Qué pena, que llanto.
Las flores caídas
provocan suspiros y melancolías.
Qué lástima dan;
qué tristes se ven;
las flores caídas
se ven ya marchitas
de pena y de sed.
Cayeron del árbol
la rama amorosa
las vio desprendidas
del dulce regazo
un aciago día
de sed y calor.
Qué solas están.
El árbol cargado
de flores bonitas
ya está despojado
de su hermoso velo
de seda y color.
Sus ramas se quejan
y sus hojas tristes
se rompen y secan
pues les faltan flores
y les falta amor.
Las flores marchitas
se van ya muriendo;
se van alejando;
y van presintiendo
que al verlas tan solas,
tan tristes y secas,
darán compasión.
Y por no sentirse
aún más desgraciadas,
en su cruel viacrucis
se van disfrazando
de polvo y de llanto
y de resignación.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina