en la administración pública federal se mostró con timidez, y, consecuentemente, sus seguidores han ido de menos a más, hasta llegar al parejo en las preferencias con el primero.
La imagen de Creel en su desempeño político no es muy buena; teniendo el apoyo del presidente Vicente Fox hace seis años e inicialmente buena aceptación en su partido, fue perdiendo la primera posición hasta quedar después del ganador: Felipe Calderón. Ya como senador inicia como coordinador de la bancada panista y, por una razón u otra, no logra hacer equipo tanto con todos los senadores –incluidos los del presidente- ni con el presidente de la república y, finalmente, pierde la coordinación. Sus planteamientos de política y gobierno mantuvieron la sombra de su paso por la Secretaría de gobernación, en que los asuntos fuertes del gobierno, como el nuevo aeropuerto, no los pudo dejar en buena situación.
La imagen de Vázquez Mota es de solidez y seriedad política; su timidez le está planteando un reto que debe superar para poder llegar animadamente con la gente para poder atraerla. Tendría la panista, parece ser, la imagen alternativa para las candidaturas presidenciales que ya están a la vista, camino que deberá recorrer construyendo primero su ventaja sobre Creel.
¿Cuál es la apreciación que podemos tener en este momento? Que Josefina Vázquez Mota tiene más probabilidades de competencia con el priista y los dos perredistas que Santiago Creel. Sin embargo, tendrá que hacer casi un milagro para poder llegar lo más pronto posible a los niveles de popularidad alcanzados por los opositores.