Diabaly, Malí. 14 de enero de 2013. A pesar de los incesantes ataques aéreos franceses, los insurgentes musulmanes derrotan a las tropas malienses. Pronto los gritos de Allahu Akbar –Dios es grande, en árabe- se escuchan por doquier cuando las banderas negras del Islam radical son izadas por todo el poblado. La lucha ha sido corta pero brutal. Mientras tanto, en París el nervioso ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, reconoce que los islamistas han logrado avances inesperados y que Francia se enfrentaba a un enemigo más feroz de lo esperado.
La escena arriba descrita se relaciona con el presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar al amable lector por qué Francia ha decidido intervenir en su antigua colonia, Malí, y por qué se podría convertir en el “Afganistán” francés.
En marzo de 2012, un grupo de militares derrocó al presidente de Malí, Amadou Toumani Touré. La rebelión estaba compuesta por dos facciones: el Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad –formado en su mayoría por los nómadas tuaregs- y el grupo extremistas islámico Ansar Dine –“los seguidores de la fe”- . Sin embargo, la alianza fue efímera, pues los fundamentalistas musulmanes –con la ayuda de combatientes provenientes de Afganistán y Pakistán- hicieron a un lado a los tuaregs e implantaron en la zona boreal del país su versión extrema de la ley islámica –la sharia-.
A principios del año en curso, los yihadistas –guerrilleros islámicos- comenzaron a avanzar desde el norte de Malí con rumbo a la capital, Bamako. La ofensiva de los integristas musulmanes prendió los focos rojos en París por lo siguiente: Francia tiene objetivos económicos y estratégicos en Malí; el temor de que el Sahel –una región climática y geográfica que se extiende desde el Océano Atlántico hasta el Mar Rojo- se convierta en guarida para Al-Qaeda; la posible radicalización de la población musulmana en Francia –principalmente argelinos, marroquíes y tunecinos-, lo cual devendría en ataques terroristas.
Por lo tanto, François Hollande, seducido quizás por el canto de las sirenas entonado por la Unión Americana, decidió ir a la guerra. La ofensiva en Malí y una fracasada operación de rescate en Somalia –dos comandos franceses y el rehén resultaron abatidas- hicieron revivir las glorias militares de Luis XIV y Napoleón Bonaparte en las febriles mentes de los galos.
Por ejemplo, el estratega anglo-luxemburgués, François Heisbourg, afirmó eufórico: “Hollande ha demostrado que puede decidir en cuestiones de guerra y paz, lo cual en el sistema francés, como en el sistema estadounidense, es muy importante” (The New York Times, 13/01/2013).
Sin embargo, algunos observadores han dicho que la intervención francesa en Malí no será un paseo dominical por los Campos Elíseos. Varios asesores del mandatario galo describieron a los yihadistas como equipados con fusiles de asalto AK-47 –los célebres cuernos de chivo-, baterías antiaéreas y misiles antitanque Milán. Además, Rudy Atallah, antiguo asesor en política de contraterrorismo en África del Pentágono declaró: “Los guerrilleros han convertido esos poblados en una trampa letal. Si una fuerza de intervención se dirige hacia allí, los militantes la convertirán en una guerra de guerrillas”.
¿Por qué estos “expertos” se sorprenden, si varios de los miembros de Ansar Dine pelearon contra los anglo-americanos en Afganistán e Irak y los tuaregs combatieron a favor de la dictadura de Muamar el Gadafi en Libia?
Quizá la única manera en la cual Francia pueda evitar repetir las debacles padecidas en México, en el siglo XIX, Indochina y Argelia, en el siglo XX, y Afganistán, en la presente centuria, se la ofrezca la “africanización”. Es decir, el rápido despliegue de una fuerza africana compuesta por tropas provenientes de Burkina Faso, Nigeria, Níger, Senegal y Togo, la cual recibiría el apoyo logístico y de inteligencia por parte de los Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido.
Aquí cabría mencionar que Al Jazeera –la cadena de televisión vía satélite en árabe- ha sido una de las pocas voces discordantes, pues, desde el año 2011, preguntaba si una insurgencia, contenida dentro del Sahel, realmente sería contraria a los intereses occidentales 1
Con el pretexto de combatir al Islam radical, ¿Habrá François Hollande convertido a Francia en la punta de lanza del Africom, el comando militar estadounidense responsable de las operaciones militares en relación con las 53 naciones africanas?
Eso, el tiempo lo dirá.
Aide-Mémoire- Hugo Chávez, incluso convaleciente, no deja de fastidiar a la Unión Americana.
1.- Libya and the Sahel´s nightmare scenario http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2011/09/2011921142949286466.html (Consulta 14/01/2013)
* Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.