Una nota de la BBC de Londres de la semana pasada, acerca de una nueva clase de petróleo me llamó la atención. Se trata de un petróleo llamado esquisto. El nombre se deriva de las rocas llamadas esquisto, caracterizadas por la presencia de minerales laminares como el talco, la clorita, el grafito, etc. No se trata de una nueva fuente de petróleo nunca descubierta, al contrario, desde el siglo XIX se ha explotado este recurso. El gas y el petróleo de esquisto son combustibles que se extraen de suelos formados por este tipo de roca. El aceite de esquisto (o petróleo) contiene menos cantidad de azufre que el petróleo convencional y se usa fundamentalmente en procesos industriales, para la refinería y en producción de asfalto especial, generalmente. Y la extracción de este aceite o petróleo, y el gas así obtenido, implican no sólo un costo mayor en la extracción y refinación que el petróleo normal, sino que el impacto ambiental es mucho mayor. Se ha vuelto a esta extracción como una búsqueda alternativa al problema energético del mundo y a la apuesta, de que tarde o temprano, el petróleo convencional se habrá de agotar. Y a partir del alza en los precios de crudo, fue que esta fuente energética se comenzó a explotar de manera masiva. Países como China, Polonia, Argentina y Estados Unidos, han volteado a esta opción para producir fuentes energéticas. En estados Unidos la obtención del “gas pizarra”, proveniente de las rocas esquistos, ha ganado una gran infraestructura y una diversidad creciente. Sin embargo, la explotación de esta fuente de energía contiene altos impactos ambientales, tantos, que en el Reino Unido se había prohibido este tipo de explotación en el 2011. (Aunque ahora, por presiones de carácter económico, se volvió a autorizar temporalmente hasta realizar mayores estudios de impacto ambiental). El Shale oil (Petróleo esquisto) y el Shale gas (Gas pizarra) se explotan incluso en nuestro país. La ventaja es que es una fuente de energía alternativa, pero no está del todo claro que efectos secundarios tengan las extracciones. Suecia, Polonia y Austria, son países con yacimientos de esquisto según un informe del año pasado dado a conocer en noviembre por la Comunidad Europea. Se supone que la extracción puede causar, como efectos negativos, la contaminación del agua y la posibilidad de provocar movimientos telúricos. Por este hecho, aunque en los países europeos se ha permitido la prospección para identificar este tipo de yacimientos, no se ha dado luz verde a la explotación.
La cantidad de energía fósil que se consume mundialmente es prácticamente un tema de Ciencia Ficción, por los números astronómicos que engendra, y no hay manera de que en un futuro medio se pueda garantizar el abasto de este tipo de energía para el consumo masivo que tiene a nivel mundial. Prácticamente el mundo funciona a base de estos combustibles. Así que buscar fuentes alternativas de energía es una prioridad a nivel internacional. ¿Qué pasaría si no hubiera el petróleo suficiente para abastecer la demanda mundial? Es simple: todo se colapsaría. Entraríamos en una crisis completa que vendría a desmembrar el concepto de civilización que ahora tenemos. Las fuentes alternativas de energía renovable que actualmente poseemos no son suficientes para el abastecimiento mundial que nos permitiría mantener el estilo de vida que llevamos. La energía solar, la energía eólica (del viento), la energía hidroeléctrica, la energía nuclear, la energía geotérmica y el combustible de biomasa (“Biomasa” define casi cualquier residuo vegetal, desperdicio de madera, desperdicio agrícola y de vertedero de basura, así como también determinados cultivos que se utilizan como combustible. Un ejemplo de esto es el combustible automotriz fabricado a partir del maíz y la caña de azúcar), no son soluciones reales para el futuro de la humanidad en cuanto a la cantidad de energía que se requerirá para mantener nuestro estilo de vida. La búsqueda de fuentes alternativas de energía, y de fuentes energéticas renovables continúa alrededor de los países industrializados del mundo, pero hasta que encontremos una solución viable para poder producir a la inmensa cantidad de energía que necesitamos para el estilo de vida que nos hemos impuesto los humanos, tendremos un futuro que se vislumbra como un tiempo de limitaciones. De seguir así las cosas, llegará el momento en que la humanidad necesitaremos ajustarnos a un nuevo estilo de vida más austero en términos energéticos. Lo cual no es alarmista ni descabellado. Y posiblemente no sea del todo malo. Pues la falta de energía nos llevará a ensayar sobre nuevas conductas sociales y una diferente aproximación al medio ambiente. La tendencia apunta a que tendremos que aprender o descubrir cómo usar la energía derivada del sol en nuestro Beneficio. Ya sea con la implementación en el espacio de instrumentos de captación directa de las fuerzas solares que se puedan retransmitir a la Tierra, o con la depuración de la tecnología que nos permita aumentar el rendimiento y aprovechamiento de las energías calorífica y lumínica del sol. Mientras no contaminemos el planeta, nuestro hábitat, siempre tendremos la opción de modificar nuestra conducta y modos de vida para adaptarnos a una situación de austeridad energética. Lo único que no podemos permitir, en que en el proceso de la adquisición de energía dañemos, envenenando al planeta que nos da sustento. Apostamos a la adaptación más que a la tecnología.