OlimpIA, la inteligencia artificial que defiende a mujeres de la violencia en línea - LJA Aguascalientes
15/03/2025

La inteligencia artificial ha sido el arma favorita del capitalismo tardío para reemplazar trabajadores, generar fake news y hasta escribir letras de reguetón sin alma. Sin embargo, de vez en cuando, surgen proyectos que desafían este destino sombrío, como OlimpIA, una IA que no te quiere vender tenis después de escuchar tu conversación, sino ayudar a las víctimas de violencia digital.

Desarrollada por Olimpia Coral (México) e Isabella Nuques (Ecuador), dos mujeres que aprendieron a pelear contra el sistema luego de ser víctimas de la difusión no consentida de sus imágenes íntimas, OlimpIA es un chatbot que brinda asesoría legal, contención emocional y análisis de riesgos a través de WhatsApp. Su propósito es claro: llenar el vacío que las instituciones han dejado, al tratar la violencia digital con el mismo nivel de urgencia que un meme de perritos.

Cuando las leyes llegan tarde, la IA entra en acción

La historia detrás de este proyecto es elocuente: en 2013, tanto Coral como Nuques vivieron en carne propia la indiferencia del sistema judicial ante la violencia digital. Denunciar era una odisea en la que, en lugar de justicia, recibían cuestionamientos y miradas lascivas de funcionarios. Ante este panorama desolador, ambas decidieron transformar su dolor en acción, logrando la aprobación de leyes contra la violencia digital en sus países y, finalmente, desarrollando OlimpIA con el apoyo de la empresa AuraChat.Ai.

Desde su lanzamiento en septiembre de 2024, la plataforma ha atendido más de 8,000 casos en países como México, España, Colombia, Ecuador y Honduras. La cifra no solo demuestra su utilidad, sino la abrumadora cantidad de mujeres que siguen enfrentando este tipo de violencia sin respuestas eficaces por parte del Estado.

¿Cómo funciona y por qué no lo hizo antes el gobierno?

OlimpIA no es un chatbot genérico que responde con frases prefabricadas tipo “lo siento, no entendí tu pregunta”. Fue entrenado por psicólogas, abogadas y expertas en violencia digital para actuar con precisión y empatía. Su sistema analiza texto y audios para detectar crisis emocionales y proporcionar orientación inmediata. Además, ofrece asesoría legal adaptada a la legislación de cada país, algo que, irónicamente, muchos abogados de oficio aún no logran hacer sin consultar Google.

Pero la ambición de OlimpIA no se detiene ahí. En sus próximas actualizaciones, permitirá atención sin conexión a internet, integración de lenguaje de señas y lenguas indígenas, y vinculación directa con instituciones de emergencia. En un mundo ideal, esta debería ser una iniciativa del Estado, pero como sabemos, las prioridades gubernamentales suelen inclinarse más hacia megaproyectos y reformas que tardan años en implementarse.

Un premio que visibiliza, pero no soluciona el problema

OlimpIA ha sido reconocida a nivel internacional, destacándose entre más de 770 proyectos de IA en el Paris Peace Forum y el AI Action Summit 2025. Es un logro impresionante, aunque también deja un sabor agridulce: ¿por qué una IA desarrollada por activistas tiene que hacer el trabajo que deberían estar haciendo los gobiernos?

El reconocimiento en París es importante, pero los premios no protegen a las víctimas ni sancionan a los agresores. Lo que sí lo hace es una legislación efectiva y un sistema judicial que no trate la violencia digital como una ocurrencia millennial. OlimpIA es una herramienta crucial, pero su existencia también evidencia el fracaso estructural de las instituciones para garantizar seguridad en el entorno digital.

La IA no debería ser la única solución


OlimpIA es un avance tecnológico con impacto real, pero su éxito debería ser una llamada de atención. No puede ser que una inteligencia artificial brinde más justicia, empatía y rapidez que las propias instituciones encargadas de proteger a las víctimas. Mientras sigamos celebrando la existencia de herramientas como esta, sin exigir reformas profundas, la violencia digital seguirá creciendo y la justicia seguirá dependiendo de la iniciativa privada.

Vía Tercera Vía


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