Trump revierte su amenaza arancelaria a Canadá, pero mantiene el 25% sobre acero y aluminio - LJA Aguascalientes
14/03/2025

Si algo ha demostrado Donald Trump en su carrera política es su talento para la teatralidad. En un giro más de su ya familiar estrategia de amenazas seguidas de recules, el presidente de EE.UU. pasó en cuestión de horas de prometer un devastador arancel del 50% sobre el acero y aluminio canadienses a conformarse con el 25%, como si aquello fuera una concesión generosa. La jugada, que incluyó publicaciones incendiarias en redes sociales y mercados financieros tambaleándose, terminó con una negociación de último minuto entre Ontario y Washington, pero sin una verdadera solución de fondo.

El motivo del berrinche presidencial esta vez fue un recargo del 25% impuesto por Ontario a la electricidad exportada a EE.UU., lo que aparentemente lastimó el orgullo comercial de Trump. En respuesta, decidió que la mejor forma de lidiar con el asunto era castigar a la industria metalúrgica canadiense con un arancel que doblaría el ya existente. Sin embargo, tras una charla con el primer ministro de Ontario, Doug Ford, y el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, la amenaza se desinfló y Trump terminó dejando las tarifas donde estaban.

Un juego de aranceles y represalias

El gobierno canadiense, lejos de quedarse de brazos cruzados, ya tenía listas represalias comerciales por más de 30,000 millones de dólares canadienses en productos estadounidenses que iban desde jugo de naranja hasta motocicletas. Mark Carney, quien tomará las riendas como primer ministro canadiense en los próximos días, dejó claro que su país no cederá ante las presiones y que los aranceles de represalia seguirán en pie hasta que EE.UU. muestre “respeto y compromiso con el libre comercio”.

Pero la batalla no es solo entre EE.UU. y Canadá. Mientras Trump juega a ser el sheriff del comercio global, la Unión Europea también tomó represalias, imponiendo tarifas adicionales a exportaciones estadounidenses. México, por su parte, optó por una estrategia menos agresiva, apostando por el diálogo, aunque con una buena dosis de escepticismo sobre la lógica de estos aranceles.

¿A quién le afecta más esta guerra comercial?

Más allá de la retórica nacionalista de Trump, la realidad es que estos aranceles tienen el potencial de golpear más a la economía estadounidense de lo que él está dispuesto a admitir. Canadá es el principal proveedor de acero y aluminio para EE.UU., representando el 41% de las importaciones de aluminio y casi una cuarta parte del hierro y acero que entra al país. Aplicar tarifas más altas a estos insumos implica un aumento en los costos para las industrias manufactureras estadounidenses, afectando desde la producción de automóviles hasta la construcción y los electrodomésticos.

Según el CEO de Alcoa, William Oplinger, la industria del aluminio en EE.UU. podría perder hasta 100,000 empleos debido a estas políticas. Y el exsecretario del Tesoro, Larry Summers, fue aún más directo al calificar las medidas de Trump como “la peor política comercial hasta ahora”, una autolesión económica en un momento en que los riesgos de recesión están en aumento.

Mientras tanto, la Bolsa de Nueva York reflejó el caos: los mercados se desplomaron tras las amenazas arancelarias, con el Dow Jones perdiendo casi 500 puntos antes de recuperar algo de terreno cuando Trump decidió bajar la pistola. Pero el daño ya estaba hecho, y la incertidumbre sigue siendo la constante.

El drama continúa

Para quienes han seguido la trayectoria comercial de Trump, este episodio es solo un capítulo más en su telenovela de amagues y retrocesos. Su estilo de negociación —amenazar con medidas extremas para luego retractarse y hacer parecer que ha ganado algo— ya es una fórmula conocida. En este caso, lo único que logró fue generar inestabilidad en los mercados, enfurecer a sus socios comerciales y dejar en evidencia que su estrategia económica sigue siendo más impulsiva que racional.

Con el 25% de aranceles en vigor y con amenazas latentes de aumentos adicionales en productos como automóviles y lácteos, la relación comercial entre EE.UU. y Canadá está lejos de estabilizarse. La pregunta ahora es: ¿cuánto tiempo pasará antes de que Trump lance otra amenaza para luego retractarse? Al parecer, la respuesta depende de lo que publique en su cuenta de Truth Social cada mañana.


Vía Tercera Vía


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