CONCLUSIÓN 4. MÉXICO Y EL NARCOTRÁFICO. Dos días después de que Felipe Calderón Hinojosa declaró su guerra contra las drogas sin consultar al pueblo, envié una carta a la revista Proceso que fue publicada el 31 de Diciembre del 2006. He aquí los dos últimos párrafos:
“Hoy por hoy Felipe Calderón se ha metido en el mismo callejón sin salida en su estado natal, sin tomar en cuenta ya no las lecciones de la historia que sería mucho pedir, sino por lo menos la experiencia en la cabeza ajena de su antecesor.
“No se necesita ser adivino para saber que en breve tendremos a la vista los mismos contraproducentes resultados, porque no se puede resolver el todo atacando solo una de sus partes, ni es por el costoso y fracasado camino de la fuerza bruta donde se encontrará la solución del problema.”
A seis años de distancia el pronóstico está cumplido, pues aparte de que el consumo de drogas prohibidas creció en términos reales, y más aún las permitidas (alcohol, tabaco) que son las que más muertes provocan; los cárteles se multiplicaron y las drogas prohibidas latinoamericanas siguen filtrándose por la porosa frontera con Estados Unidos para satisfacer la mayor demanda del mundo, que es la que mejor paga; las ganancias del narco crecieron al doble y las de los bancos que las lavan igual.
Por otra parte ¿qué podía esperarse de una guerra conducida por un comandante (Calderón) acusado de padecer el mismo mal que atacaba?
El costo sexenal es enorme: 106 mil vidas segadas por la violencia (contra 2 mil 21 en el sexenio de Fox); aparte de 20 mil desapariciones forzadas; 85 mil detenidos; 250 mil desplazados, etcétera.
Y para provocar todo este desastre, Calderón profundizó la pobreza en México al dilapidar nuestro impuestos en un fracaso rotundo porque está a la vista de todos.
¿Pero qué sigue ahora? Porque cumplido su sexenio, Calderón se fue tranquilamente dejándonos la basura de su guerra absurda y entrampadas las Fuerzas Armadas en el túnel en que las encajonó y las expuso al descrédito, ya que lo único que pueden hacer para salir de él es recular, lo cual es una papa caliente para su sucesor, quien necesita resolver el problema porque también arribó al poder en circunstancias críticas.
Pero Enrique Peña Nieto tampoco parece tener interés o capacidad para resolver el problema de fondo, pues continúa obstinado en acciones de largo plazo, costosas y de efectos superficiales, como se desprende de las declaraciones de su vocero Emilio Lozoya, coordinador internacional de su campaña, quien declaró que “para combatir con mayor eficacia a los cárteles del narcotráfico…” al candidato le parecía que el derroche escandaloso arriba señalado “es bajo y claramente no suficiente para enfrentar este gran problema… la inversión en materia de seguridad se tiene que duplicar por lo menos”. Y ya lo empezó a cumplir, aumentando el presupuesto de “seguridad nacional” en 20 por ciento para 2013.
La situación es preocupante, porque lo que menos le conviene al pueblo mexicano es que el texto de la carta que Proceso publicó hace seis años continúe vigente.
5. SOLUCIÓN. ¿Qué hay qué hacer para resolver el problema de inmediato y de raíz? Lo único que puede y debe hacerse es atacarlo en sus causas utilizando, por ejemplo, el “Círculo Vicioso del Narcotráfico,” donde encontramos que el único eslabón que hay que suprimir para destruirlo es el de la prohibición, así como otorgar a la población los servicios de salud pública reglamentarios. ¿Cómo hay qué hacerlo?
5.1. LEGALIZÁNDOLAS TODAS. El único responsable de su ser es el individuo. Si el Estado autorizara la venta libre de toda clase de drogas reviviendo las antiguas droguerías (tal como se hizo desde la época del imperio romano hasta mediados del siglo pasado) se presentarían, automáticamente, las siguientes ventajas:
5.1.1. Su adquisición a precio real, es decir, barato.
5.1.2. Su control de calidad adecuado, con lo cual se impedirían los riesgos que actualmente corren los usuarios.
5.1.3. El Estado obtendría ingresos adicionales por los impuestos que recaudaría.
5.1.4 El mismo día que eso sucediera se descongestionarían las cárceles, al liberar a los 85 mil detenidos. El sistema de Justicia dispondría de tiempo, espacio y presupuesto para proteger a la sociedad, no para castigarla.
Se me dirá que entonces los drogadictos se aprovecharían de la situación para comprar toda la droga que quisieran, tanto para drogarse como para hacer negocio. Bueno: si la consumieran toda y rápido el problema quedaría resuelto por sobredosis; negocio no pueden hacer porque nadie se las va a comprar a un precio mayor que el de la droguería.
SALUD PÚBLICA. También se me dirá que todo el mundo se va a hacer drogadicto. En este aspecto el Estado tiene, por ley, la obligación de prestar los siguientes servicios:
a. Educar para la salud. Enseñando qué son las drogas y qué efectos provocan en nuestro organismo. Previniendo para evitar, no para castigar las adicciones.
b. Atención médica. Ninguna ley tipifica la drogadicción como un delito; es una enfermedad que el Estado tiene la obligación de atender.
c. Rehabilitación. Para volver a adaptar a la vida activa a aquéllos que hubiesen perdido definitivamente funciones a causa de la adicción.
¿A QUÉ COSTO? Si de lo que dilapidó inútilmente Calderón el gobierno utilizara sólo la décima parte en otorgar las obligaciones constitucionales mencionadas bastaría y sobraría para resolver el problema, pudiendo utilizar buena parte del resto para otorgarle lo que no le ha otorgado: educación de calidad, salud y seguridad social de calidad, fuentes de trabajo bien remuneradas, etc.
LEGALIZACIÓN, ARMA EFICAZ. Y en última instancia, la mejor prueba de que la legalización de las drogas es la mejor solución la tenemos en 1933, cuando Franklin D. Roosevelt salvó a Estados Unidos del caos en que lo hundió, en 1919, la “ley seca” que prohibió producir, distribuir y beber alcohol. Al legalizarlo (prohibiendo la prohibición) acabó de tajo con las permanentes ejecuciones sanguinarias, la corrupción, la impunidad y el mercado negro, recuperando la paz que el país necesitaba para ingresar al periodo de prosperidad del que inmediatamente disfrutó.
Y no sólo la recomiendan investigadores de los países que padecemos el problema. Gary S. Becker, profesor de la Universidad de Chicago y Premio Nobel de Economía, asegura que es la única solución posible.
OBSTÁCULOS: Cuando se plantea una solución tan lógica y benéfica para la sociedad, inmediatamente se enfrentan obstáculos tan grandes que a veces resultan insalvables porque afectan intereses poderosos: los de aquéllos que dejarían de recibir las monstruosas cantidades de dinero que obtienen lucrando con el daño ajeno.
a. Se opondría el gobierno estadounidense, que automáticamente se quedaría sin pretexto para manipular a nuestras fuerzas armadas y para justificar la presencia en nuestro país de los miles de espías (agentes de inteligencia les llaman) que tienen “asesorando” “entrenando” y recopilando la información necesaria para mantenernos bajo su control. También se opondrían los fabricantes de armas, que dejarían de recibir los multimillonarios beneficios del lavado de dinero, aparte de que las ganancias de su industria armamentista disminuirían considerablemente ya que su negocio se alimenta de la violencia, la muerte y el delito.
b. Se opondría el sistema financiero internacional. Hace tres años el titular “de la Oficina de Estupefacientes y Crimen de la ONU” declaró que “352 mil millones de dólares de procedencia criminal fueron efectivamente lavados por instituciones financieras”; esto permitió “mantener a flote el sistema financiero en el paroxismo de la crisis global”. A tal grado sostiene el narcotráfico al capitalismo mundial, que sus más destacados cabecillas como Pablo Escobar Gaviria o el Chapo Guzmán han estado incluidos en la lista de los principales personajes financieros del mundo que edita la revista Forbes.
c. Ya en el terreno nacional, a pesar de que la solución es de una simplicidad diáfana, muchos funcionarios públicos cerrarían sus ojos y sus oídos porque no quieren incomodar a su amo imperial. Por otra parte, su conciencia está tranquila y satisfecha, pues se atribuyen un buen desempeño por el hecho de que haya tanto dinero circulante cuyo origen no interesa aclarar, una parte del cual llega a sus bolsillos de manera “inexplicable”.
d. Finalmente, se opondrían los narcotraficantes que se sentirían afectados porque son los que generan toda esa riqueza tan mal empleada. Lo ideal sería que utilizaran su iniciativa, creatividad y capacidad organizativa en actividades legales y útiles para la sociedad.
SOÑAR NO CUESTA NADA. Pero imaginémonos, por un momento, que de una u otra manera se tomaran las medidas necesarias para acabar con ese cáncer. También podría suceder que de ello resultara, de manera lógica y natural, la derogación de la Ley de Seguridad Nacional impuesta por el gobierno estadounidense para su beneficio.
Y algo a lo que los pacifistas aspiramos: la supresión de las fuerzas armadas. Esta posibilidad, que a algunos parece inconcebible o hasta ofensiva, es perfectamente posible porque lo demuestran los países que carecen de ellas, uno de los cuales está muy cerca de nosotros: Costa Rica, el más pacífico de los países latinoamericanos desde que las suprimió en 1948.
Fin de la serie.
Aguascalientes, México, América Latina