Todos a una / Ciudadanía Económica - LJA Aguascalientes
21/11/2024

 

El 5 de noviembre de 1605 la policía londinense descubrió un complot para asesinar al rey protestante James I de Inglaterra durante la inauguración de las sesiones del Parlamento. Se encontró a Guy (alias Guido) Fawkes a punto de encender la mecha que haría explotar una gran cantidad de barriles de pólvora que fueron acumulados por el grupo conspirador de católicos ingleses bajo la plaza de Westminster. El juicio público que se siguió contra los conspiradores -los cuales fueron condenados a muerte-, convirtió el evento en un importante referente popular. Aprovechando esa referencia se instauró oficialmente el día del recuerdo para conmemorar, todos los días 5 de noviembre, el fallido atentado mediante el escarnio público de la imagen de Guy Fawkes, representando todo aquello que atentase contra el orden establecido. La corona, con la intención de hacer recordar el destino de cualquier conspiración, fomentó que el vulgo londinense celebrase cada año en ese día con fuegos artificiales y una representación de Fawkes aprehendido y condenado, al personaje llamado “Guy”. Con el paso del tiempo, el término “guy” se fue incorporando al lenguaje para designar sin intención peyorativa a una persona, un tipo cualquiera.

Durante dos siglos y medio, el pueblo, cuyas condiciones sociales y económicas empeoraron con la revolución industrial, fue mutando el sentido de celebración del día del recuerdo. Rescató así la imagen del “guy” anónimo y representativo del pueblo antagonista que al paso del tiempo identificó al pequeño grupo que controlaba, al margen de la mayoría, el poder económico y político. Con ese carácter llegó a convertirse en el instrumento popular para denunciar a malos gobernantes y personajes que abusaban de la clase trabajadora, hasta que en 1859 se abolió oficialmente el festejo. La imagen y estereotipo del anónimo “guy”, representativo del pueblo que se hace consciente de la manipulación de una minoría opresora y su denuncia, se popularizó mundialmente desde 2006 con la película “V de venganza” (V for Vendetta).

La idea subyacente de ese despertar de consciencia no es nueva; en 1476 la acción conjunta y anónima del pueblo cordobés Fuenteovejuna contra los abusos del comendador dio incluso el tema para la famosa obra teatral de Lope de Vega. Guardando sus diferencias y distancia étnico-cultural, también es el poderoso impulso del sentir colectivo que se expresa en el concepto zapatista de “todos somos Marcos” desde la selva Lacandona, así como en las revoluciones francesa, mexicana y rusa, por mencionar sólo las más emblemáticas.

Entre los festejos de fin de año, el gobierno de los EUA conjuró la amenaza de lo que mediáticamente se denominó con el tenebroso nombre de “abismo fiscal”. Para mantener sus privilegios provenientes del presupuesto a través de la banca y la industria militar principalmente, el sistema del “nuevo orden mundial” presionó al gobierno más poderoso del mundo con esa intentona de atemorizar al público. La ciudadanía estadounidense tendría que elegir entre la reducción del gasto social y el aumento de impuestos o el abismo. La cautela de la administración de Obama concluyó en aumentar la tasa del impuesto sobre la renta de los muy ricos, dejando para un “mejor momento” en el futuro próximo la revisión del presupuesto militar. La extraordinariamente tibia medida ante la abismal amenaza mediática, aunado al hecho de que ésta se anunció en el momento de menor impacto publicitario, evidenció una derrota de los poderes fácticos. La presencia del anónimo colectivo en plazas públicas y calles, así como en las redes sociales -tanto de organizaciones civiles como del ciberespacio-, o sea, todos a una, como en Fuenteovejuna, lograron vencer al sistema.

La presencia de “indignados”, movimientos “ocupa” y “99%”, movilizaciones civiles en calles y carreteras virtuales de información están cambiando la faz del mundo. A diferencia de lo que sucedió en cada evento revolucionario del pasado, el día de hoy comparten el omnipresente rostro del “guy” que hoy se re-reconoce globalmente como Anonymous pero también el discurso y el objetivo. El común denominador es el despertar de la conciencia hacia una sociedad que, opuesta al individualismo que pregona el capitalismo global, busca primero el bien colectivo.

Esta gran y aparentemente no-guiada movilización global está provocando que personas comunes y corrientes se cuestionen el valor de vivir en un mundo como éste y exploren las alternativas externas e internas de nuestra vida. Exploran las alternativas examinando, más allá de simplistas cuestiones de ganar-perder, sus propios pensamientos, emociones y acciones. Se plantean preguntas como: lo que hago, ¿daña de algún modo el planeta? ¿Desearía que mis juicios o mis pensamientos creasen mi realidad o la de cualquier otro? ¿Estoy preparado/a para preocuparme más del efecto que produzco sobre la Tierra, las personas y otras formas de vida, o me preocupa más salir adelante como sea? ¿Estoy intentando controlar a la gente y las circunstancias de mi mundo, o vivo en sintonía con los ideales de soberanía para todos, “todos ganan” en lugar de “que gane el mejor”? ¿Me preocupa realmente y siento compasión (no lástima) por los demás, sean conocidos míos o no? ¿Suelo perdonar o por el contrario culpo y guardo rencor a la gente?

Las preguntas podrían seguir indefinidamente, pero la cuestión es que ahora nos estamos corresponsablizando del modo en que generamos y compartimos la creación de la realidad a cada instante con cada uno de nuestros pensamientos y acciones. Ya somos mucho más conscientes de que producimos un efecto los unos sobre los otros así como sobre el mundo. Lo que está provocando los cambios en el mundo es que ahora nos vemos como poderoso anónimo colectivo, todos a una, todos en uno.

[email protected]         Twitter: @jlgutierrez


Ciudadanía Económica

Todos a una

José Luis Gutiérrez Lozano

 

El 5 de noviembre de 1605 la policía londinense descubrió un complot para asesinar al rey protestante James I de Inglaterra durante la inauguración de las sesiones del Parlamento. Se encontró a Guy (alias Guido) Fawkes a punto de encender la mecha que haría explotar una gran cantidad de barriles de pólvora que fueron acumulados por el grupo conspirador de católicos ingleses bajo la plaza de Westminster. El juicio público que se siguió contra los conspiradores -los cuales fueron condenados a muerte-, convirtió el evento en un importante referente popular. Aprovechando esa referencia se instauró oficialmente el día del recuerdo para conmemorar, todos los días 5 de noviembre, el fallido atentado mediante el escarnio público de la imagen de Guy Fawkes, representando todo aquello que atentase contra el orden establecido. La corona, con la intención de hacer recordar el destino de cualquier conspiración, fomentó que el vulgo londinense celebrase cada año en ese día con fuegos artificiales y una representación de Fawkes aprehendido y condenado, al personaje llamado “Guy”. Con el paso del tiempo, el término “guy” se fue incorporando al lenguaje para designar sin intención peyorativa a una persona, un tipo cualquiera.

Durante dos siglos y medio, el pueblo, cuyas condiciones sociales y económicas empeoraron con la revolución industrial, fue mutando el sentido de celebración del día del recuerdo. Rescató así la imagen del “guy” anónimo y representativo del pueblo antagonista que al paso del tiempo identificó al pequeño grupo que controlaba, al margen de la mayoría, el poder económico y político. Con ese carácter llegó a convertirse en el instrumento popular para denunciar a malos gobernantes y personajes que abusaban de la clase trabajadora, hasta que en 1859 se abolió oficialmente el festejo. La imagen y estereotipo del anónimo “guy”, representativo del pueblo que se hace consciente de la manipulación de una minoría opresora y su denuncia, se popularizó mundialmente desde 2006 con la película “V de venganza” (V for Vendetta).

La idea subyacente de ese despertar de consciencia no es nueva; en 1476 la acción conjunta y anónima del pueblo cordobés Fuenteovejuna contra los abusos del comendador dio incluso el tema para la famosa obra teatral de Lope de Vega. Guardando sus diferencias y distancia étnico-cultural, también es el poderoso impulso del sentir colectivo que se expresa en el concepto zapatista de “todos somos Marcos” desde la selva Lacandona, así como en las revoluciones francesa, mexicana y rusa, por mencionar sólo las más emblemáticas.

Entre los festejos de fin de año, el gobierno de los EUA conjuró la amenaza de lo que mediáticamente se denominó con el tenebroso nombre de “abismo fiscal”. Para mantener sus privilegios provenientes del presupuesto a través de la banca y la industria militar principalmente, el sistema del “nuevo orden mundial” presionó al gobierno más poderoso del mundo con esa intentona de atemorizar al público. La ciudadanía estadounidense tendría que elegir entre la reducción del gasto social y el aumento de impuestos o el abismo. La cautela de la administración de Obama concluyó en aumentar la tasa del impuesto sobre la renta de los muy ricos, dejando para un “mejor momento” en el futuro próximo la revisión del presupuesto militar. La extraordinariamente tibia medida ante la abismal amenaza mediática, aunado al hecho de que ésta se anunció en el momento de menor impacto publicitario, evidenció una derrota de los poderes fácticos. La presencia del anónimo colectivo en plazas públicas y calles, así como en las redes sociales -tanto de organizaciones civiles como del ciberespacio-, o sea, todos a una, como en Fuenteovejuna, lograron vencer al sistema.

La presencia de “indignados”, movimientos “ocupa” y “99%”, movilizaciones civiles en calles y carreteras virtuales de información están cambiando la faz del mundo. A diferencia de lo que sucedió en cada evento revolucionario del pasado, el día de hoy comparten el omnipresente rostro del “guy” que hoy se re-reconoce globalmente como Anonymous pero también el discurso y el objetivo. El común denominador es el despertar de la conciencia hacia una sociedad que, opuesta al individualismo que pregona el capitalismo global, busca primero el bien colectivo.

Esta gran y aparentemente no-guiada movilización global está provocando que personas comunes y corrientes se cuestionen el valor de vivir en un mundo como éste y exploren las alternativas externas e internas de nuestra vida. Exploran las alternativas examinando, más allá de simplistas cuestiones de ganar-perder, sus propios pensamientos, emociones y acciones. Se plantean preguntas como: lo que hago, ¿daña de algún modo el planeta? ¿Desearía que mis juicios o mis pensamientos creasen mi realidad o la de cualquier otro? ¿Estoy preparado/a para preocuparme más del efecto que produzco sobre la Tierra, las personas y otras formas de vida, o me preocupa más salir adelante como sea? ¿Estoy intentando controlar a la gente y las circunstancias de mi mundo, o vivo en sintonía con los ideales de soberanía para todos, “todos ganan” en lugar de “que gane el mejor”? ¿Me preocupa realmente y siento compasión (no lástima) por los demás, sean conocidos míos o no? ¿Suelo perdonar o por el contrario culpo y guardo rencor a la gente?

Las preguntas podrían seguir indefinidamente, pero la cuestión es que ahora nos estamos corresponsablizando del modo en que generamos y compartimos la creación de la realidad a cada instante con cada uno de nuestros pensamientos y acciones. Ya somos mucho más conscientes de que producimos un efecto los unos sobre los otros así como sobre el mundo. Lo que está provocando los cambios en el mundo es que ahora nos vemos como poderoso anónimo colectivo, todos a una, todos en uno.

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