Por Ignacio Ruelas Ávila / Alain Izquierdo Reyes#
Es un hecho, la globalización se ha escapado de las manos de los gobernantes. En los fenómenos financieros, hoy en día mandan los mercados y no el Estado. Las administraciones públicas han tenido que adoptar instrumentos que les permitan moldear la gobernabilidad a los requerimientos de las empresas. A los requerimientos de unos cuantos. Esto se reflejó durante la reciente crisis internacional (2008-2009), donde hubo una infinidad de líneas de apoyo a gobiernos para hacer frente a sus obligaciones crediticias y a sus funciones básicas para proveer bienes y servicios públicos.
En México, las entidades federativas hicieron lo propio. Los resultados no fueron alentadores. En términos generales, la deuda asciende a más de 400 mil millones de pesos. Coahuila y Michoacán nos aportan evidencia de deudas históricas y por ende desbalances fiscales que se performaron en desestabilidad social. Pero esto es el principio. Resta la segunda parte. El mercado no sólo aporta los instrumentos. También juzga. También exhibe a los gobiernos que “lo hacen mal”. Para ello están las agencias calificadoras de riesgo. Agencias que en pocas, y posmodernas palabras, hacen bullying fiscal a las entidades que no “ordenan la casa” conforme a sus requerimientos.
Vayamos por partes. Las agencias calificadoras de riesgos son organizaciones internacionales que otorgan y sentencian gran parte del rumbo de los países, empresas, gobiernos estatales y municipales al conferir valoraciones (calificaciones) de sus variables económicas y fiscales para anticipar su viabilidad financiera y solvencia de pago ante sus obligaciones crediticias.
Estas valoraciones oscilan entre AAA, que indica la más alta calidad crediticia y menor expectativa de riesgo en las inversiones, pasando por AA, hasta llegar a BBB que se refiere buena calidad crediticia. Posteriormente CCC, que se relaciona con el riesgo de incumplimiento y es altamente especulativo. También existe una categoría en la cual se considera incumplimiento de pago DDD a quien se está calificando; además de la valoraciones E (falta de información) y S que significa clasificación suspendida.
El problema es de fondo. Es contradictorio pensar que una agencia calificadora, que actúa porque un gobierno le dio la autoridad para ello, terminase diciendo: “Usted ya no es triple A, lo rebajo”. Como expresa Ricardo Lagos (ex presidente de Chile) en sus cátedras: ¿en qué mundo vivimos? ¿Quién manda a quién? ¿Quién ordena? ¿Manda el mercado y no el ser humano? Y en el mercado, tal como se señala al principio, mandan un puñado muy pequeño de personas, lo que hace que se empiecen a trastocar valores muy profundos. Se empieza a generar rechazo a la globalización. La mala noticia es que la globalización llegó para quedarse; y la esperanza es cómo introducir gobernanza en eso. El reto de hoy es cómo balancear el triángulo sociedad, estado y mercado.
La deuda pública no es mala. Es necesaria hasta cierto punto. Debe ser efectiva. Debe usarse para satisfacer necesidades de la ciudadanía que son imposibles de cubrir con recursos propios. Debe ser sujeta a rendición de cuentas y controlada. Pero no puede ser el máximo recurso. El gobierno federal, en conjunto con las entidades y los municipios, debe articular reformas que impulsen la generación de recursos propios y brinden estabilidad fiscal a nivel subnacional.
Para finalizar, dos propuestas.
- Existe un potencial recaudatorio en las entidades y municipios. Los impuestos a los patrimonios son una fuente de recursos que ha sido pobremente explotada. Muchos factores inciden (políticos, de capacidad, de rendición de cuentas). ¿Por qué no pensar en observatorios descentralizados que apoyen en distintas instancias a estos niveles de gobierno? Por ejemplo, el Instituto para el Desarrollo Técnico de las Haciendas Públicas (Indetec) en sus diversas publicaciones ha planteado la creación de Observatorios de Suelo y del Mercado Inmobiliario; que consiste en organismos descentralizados que son integrados por personal altamente calificado en tareas de valuación comercial y catastral, así como en el seguimiento, análisis y evaluación del comportamiento y transformaciones del suelo en las distintas localidades.
- Fondos de estabilización y reglas de balance presupuestario a nivel estatal. Esto es una medida anticíclica. Es decir, lo anterior consiste en implementar instrumentos que suavicen y aíslen los ingresos estatales conforme a los elementos cíclicos de la actividad económica. En otras palabras, guardar en tiempos de “vacas gordas” y gastar en tiempos de “vacas flacas”, tan simple como eso. Existe evidencia que respalda la efectividad de la medida. Después de años de aplicación en distintos países, lo anterior ha permitido: estabilizar el gasto público, sustentabilidad en el financiamiento de las políticas públicas y la planificación de largo plazo en los programas sociales y reducir la dependencia de financiamiento en la fase negativa del ciclo económico.
Recomendación para seguir de vacaciones. Rulfo, Juan (2012). Cartas a Clara. Alberto Vital (Prólogo, edición y notas), Editorial RM y Fundación Juan Rulfo, México D.F.
Las Cartas a Clara incitan a repensar el milagro de la literatura: intensidad, lucidez, imaginación y forma perfecta, sutilísima ironía y profundidad. No hay hechos, sólo interpretaciones, enseña Schopenhauer. Rulfo es una interpretación necesaria de la realidad.
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