Los últimos días los disparos de los arcabuces de los enemigos del nuevo cambio que viene encabezando el Partido Revolucionario Institucional se han recrudecido; se han valido de las marchas que originalmente nacen en los jóvenes y que tenían una finalidad democrática, para manipularlas y focalizarlas en lo más obtuso que puede existir en una democracia, como puede ser el #anti; los ataques en las redes sociales han aumentado, y no nos referimos al hecho de imágenes burlescas o de sátira, eso es hasta cierto punto normal, sino a los boletines falsos, las noticias irreales, las fotografías manipuladas, los comentarios fuera de contexto y en general el uso irresponsable de la red. Frente a todas las campañas negras, no propositivas y sobre todo frente a las falsas promesas, esta columna vuelve a abrir un espacio para reflexionar sobre el porqué de las convicciones de su autor.
Sí al PRI, porque es el único partido que, como ya lo sostuve en otra entrega, ha emergido de sus cenizas, cuando todos lo creían muerto resucitó con nuevos bríos y nuevas formas de entender su origen y sobretodo su futuro. Por eso es claro: no se volverá a antiguos pasados, no se retomará viejos modelos que no fueron útiles; que nadie se equivoque, no se trata de un nuevo dinosaurio sino de un ave Fénix.
Sí al PRI, porque el no retorno al pasado no significa rechazarlo, implica asumir sus errores, retomar sus aciertos y enfrentar sus futuros. Porque el cimiente de todo este México moderno nace desde y en el ayer; las instituciones más sólidas que hoy nos gobiernan tienen sus orígenes en grandes estadistas priístas, en hombres y nombres que hoy forman parte de la nomenclatura urbana.
Sí al PRI, porque no sólo es un candidato, no sólo es un partido, es la suma de ciudadanos, principios e instituciones que nacieron en la revolución, se gestaron en y con el estado moderno mexicano y se consolidan en el presente y en el futuro mediato. Es sus ciudadanos: aglutinados en sus sectores tradicionales (obrero, popular y campesino) en las organizaciones que se suman a él (empresariales, de mujeres, jóvenes, militares en retiro). Es sus principios: popular, democrático, progresista e incluyente, comprometido con las ideas de la revolución y la socialdemócrata. Es sus instituciones: comités seccionales, asambleas, consejos políticos, comités directivos, Fundación Colosio, Instituto de Capacitación y Desarrollo Político, etc.
Sí al PRI, porque es el único partido que ha insistido en las propuestas, no sólo en sus documentos básicos, en su plataforma electoral, día a día el candidato Enrique Peña Nieto y el andamiaje que sostiene al partido, comprometemos ideas, acciones concretas ante notario público, declaraciones como el Manifiesto por una presidencia democrática y en general los principios que enarbolamos.
Sí al PRI, porque al contrario de otros partidos, comprende que en sus filas ha habido malos gobernantes, malos priístas, malos elementos; sobre ellos todo el peso de la ley, que respondan por sus actos, ellos deben de saber que tarde o temprano el yugo de la justicia caerá sobre ellos. A pesar de estos malos elementos, son muchos más los gobiernos legítimos y aceptados que salen a relucir, que en sus pueblos encuentran la razón de ser y que por ellos logran nuevos retos y fortalezas.
Sí al PRI, porque en Aguascalientes ha poco menos de dos años el cambio ha significado nuevas formas y horizontes para su sociedad, los ejemplos ya se pueden enumerar: nuevo Campus Sur de la UAA, apoyo a la prepa oriente de la misma institución, nuevas plantas industriales que en el corto y largo plazo significan empleos decentes para sus ciudadanos, estabilidad para todo el estado, y un largo etcétera.
Sí al PRI, porque el partido de derecha no supo consolidar su victoria, se perdió entre un sexenio de ignominia y burla y otro de muerte y degradación, aquel hizo del dicho fácil la mofa de todo un planeta; éste, de las balas y la muerte de cientos de miles de mexicanos, la forma de legitimar una victoria que en su momento fue cuestionada.
Sí al PRI, porque la mal llamada izquierda mexicana se ha perdido entre absurdos retornos históricos que pretenden emular en sus presidencias ficticias batallas y conflictos ideológicos no sólo superados, sino que jamás deben volver a nuestro presente; porque en su desprecio a las instituciones se gesta el germen del final del gobierno; porque en su totalitarismo tropicalizado lo mismo le da la verdad que la mentira.
Sí al PRI, porque somos millones de ciudadanos los que avalaremos una sola propuesta, tanto a la presidencia de la República como al Congreso de la Unión, nuestro voto es el mismo: por un México mejor.