“No hay jóvenes y viejos, sólo jóvenes y enfermos”
– Pedro Almodóvar
A Patricia Estefanía, Luis Enrique y Carlos Javier
Hace un par de días, releí un poema de la buena Violeta Parra, y no buena en el sentido peyorativo usual de nuestra cultura coloquial, sino buena por atinada.
Su nombre viene a colación sobre algo que se ha convertido en un lugar común a lo largo de la semana, los estudiantes. Dice un fragmento: “Me gustan los estudiantes/ porque son la levadura/ del pan que saldrá del horno/ con toda su sabrosura”.
Quiero abordar este tema desde mi individualidad por el tumulto de emociones que me han acontecido en los últimos días y que a raíz de ellos, los jóvenes, vuelve la inspiración profesional.
Sin duda, lo que hoy se llama #YoSoy132 es tan sólo el cúmulo de percepciones castradas a lo largo de algunos años sobre el desprestigio de la vida política y mediática de nuestro de país. Un desencantamiento evolutivo que a partir de hoy, no tiene marcha atrás.
Los jóvenes estudiantes han dado la lección más importante del momento, al tomar la coyuntura de la contienda presidencial y del Congreso de la Unión (y algunas gubernaturas y congresos locales) como el contexto más importante de su historia, dándole la seriedad necesitada. Seriedad irrazonable, misma que los absurdos las rodean de ideas básicas y simplistas, como: todos son iguales, siempre es lo mismo, seguiremos igual, votar por el menos peor, etcétera; la lección de no permitirse a sí mismos, conformarse.
La necesidad de revivir una contienda que parecía pérdida en el ámbito de lo antipropositivo, los desencuentros, la simulación, las banales descalificaciones y la ausencia de lo éticamente periodístico que la mayoría de los medios de comunicación, ideas que sin resquemor han estado en el humor social, por lo que de inmediato, se les debe de agradecer, a los 132 y demás.
Cuando pensamos generacionalmente suele venir a la mente la pregunta a los padres, de estos y de todos: padres, ¿por qué no hicieron algo para que tuvieran mayores oportunidades o menos dificultades?, presuntamente más del 80 por ciento de los padres de aquellos nacidos a principios de los noventa y finales de los ochenta (hoy estudiantes universitarios), nacieron a finales de los sesenta y en los setenta. Es decir, la mayoría de esos padres, a los 22 años, vivieron los sucesos en el ‘68 y el ‘71.
Sólo bastó una generación para romper, otra vez, el miedo a la participación e inclusión social, no sólo en la vida activa de nuestro país sino en la toma de decisiones.
A ésta generación en México se le ha llamado la Generación Nini. Estoy seguro que muchos de ellos hoy, regresan el mote para llamarse la Generación de los Despierta. Cuando muchos hablaban de que no había lugar para ellos y cuando a otros los han encontrado en el crimen organizado, ahora los vemos en las calles, aclamando por mejores condiciones.
La “Primavera árabe” estableció una medida fenomenal y la altura cuasiperfecta –para aquellos que creemos fervientemente en los cambios sociales desde la ciudadanía-, sin embargo, eso no es lo importante. Lo más trascendental es que se está demostrando en cara de aquellos que muchas veces han tratado a los jóvenes de pendejos, apáticos y moldeables que no lo son más.
Esto no estaba en el libreto de nadie. #YoSoy132 en un símbolo que marcará la historia moderna de nuestro país. Representa el silencio de todos los muertos y callados a lo largo de muchos años. Representa a lo políticamente incorrecto y socialmente necesario. Representan los esfuerzos de los pasos con rumbo a un mejor destino de los que ya caminaron por ese lugar y que muchos aún el destino no ha encontrado.
La mayor crítica, al inicio, hacia ellos fue el fondo y la poca estatura de miras. Al tiempo, han generado eco a cuestiones puntuales, siete de los ocho puntos establecidos en su pliego petitorio tienen relación directa con los medios de comunicación. La necesidad de cambio se ve limitada si el origen de la misma se visualiza a partir de los medios de comunicación.
Es como si para hacer una prenda es más importante tener la máquina de coser que la tela o el diseño de la prenda. Sí, sin duda la máquina es importante, pero sin el insumo necesario la máquina es inservible –y eso lo entiende cualquiera-, o como también puede ejemplificarse, disminuir la calidad de la prenda es igual de denigrante si se vende como lo mejor en el mercado. Es igual.
La transparencia y democratización de los partidos políticos y de los sindicatos, desde la misma visión que #YoSoy132, es más importante que la de los medios. Lo aclaro sin la menor duda, lo sorprendente es que precisamente eso no está en la agenda. Al final, nosotros –los medios- nos vemos afectados por la agenda social programáticamente buscada o la establecida desde las instituciones.
La agenda propositiva de los medios que busque generar consciencia y pensamiento crítico es escasa –lo reconozco-, ahí un punto a favor de ellos, sin embargo se nos olvidan dos cosas. El espectro radioeléctrico es de dominio público y que a su vez las concesiones o permisos otorgados lo vuelven un aspecto privatizador, lo que en consecuencia hace que el peligro real y supuesto es seguir privilegiando a esos y no abrir la oferta mediática y en eso los legisladores son fundamentales. Si esto sucediera, más del 50 por ciento de las solicitudes de los #YoSoy132 se verían solucionadas casi en su totalidad y por naturaleza.
A pesar de ellos, no veo una marcha contra el Congreso de la Unión y su improductividad, o de los candidatos a senadores o diputados federales que muchos, sin el mínimo de argumentos, se posicionan en lugares privilegiados. No veo, y quisiera, una marcha y un pliego petitorio contra los funcionarios incapaces y poco preparados. Ya lo advertía José Vasconcelos hace 100 años aproximadamente.
No es lamentable ni mucho menos importante el hecho de apoderarse de las calles y de la agenda social. Ahí celebro y mis ánimos, aún de joven, como el de aquellos que no lo ven desde la óptica nominal de la edad sino desde el ánimo de cambio como bien decía Juan José Arreola en su definición de joven, hacen pensar que la esperanza de poder cambiar se puede renovar.
Ésta generación sin duda está marcada por toda una serie de problemas empalmados y entrelazados, pero a su vez, la bengala hoy prendida ratifica que nada está determinado, como el PRI lo ha aseverado. Que las decisiones importantes del país no pueden seguir siendo tomadas a totalidad por una élite y que las cosas no están seguras para quien quiera ser presidente si los oídos se le tapan hacia abajo.
Ante ello, y quien quiera gobernar y legislar, necesitará el permiso de los jóvenes para hacerlo, no el beneplácito de los pobres ávidos de unos pesos a cambio de su boleta electoral.
“Que vivan los estudiantes/ jardín de las alegrías” (Violeta Parra).
La juventud es feliz porque es ciega, esta ceguedad es su grandeza, esta inexperiencia es su sublime confianza. “¡Cuán hermosa generación la de los jóvenes activos!” (José Martí).