Las denuncias de abuso sexual en el ámbito deportivo en México han sido ignoradas durante años, pero el caso de Dámazo Rodríguez Hinojosa, exentrenador de gimnasia en Nuevo León, está obligando a las autoridades a hacer su trabajo y tomar acción. Con al menos nueve jóvenes denunciándolo por agresiones ocurridas cuando eran menores de edad, el escándalo ha escalado hasta la Fiscalía estatal y la Federación Mexicana de Gimnasia (FMG), exponiendo una red de negligencia, encubrimiento y una preocupante falta de protección para las víctimas.
Víctimas que alzan la voz, un sistema que reacciona tarde
Todo comenzó cuando una de las exgimnastas, Camila Flores, decidió hacer público su testimonio en redes sociales. Su denuncia destapó una avalancha de casos similares: gimnastas que, cuando eran niñas, fueron presuntamente abusadas por su entrenador en el gimnasio Klass Gym, propiedad de su madre, Martha Adriana Hinojosa García, quien también ocupa un cargo en la Asociación Gimnástica del Estado de Nuevo León.
Las acusaciones describen un patrón de abuso sistemático: agresiones dentro del gimnasio, en viajes a competencias nacionales e incluso en habitaciones de hotel. Fernanda López, otra de las víctimas, relató cómo Rodríguez Hinojosa se adueñaba de las llaves de las habitaciones durante torneos “por seguridad”, solo para entrar de madrugada y abusar de las niñas. Su testimonio es escalofriante: “Todavía recuerdo cómo tronaban sus pies al caminar y se puso a lado de mi cama. Empezó a tocarme y entré en un momento de shock”.
Las denuncias no solo han sido públicas, también se han formalizado ante la Fiscalía de Nuevo León. Sin embargo, la respuesta institucional ha sido lenta y llena de obstáculos. A pesar de que desde 2015 ya existía una denuncia contra el entrenador por “atentados al pudor”, la carpeta de investigación fue cerrada tras el presunto “perdón del ofendido”, una afirmación que una de las denunciantes ha desmentido rotundamente.
Encubrimiento, negligencia y respuestas tardías
El escándalo ha revelado cómo la impunidad sigue siendo un factor clave en estos casos. La FMG suspendió a Rodríguez Hinojosa “de manera precautoria”, pero solo después de que el caso explotara en los medios. Mientras tanto, el Instituto Estatal de Cultura Física y Deporte de Nuevo León (INDE) tardó en reaccionar, argumentando que no había recibido denuncias formales antes de decidir su destitución.
Por su parte, la Fiscalía asegura estar buscando a las víctimas para recabar más testimonios y definir si existen elementos suficientes para judicializar el caso. Sin embargo, la lentitud de las investigaciones ha generado indignación, ya que las pruebas se están acumulando y la presión social aumenta.
En contraste con la pasividad de las autoridades, la madre del entrenador, Martha Adriana Hinojosa, parece haber jugado un papel clave en el encubrimiento. Una de las víctimas recordó que, cuando intentó denunciarlo de niña, la respuesta que recibió fue que su agresor actuaba así porque la “amaba y estaba enamorado de ella”.
Rodríguez Hinojosa se defiende: el guion de siempre
Como era de esperarse, el acusado ha negado rotundamente las acusaciones y ha optado por la estrategia habitual en estos casos: victimizarse. En una publicación de Instagram, Rodríguez Hinojosa aseguró que todo es una “campaña de desprestigio” en su contra, exigiendo respeto a su presunción de inocencia y lamentando haber perdido su empleo “sin haber sido sentenciado”.
Más preocupante aún es su discurso en el que sugiere que ser hombre lo coloca en desventaja ante este tipo de acusaciones. “Esta es una batalla complicada desde la postura de los hombres”, escribió, como si los testimonios de al menos nueve mujeres fueran simples “difamaciones y calumnias” y no el resultado de un patrón de abuso sostenido durante años.
Mientras tanto, el Gimnasio Klass ha optado por jugar la carta del victimismo colectivo. En un comunicado, la institución pidió “comprensión y apoyo” ante las amenazas que han recibido desde que el caso se hizo público, sin hacer referencia a las víctimas ni a la gravedad de las denuncias.
El futuro del caso: ¿justicia o más impunidad?
La pregunta que ahora queda en el aire es si este caso terminará como tantos otros, donde el agresor evade la justicia y las víctimas quedan en el olvido, o si finalmente se sentará un precedente en el deporte mexicano.
Las autoridades tienen en sus manos la oportunidad de demostrar que los testimonios de las mujeres importan, que la protección de la niñez es una prioridad y que los abusadores no pueden seguir operando con impunidad en espacios donde se supone que deben formar atletas, no destruir vidas.
La justicia no puede seguir dependiendo de la presión mediática o de que las víctimas sean quienes carguen con la responsabilidad de buscar castigo para sus agresores. Es momento de que las instituciones hagan su trabajo y dejen claro que el deporte no es un refugio para depredadores.