Felices fiestas | El peso de las razones por: Mario Gensollen - LJA Aguascalientes
25/12/2024

El peso de las razones

Felices fiestas

Llegamos al final de otro año, ese tiempo del calendario en el que el mundo parece detenerse para darse permiso de celebrar. Las luces, los regalos y los brindis abundan. Pero, si somos honestos, también lo hacen las tensiones familiares, los excesos de consumo y las promesas vacías. En este mar de alegría y contradicciones, no puedo evitar una reflexión sobre cómo esta temporada también pone en evidencia las tensiones de nuestro tiempo: la pugna entre libertad y control, entre lo individual y lo colectivo.

Por un lado, ¿cómo no celebrar la libertad que representan? La Navidad y el Año Nuevo son, en esencia, actos de autodeterminación. Decidimos con quiénes compartir, qué regalar, qué soñar. Pero también son un espejo que refleja nuestras contradicciones. En un mundo donde las libertades individuales son cada vez más cuestionadas por las corrientes colectivistas y moralistas, ¿qué significa realmente brindar por la “felicidad”?

Vivimos en una época en la que las celebraciones se transforman en oportunidades para imponer agendas. Algunos quieren que el brindis sea una declaración política, otros que el árbol de Navidad sea sostenible y que las cenas sean veganas. No me malinterpreten: la reflexión sobre el impacto ambiental o social de nuestras acciones es importante. Pero hay una delgada línea entre proponer ideas y dictar cómo otros deben celebrar. Para mí, la virtud de una fiesta radica en su espontaneidad, en su capacidad de unirnos pese a nuestras diferencias, no en convertirla en otro campo de batalla cultural.

Por otro lado, estas fechas también son un recordatorio del potencial transformador de la comunidad. No hay nada más humano que compartir una mesa, incluso cuando las opiniones políticas o los estilos de vida difieren. La familia, con todas sus complejidades, es el último bastión de ese acuerdo implícito: podemos discutir hasta el cansancio, pero al final del día nos queremos. Este modelo de convivencia, frágil pero resistente, es un microcosmos de lo que debería ser una sociedad.

Por eso, mi deseo para este fin de año es sencillo pero ambicioso: celebremos con libertad y con tolerancia. No necesitamos estar de acuerdo con todos para levantar una copa juntos. No hace falta imponer nuestro concepto de “la buena vida” al otro para desearle un próspero año nuevo. El reto, y la belleza, de estas fechas radica en encontrar un terreno común en medio de nuestras diferencias.

Mientras las campanadas anuncian la llegada de un nuevo año, brindemos por lo que realmente importa: por la libertad que nos permite soñar, por la diversidad que nos enriquece y por la esperanza que nos impulsa a seguir adelante. Felices fiestas para todos los que creen que, pese a nuestras imperfecciones, podemos construir un mundo más libre y humano.

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