2013 / Vale al Paraíso - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 Mario Granados Roldán

Y el mundo no se acabó. Aquí seguimos con las narices frías y las manos heladas. Atrás quedó el ir y venir a mercados y centros comerciales atiborrados de mujeres y hombres preocupados por la interminable lista de compras y la escasa lana en el bolsillo.

Sobrevivimos al puente Guadalupe Reyes con sus brindis, comidas, posadas, Navidad, intercambio de regalos, Año Nuevo, alcoholímetro trabajando horas extras, la llegada de los Reyes Magos, los socorridos abrazos fraternales y la interminable resaca.

En los anales de nuestra historia queda el 2012.

Hace unos días empezamos a escribir la versión 2013 con la tinta de los buenos propósitos en el papel de los mejores deseos y las renovadas promesas para cambiar nocivas actitudes, tan añejas como personalísimas, empezando por asumir el papel de rehenes del ayer y del mañana, nunca del ahora, como si fuéramos fieles adoradores de Jano, el dios de la mitología romana que tenía dos caras mirando hacia ambos lados de su perfil para cuidar pasado y futuro.

En 2005, el prestigiado periodista norteamericano Walter Isaacson publicó una nueva biografía de Benjamín Franklin, donde recuerda que el prócer norteamericano, a sus 79 años, seguía escribiendo con riqueza y sabiduría de “la perfección moral” compuesta de 13 virtudes: templanza, silencio, orden, resolución, frugalidad, productividad, sinceridad, justicia, moderación, limpieza, tranquilidad, humildad y castidad.

Debo bien suponer que la inmensa mayoría estará de acuerdo con el sabio listado, haciendo a un lado el último punto (la dificilísima castidad), para construir una melódica vida terrenal.

Obviamente, la recomendación del padre fundador de Estados Unidos será posible acatarla en la medida que cada uno de nosotros tengamos a la mano la personal radiografía para conocer defectos y virtudes (también debilidades y fortalezas), que nos permitan corregir fracasos y consolidar éxitos para capitalizar derrotas, paladear triunfos, cultivar bienestar interior, sembrar amor y repartir generosidad que permitan enfrentar al desasosiego, el odio y la avaricia.

El mejor ejemplo es nuestro ejemplo, es el mejor legado para dinastía. A los hijos y nietos hay que amarlos más que a nuestra propia vida, hay que expresárselos con palabras y caricias, demostrárselos con interés hacia sus cosas, entregárselos con una afinada convivencia de calidad, obsequiárselos con valores morales y cuidados físicos: las atenciones de la niñez son los bastones de la edad adulta.


Amemos intensamente. Disfrutemos la sexualidad con la pareja querida. Desterremos conceptos erróneos. Estrenemos partitura. Ciñámonos al do, re, mí de la confianza, imaginación, diversión, placer e interés mutuo. Mandemos al bote de la basura el viejo y ocioso dilema: calidad o cantidad, como si el amor y su intensidad pudieran, en desastroso solfeo, desmarcarse el compás y la pronunciación de las notas.

Académicos norteamericanos e ingleses encontraron que la frecuente actividad sexual produce, desde el punto de vista emocional y psicológico, los mismos niveles de felicidad que un sustancioso aumento salarial, dibuja caras de satisfacción, sube niveles de inmunidad, disminuye los riesgos de cáncer de mama y próstata, combate el estrés y quema las calorías que los amorosos dispongan en un apasionado encuentro.

La felicidad parte de nosotros, no viene de la entrañas de la Tierra ni cae de la nube donde andaba. Al levantarnos Vale al Paraíso recordar cada mañana: “la vida es única e irrepetible”.

Que haya buena salud, lo demás vendrá por añadidura: son mis mejores deseos para 2013.

Porque alguien tiene que escribirlo: Y quienes ya vienen disfrutando la dichosa felicidad material, son cada uno de los 128 senadores que recibieron muy anticipadamente la visita del Niño Dios, al entregárseles un cuarto de millón de pesos para comprar un automóvil que viene a sumarse al salario mensual neto (libre de impuestos) de 121 mil 700 20 pesos (4 mil pesos diarios), seguro de vida institucional equivalente a 40 meses de dieta bruta (4.8 millones de pesos), seguro de gastos médicos mayores similar a mil 500 salarios mínimos generales del Distrito Federal (93 mil 500 pesos al año, incluye cónyuge e hijos menores de 25 años), gratificación de fin de año correspondiente a 40 días de salario para comprar algunos tamalitos el Día de la Candelaria y alguna otra ocurrencia presupuestal que desconozca el amado pueblo.

Desde el lejano septiembre del año pasado, los legisladores Martín Orozco Sandoval, Fernando Herrera Ávila y Miguel Romo Medina están pendientes de darnos el remojo.

Enhorabuena a los tres representantes populares por el flamante estreno y al generoso contribuyente que erogó 32 millones de pesos por la reluciente comprita.

Aunque, en el país de hueso sin carne, la realidad lacerante es otra: México aumentó su nivel de indigencia en 10 años (2002-2010), al pasar su población en pobreza extrema de 12.6 por ciento a 13.3 por ciento, según las cifras más recientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la CEPAL.

Contrariamente, la misma región redujo 11 puntos, en promedio, su población menesterosa.

Así es la vida de dispareja.

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