Tras décadas de ser el villano favorito de la DEA, el infame Rafael Caro Quintero, fundador del Cártel de Guadalajara, ha sido finalmente entregado a Estados Unidos. Su captura en 2022 y su reciente extradición forman parte de lo que el expresidente Donald Trump no ha dudado en calificar como una gran victoria en su lucha contra el narcotráfico. Pero más allá de la narrativa triunfalista y las frases contundentes, hay mucho más en juego en esta historia.
Desde el Departamento de Justicia, Trump proclamó con su ya conocido dramatismo que el capo enfrentará “todo el peso de la ley”, subrayando que se trata de un “malvado asesino” y “capo depravado” responsable del secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena, en 1985. Según el expresidente, el arresto y extradición de Caro Quintero representa un éxito sin precedentes en la cooperación con México y una señal de que la justicia estadounidense siempre llega, aunque tarde. Muy tarde.
La narrativa oficial es clara: México entregó a 29 líderes criminales como parte de una estrategia para reforzar la relación bilateral y demostrar su compromiso en la lucha contra el narcotráfico. Pero, en el fondo, esta jugada también parece responder a otras presiones políticas y económicas. Trump no dejó pasar la oportunidad de recordar que su política de aranceles sobre México, Canadá y China es una medida clave para frenar el tráfico de drogas, como si los impuestos a las importaciones tuvieran la capacidad de cerrar túneles fronterizos o de disuadir a los cárteles de operar.
Por supuesto, la extradición de Caro Quintero no solo tiene un valor simbólico para la DEA y el gobierno de EE.UU., sino que también se ha convertido en una pieza útil para la retórica política de Trump, especialmente en un año electoral. Mientras tanto, en México, su captura fue vista con menos entusiasmo y más preguntas: ¿por qué hasta ahora?, ¿qué tan negociada fue su entrega?, y sobre todo, ¿qué implicaciones tendrá para los intereses criminales y políticos en el país?
El desenlace en EE.UU. promete ser tan mediático como la caza del capo. Caro Quintero, quien se declaró no culpable de los cargos en su contra, enfrentará juicio en cortes federales de Nueva York, Texas y California. Para añadir un toque hollywoodense a la escena, se ha anunciado que cuando comparezca, llevará las mismas esposas que una vez fueron usadas por Camarena. Un gesto simbólico orquestado por Enrique Camarena Jr., juez y, sobre todo, hijo del agente asesinado.
Mientras Trump aprovecha el caso para reforzar su discurso de mano dura contra el crimen y justificar sus medidas económicas, lo cierto es que la guerra contra el narcotráfico sigue siendo un campo de batalla donde la justicia y la política se entremezclan de forma conveniente. Caro Quintero, el “Narco de Narcos”, finalmente está en territorio estadounidense. Si enfrentará realmente todo el peso de la ley o solo será otro capítulo de esta interminable historia de ajuste de cuentas transfronterizo, está por verse.