Como suele ocurrir con desgraciada frecuencia, las obras de remodelación de la Plaza de la Patria de 2014, realizadas como parte de las conmemoraciones del centenario de la Convención Militar Revolucionaria, no fueron terminadas a tiempo, de tal manera que este era el panorama que se observaba el 10 de octubre de 2014, nada más sin los montones de tierra y sin la pared de triplay.
La fecha es importante, dado que en ese día se llevó a cabo la conmemoración central por el centenario de la magna reunión. De hecho, si se fija, al fondo a la derecha, como los baños, está la placa conmemorativa que fue develada por el presidente Peña Nieto antes de entrar en el Teatro Morelos para encabezar la ceremonia.
Pasado ese solemne día, la zona fue sitiada por esa pared de madera, a fin de comenzar a construir el tejabán del holandés. Por cierto que en principio había para ese espacio otro proyecto, un museo de sitio al aire libre, con una serie de conjuntos escultóricos que reproducirían algunas fotografías históricas de momentos clave de la convención, al estilo del monumento que se encuentra en el cementerio de Arlington, Virginia, de los soldados estadounidense izando la bandera de su país en la cumbre del Monte Suribachi, en la isla japonesa de Iwo Jima, al finalizar la terrible batalla.
Guardadas las proporciones, algo así se pretendía hacer aquí. No recuerdo cuántas se tenía la intención de instalar, pero una de ellas iba a ser la de los delegados firmando la bandera.
Y sin embargo algo ocurrió, y este proyecto fue desechado para adoptar el del homenaje a las jacarandas de la plaza por parte de un artista holandés.
Permítame llamar su atención a propósito de la pared del teatro. El material con el que fue hecha se llama “matacán”, y según me informa el maestro arquitecto Jorge Guadalupe Villanueva Clavel, “es una roca sedimentaria que se identifica como una arenisca blanca de grano fino, con alto contenido de poros”. Lo que me sorprende es el desorden en su colocación; que se puso de manifiesto a la hora de derribar los edificios aledaños. Incluso en algunas partes pareciera que los constructores incluyeron pedacería, bloques rotos, aunque la cosa cambia a la altura de las ventanas.
A ver si alguien me explica el porqué de este desorden. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected]).