La grandeza de un Partido se mide por la cohesión de sus afiliados, que depende fundamentalmente de la unidad de pensamiento y de propósito, de la limpieza de las miras que se tienen y de la ausencia de enemigos emboscados o convenencieros
Carlos Alberto Madrazo Becerra
Ahora que el priísmo presentará la convocatoria hacia su XXI Asamblea Nacional, es quizás el momento propicio para articular como desde hace mucho tiempo no lo hace, el camino a seguir donde se hagan prevalecer los principios que tendrían que ser la piedra angular en torno a la cual se aglutinen los militantes de ese partido, que hoy tiene la obligación de articular una propuesta de nación, con la cual se oriente el trabajo político de sus administraciones de los tres órdenes de gobierno, y así poder generar certidumbre entre la sociedad nacional, que aún no se repone de 12 años en que perduraron la improvisación y la falta de profesionalización de los grupos políticos que detentaron el poder en lo que muchos analistas llaman: la docena perdida; y donde imperaron las animosidades y la ocurrencias.
El priísmo empieza a mostrar visos de despertar de la modorra en que se ubicó en los últimos años, en los que para ser sinceros “nadó de muertito”, y donde dejó que sus oposiciones se cayeran solas; el panismo mostrándose tal y como los describió desde hace muchos pero muchos años, Daniel Cosío Villegas que sentenció con voz de profeta que el “peor momento para el PAN será cuando llegue al poder, ya que se mostrará falto de preparación y se desplomará al hacerse gobierno”, y las izquierdas que aún no encuentran la manera de generar verdaderos frentes comunes, y persisten en la idea de balcanizar sus propias estructuras, tal y como lo hacen las “tribus” perredistas.
Si bien el priísmo que recién retomó la Presidencia de la República, parece actuar con una actitud de verdadera cautela, también está obligado a mostrar cuáles serán los ejes ideológicos en los que sustentará su quehacer político, el cual deberá ser el hilo conductor que lo hará posicionar su ejercicio gubernamental. Su dirigencia nacional la cual está encabezada por César Camacho Quiroz ha manifestado que lo que se pretende en esta nueva etapa del PRI, es “respetar los principios que nos cohesionan y distinguen, pero los pondremos al día, imprimiéndoles visión de futuro”, y de igual forma sentenció “solidificaremos las bases ideológicas de un partido vanguardista, moderno, solidario y de clarísima vocación social”.
Enunciativamente, lo dicho por Camacho Quiroz puede parecer pertinente, pero si entramos en el terreno del análisis, poco o nada nos dice, dado que existe la imperiosa necesidad del Partido Revolucionario Institucional, de manifestar una definición clara y contundente sobre la ruta del pensamiento ideológico que distinguirá su plataforma política y la cual deberá quedar inserta en los documentos básicos de este partido. Y lo mismo le definirá en sus quehaceres de trabajo político en las organizaciones internacionales de partidos políticos en los que participa, como son la Internacional Socialista, y en la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe, que es el foro de debate que por excelencia ha utilizado el PRI para la comunicación con las fuerzas políticas de esta región.
La visión de futuro que pretende el dirigente nacional priísta para su partido, tendrá un soporte muy definido en el momento en que se ubique el eje ideológico del mismo, y es ahí donde se decidirá el camino a seguir. Podremos aclarar si lo del ingreso del PRI como miembro pleno a la Internacional Socialista (Socialdemocracia) fue sólo una situación coyuntural que aprovechó la dirigencia de Beatriz Paredes Rangel, o si en realidad este partido se ubica en una identificación con esa corriente filosófica. También podremos distinguir hasta dónde quedó rebasado el concepto nacional revolucionario que por tantos años fue la idea toral sobre la que el priísmo construyó no sólo su base discursiva, sino su propuesta de nación.
Si el PRI está interesado en que la gente recobre la esperanza de que la situación puede cambiar para bien, deberá estar cierto que los pasos a dar, tendrán que estar debidamente calculados, la ciudadanía ya aprendió a reconocer la simulación y no perdona el engaño. El priísmo tiene que ir bien preparado a su Asamblea Nacional, y no permitirse “los trajes a la medida”, lo que la gente quiere ver es visión de futuro y no tolera más improvisaciones, ni actos donde la parafernalia sea lo más sobresaliente de los mismos.
Quiero finalizar esta colaboración dos fragmentos del discurso que Carlos Alberto Madrazo Becerra dirigió en la Asamblea Nacional Ordinaria que le tocó encabezar como dirigente nacional del PRI. “Estamos listos para enfrentarnos al futuro inmediato de la nación, planteando con amplitud sus problemas y buscando con libertad sus soluciones: Lo uno y lo otro requieren valentía y responsabilidad, para que todos expongan sus ideas sin demagogia. Por ello pido valor sin estridencias, dignidad sin acomodamientos, responsabilidad que nos coloque por encima de todo para servir exclusivamente al supremo interés de México.
“En la escuela de la vida he aprendido que alguien puede engañar una vez a los demás, pero nadie se puede engañar a sí mismo. El éxito que se finca sobre la simulación, ni dura ni deja huella permanente, como no puede producir luz la obscuridad sin destruirse, ni el rayo dejarse de acompañar por el retumbo, ni el mar por el fragor de las olas. La esterilidad del espíritu no puede producir frutos”.