Digo remodelación de la plaza y digo bien, porque lo realizado en 2014 en la que Eduardo J. Correa llamó la “sala de recibir de la ciudad” no se circunscribió a la inmediatez del Teatro Morelos, el derrumbe de todo edificio a su alrededor y la construcción de los tejabanes del holandés, dedicados a las jacarandas de la plaza el del oriente, y a Jesús F. Contreras el del poniente.
Más allá de lo anterior; mucho más allá, se llevó a cabo la más profunda transformación de la plaza… Hasta ahora (¿habrá algo definitivo en esta vida; algo que de veras perdure pero que no sea la muerte? Piense, por ejemplo, en un lapso de largo plazo… ¿Cómo será Aguascalientes en… 5,000 años? ¿Seguirá existiendo? De ser afirmativa la respuesta, ¿cómo será la plaza entonces? ¿Y al infinito y más allá?); una transformación que, además de lo mencionado en el párrafo anterior, incluyó los pisos en torno al bosquecillo que franquea al escudo nacional, contenido por la balaustrada de cantera, la explanada, los pisos, las bancas, etc.
La imagen muestra estas obras en el lado suroriente de la plaza, frente al Palacio Municipal. Al fondo se aprecia el Teatro Morelos, ya descubierto, pero todavía con las huellas de los edificios que lo acompañaron durante décadas. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected]).