Trump y la guerra del alcohol: amenaza con un arancel del 200% al vino, champán y licor europeo - LJA Aguascalientes
15/03/2025

Si la historia nos ha enseñado algo, es que las guerras comerciales rara vez terminan bien. Sin embargo, Donald Trump parece decidido a probar suerte en una nueva cruzada, esta vez con el vino y el champán europeo como sus víctimas. Su última advertencia es clara: si la Unión Europea no elimina los aranceles sobre el whisky estadounidense, él responderá con un imponente 200% de impuestos a las bebidas alcohólicas provenientes del viejo continente. ¿El motivo? Según él, la UE es “una de las instituciones más hostiles y abusivas” en materia comercial y fue creada “con el único fin de aprovecharse de Estados Unidos”. Un análisis histórico bastante creativo.

Esta escalada arancelaria no surge de la nada. La UE anunció recientemente un gravamen del 50% al whisky estadounidense en respuesta a los aranceles del 25% que Washington impuso al acero y al aluminio europeos. En otras palabras, lo que comenzó como una disputa por metales ahora amenaza con convertirse en una guerra de licores. Y como si fuera un episodio de “Game of Thrones”, cada movimiento estratégico parece diseñado para demostrar quién tiene el mayor poder (o, en este caso, la copa más llena).

El sector vinícola francés, en particular, ha reaccionado con furia. La Federación Francesa de Exportadores de Vinos y Espirituosos expresó su hartazgo por ser usados como moneda de cambio en una pelea que no les concierne. Mientras tanto, el ministro de Comercio Exterior de Francia, Laurent Saint-Martin, se mantuvo firme: “No cederemos a las amenazas; protegeremos siempre nuestros sectores”.

Los números también hablan por sí solos. Estados Unidos es el mayor mercado extranjero del vino europeo, con exportaciones francesas que alcanzaron los 3.800 millones de euros en 2024. Un arancel del 200% sería un golpe devastador, no solo para los productores europeos, sino también para los distribuidores y consumidores estadounidenses. Porque, seamos honestos, un burdeos o un champán no es fácil de reemplazar con alternativas locales.

Por otro lado, la industria de bebidas espirituosas de EE.UU. también ha pedido calma. Chris Swonger, CEO del Distilled Spirits Council, advirtió que este tipo de medidas solo perjudican a ambas partes y recordó que, desde 1997, EE.UU. y la UE han disfrutado de un comercio libre de aranceles en este sector. Su mensaje fue claro: “Queremos brindis, no aranceles”. Pero parece que la Casa Blanca no está precisamente en un ánimo festivo.

Más allá del drama etílico, este episodio se enmarca en una estrategia más amplia de Trump: el uso de aranceles como herramienta de presión política. Desde su regreso al poder, ha endurecido su postura comercial con China, Canadá, México y ahora Europa. Y, si algo nos ha enseñado su historial, es que los aranceles son su carta favorita para forzar negociaciones o ganar puntos políticos. La pregunta es: ¿hasta qué punto puede tensar la cuerda antes de que se rompa?

En los próximos días, la UE decidirá si responde con una nueva ronda de represalias o si busca una solución diplomática. Mientras tanto, los amantes del vino y el whisky tendrán que esperar para ver si su bebida favorita se convierte en la próxima víctima de esta disputa. Porque, en esta guerra comercial, el brindis podría convertirse en un trago amargo.

Vía Tercera Vía



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