Sí, están de moda los desbalances fiscales de los gobiernos estatales. En las últimas semanas, Jalisco y Chiapas nos han aportado evidencia de ello.
Antes de empezar a discutir detalles, me permito hacer una declaración de principios: lo anterior no es culpa de las facultades políticas atribuidas a las entidades federativas y municipios (descentralización) durante finales de los 80 y principios de los 90, estos desbalances son culpa de malos funcionarios, malos gobernantes y ciudadanos cómplices. Tienen nombre y apellido.
En los últimos días, la Secretaría de Hacienda se pronunció por una mayor responsabilidad hacendaria y por una negativa a rescatar a los Estados endeudados. Lo que nos indica que el problema ya es de agenda pública nacional
Hagamos retrospectiva. El pasado 10 de enero del presente año, el Gobierno del Estado de Jalisco solicitó una apertura de crédito por más de 3 mil millones de pesos. De lo cual, el lunes el Congreso aprobó alrededor de 2 mil 400 millones. Todo esto a pesar de la situación de incumplimiento de pago por mil 400 millones en la que entró el pasado 21 de diciembre.
Por otro lado, el sábado se efectuó una protesta en Tuxtla Gutiérrez (Chiapas) contra el pago de la tenencia vehicular y la deuda pública contraída en administraciones pasadas. Como ven, la cosa no es menor. Malos manejos fiscales, redundan en conflictividades que muchas veces no tienen razón de ser pero que expresan una inconformidad ciudadana. ¿Por qué no tienen razón de ser?
Es erróneo reclamar que se elimine el Impuesto a la Tenencia de Vehículos. No encuentro un instrumento de captación de recursos tributarios más equitativo que éste. Especialmente ante la desigualdad que nos aqueja como nación. Más bien, hemos caído en el juego retórico-electorero. La reflexión de los políticos es fácil de descifrar: si la clase media y alta es la que vota, por qué no hacer discursos y políticas que los beneficien; entonces, eliminemos el Impuesto a la Tenencia (hace un par de años también en Aguascalientes se promovió esto).
El anterior argumento no tiene justificación de ninguna índole. Representa solamente una pérdida de ingresos que hasta la fecha varias entidades imploran tener (de acuerdo con diversas investigaciones, alrededor de 400 mil millones de pesos).
Una de las características más deseables de los impuestos, es que éstos deben ser equitativos; es decir, que se trate a todos por igual, y que pague más el que tenga mayor capacidad adquisitiva de hacerlo (lo que se le conoce como progresividad). A partir de ahí, la literatura de la descentralización fiscal señala que la mejor forma de generar ingresos propios reside en cobrar impuestos que afecten directamente al patrimonio y la riqueza de las personas. Bueno, el Impuesto a la Tenencia cumple con ese principio no sólo desde el lado teórico, también desde el empírico. Como se muestra en la gráfica, en México, los hogares que gastan en la adquisición de un vehículo de uso particular son en su mayoría los hogares que se encuentran, dentro de la distribución de ingresos, en la parte más alta (deciles VIII, IX y X); ergo, son los que ganan más y por ende mayor capacidad adquisitiva tienen.
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Gráfico. Gasto en adquisición de vehículos de uso particular por deciles de ingreso
Fuente: elaboración propia con base en la ENIGH (INEGI, 2010).
En definitiva, es factible cobrar este impuesto. Esto siempre y cuando los recursos sean responsablemente utilizados para la mejora del bienestar de “toda” la población.
Desafortunadamente, todo lo anterior se derrumba sin voluntad política. Como dice el titular de la OCDE, José Ángel Gurría, “la política política va antes de la política económica” (El Economista, 13 de enero 2013). Efectivamente, mientras no contemos con mejores políticos y mejores gobernantes, seguiremos padeciendo gobiernos irresponsables e inequitativos. Repito, no es culpa de la descentralización…
twitter: @ruelas_ignacio