- El gran problema que enfrenta el cine mexicano está principalmente en la distribución y exhibición
Victoria Guzmán
Como consumidores de obras cinematográficas, no es difícil darse cuenta que la industria fílmica de nuestro país pasa por momentos muy difíciles, pues basta hacer un examen sencillo al acudir a algún gran complejo de cines para notar que dentro de la cartelera semanal, pocas veces encontramos una película de manufactura nacional, impensable encontrar un filme producido enteramente por creadores locales.
Aprovechando la presencia del realizador mexicano, Jaime Ruiz, quien actualmente se encuentra en la entidad promocionando su opera prima “La Mitad del Mundo”, ya en cartelera, fue imprescindible conocer de primera mano el panorama al que se enfrentaban los creadores de cine nacional, sobre todo con el antecedente bien conocido por todos, que el levantar un proyecto cinematográfico se convierte en una odisea difícil de superar para quienes se dedican a esta empresa en nuestro país.
Ante el cuestionamiento, el director de cine, explicó que la producción fílmica en México visiblemente denota que no se encuentra en bonanza, pues basta con contar las películas que se están produciendo a nivel nacional, cifra que muy apenas alcanza alrededor de 20 películas anuales apoyadas con subsidio y otras 20 con presupuestos privados, añadiendo al respecto que lejos están los tiempos en los que el cine mexicano producía el glorioso número 120 producciones anuales, hecho del que pronosticó que será difícil regresar a esos añorados tiempos mozos para la cinematografía, por el gran monstruo y monopolio de la industria hollywoodense, con productos que si bien los calificó como sosos, compilan la mezcla mercadológica precisa para posicionarlos en películas taquilleras, filmes que las mayoría de las veces son para el fácil consumo del espectador, pero que lo sucumben a ser un mero receptor pasivo, llevando netamente mensajes gratuitos.
Sobre esto agregó que aunque estos proyectos fílmicos tienen una buena calidad, las temáticas abordadas de fácil consumo, han ido poco a poco desarraigando de su cultura al mexicano y mientras que los realizadores nacionales presentan temáticas de más contenido social, el ya basto trayecto recorrido por el cine estadounidense, algunas veces rezaga del gusto de los espectadores lo que en nuestro país se produce, ante esto, las distribuidoras de México y complejos cinematográficos tienen que llegar a los acuerdos empresariales que les representen ganancias financieras, decidiéndose así por poner, distribuir y mercantilizar la película que les represente más rentabilidad e ingreso en las taquillas.
“Porque los exhibidores tienen ciertos compromisos pactados con esta industria porque prefieren poner una película de estreno que saben que va a ser taquillera por decirte como un Harry Potter, entonces llegan al acuerdo de incluir esta y otras diez películas, entonces hay como ciertos compromisos pactados, cuando tienes una película mexicana que no tiene este potencial de difusión y que sales con pocas copias, pues lo único que te puede ofrecer el distribuidor es ponerte en un horario no tan accesible para el público o muy limitado entonces pareciera que esto es una competencia desleal”.
La mitad del mundo
Sobre su película, explicó que la pudo realizar por el presupuesto con el que fue beneficiado al ser el ganador de la séptima emisión del concurso de operas primas al que convoca a participar anualmente a los egresados del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aunque reiteró que la distribución fue en su momento el gran problema al que se tuvo que enfrentar su película, pues al tratar de buscar la empresa que fungiera como el canal de exhibición y difusión, el producto final que representaba su filme no terminaba por convencer a las empresas dedicadas a esta función que en el ámbito de lograr su encomienda buscan filmes de fácil digestión para los espectadores.
“No es una historia fácil, no es una historia complaciente, a veces como que se detienen y quisieran otra película tipo “El Estudiante” que es una película “Blanca” para ciertos distribuidores y quisieran este tipo de películas inocentes que el planteamiento es muy básico, quisieran que no hubiera violencia, que no reflejaras realmente lo que sucede y que tuvieras al público a gusto, viendo una película que no sea tan trascendental, entonces la única distribuidora que se animó a distribuir nuestra película fue CADERITA films con pocas copias porque no había un presupuesto para hacer más copias y tratar de colocarlas en los cines y en los circuitos donde la gente pudiera acercarse”.
Y es que aunque el producto final es de reconocida calidad, por los bajos presupuestos y pocos intereses de exhibición, la película tiene que ser distribuida rotatoria y eventualmente en pocos complejos cinematográficos, lugares en los que desafortunadamente la duración que permanece en cartelera es apenas de una semana como mucho, distante del caso de los grandes filmes estadounidenses.
No pueden dejarla menos de una semana, porque si la hubieran sacado de cartelera en la primer semana como muchas salas en provincia lo están haciendo, no estarían cumpliendo con la ley de operas primas que exige dos semanas de exhibición, es decir que en México el cine nacional se cumple a medias la ley, aquí en provincia no les importó pues la sacan a la primer semana de estarse proyectando. Pero entonces en los circuitos en provincia tienen la limitante de que es una sola copia para varios cines, pero les dan horario un poco castigados, entonces afecta a la película porque no se conoce.
Festejó que el costo de producción de una película ha disminuido considerablemente, pues en la actualidad las herramientas tecnológicas ya están al alcance de todos, ya que se puede hacer cine en formatos digitales con rentas relativamente económicas del equipo para grabación, además de que se cuenta con la comodidad de editar los proyectos desde una computadora, pero refirió que ahora el gran conflicto no es tanto producir como lo era hace algunos años, sino: “El gran problema que enfrenta el cine mexicano está principalmente en la distribución y exhibición”.
“Ya todos pueden producir su película y puedes producir películas como las hace Nicolás Pereira, que es un caso excepcional de la filmografía mexicana, es un buen cineasta porque tiene mucha visión, pero también te puede suceder como realizador que tienes la herramientas pero no sabes como usarlas, existe la otra parte de la producción de que se quiere filmar con un reparto en específico, en un número exacto de semanas, en ciertas locaciones, provincia o lugares no tan accesibles, ahí también se empieza a complicar la producción y ahí es donde deben entrar los apoyos, pues entre más compleja sea tu producción, vas a requerir más presupuesto y también es donde se requieren los apoyos del gobierno”.