lienzo para el arte compatible con la vida en Aguascalientes | Bosque urbano La Pona por: Jaime Lara Arzate - LJA Aguascalientes
04/12/2024

Bosque urbano La Pona: lienzo para el arte compatible con la vida en Aguascalientes

Partamos de que podría situarse la gestación un arte compatible con la vida a partir de los años sesenta del siglo pasado, teniendo por antecedente al arte ecológico, al land art y el arte povera, movimientos artísticos cuyas piezas precisan de espacios abiertos como los entornos naturales y urbanos, en contraste con las obras objetuales de taller que requieren para su concepción, ejecución y exhibición escenarios cerrados como el estudio, la galería o el museo.

El arte ecológico experimenta y denuncia en algunos casos a nivel de activismo social y político, entre otros temas, los asociados a la polución y los efectos dañinos producidos por la contaminación del agua o el aire resultantes de procesos industriales y de igual manera los biológicos, o bien de todo tipo de contaminación que amenace la vida en el planeta Tierra. 

Su esencia radica en su carácter procesual más que objetual, en el que las piezas ponen especial énfasis en los procesos vitales, en las transformaciones de la materia y la energía, al tiempo que explora las relaciones entre la esfera biótica y abiótica, a nivel macro o micro entre los reinos de la naturaleza, es decir los componentes físicos y químicos que actúan entre los organismos vivos y los ecosistemas. 

El arte ecológico, posee un potencial transformador que subraya y cuestiona la sobrepoblación, la supervivencia de la especie humana y la explotación de los recursos naturales propios o de los países del tercer mundo, el consumismo, además de el expansionismo intervencionista capitalista de las naciones más poderosas del orbe, el armamentismo y la guerra, todo ello como un aporte a la transformación social y ambiental y la construcción de la paz, la diversidad y la coexistencia.  

Algunos artistas de este movimiento proponen mediante sus piezas, la restauración de la naturaleza ante la contaminación y la depredación antrópica.

Por su parte el land Art con sus variaciones es llamado también arte de la naturaleza, el cual coexiste en tiempo y espacio con el arte ecológico, y de igual manera con el arte povera, al compartir algunos elementos conceptuales y formales, que se presenta como una extensión o ampliación de los conceptos y parámetros del escenario de la creación artística dominado por llamado arte abstracto, previos a su surgimiento.

El land art, se muestra como una respuesta y reacción a la dominación del mercado del arte, a los preceptos de la educación en el marco de la academia y a la institucionalización de los museos y galerías, que imponían modos anquilosados al hecho artístico: producción, distribución y consumo, que sugiere un rompimiento con lo privado para socializar públicamente sus creaciones en entornos abiertos.

La socialización de las creaciones de este movimiento se realizó mediante registros apoyados en la fotografía, el video e incluso en sus inicios por televisión, como una forma de visualización de los procedimientos así como de los procesos in situ toda vez que éstas se encontraban alejadas del público por lo que esos medios facilitaban la presentación al público, que cuando se exponían físicamente se mostraban por igual escritos esenciales a las conceptualizaciones, croquis, mapas e incluso muestras de tierra, rocas o elementos orgánicos, que dieron lugar al concepto non site, acuñado por Robert Smithson uno de los artistas más emblemáticos de este movimiento.


Ciertos artistas afiliados al land art distanciados del entorno urbano, proponen como materia y soporte de creación los entornos naturales entre ellos el campo, selvas, desiertos, ríos, los mares, bosques, lagunas, montañas o parajes nevados, al tiempo que les consideran lugares y un medio de experimentación con posibilidades de transmutarlos de paisajes a piezas artísticas, tratando de reencontrarse en ocasiones de forma íntima con ella, desvelando las cualidades que la naturaleza posee en cuanto a fuerza y fuente creadora de vida.

Los artistas que participan de este movimiento artístico, poco o nada proyectan o expresan a nivel global o local preocupaciones por temas medioambientales que propagan alternativas de restauración, mitigación o sobre justicia climática, que evidencien o señalen ese tipo de problemáticas enmarcadas a nivel planetario alertadas por Naciones Unidas, cuyas dimensiones son el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación. 

El teórico español Simón Marchán, afirma que este movimiento artístico: “Propone un retorno a la naturaleza en una acción transformadora de la misma instaurando nuevas relaciones con ella”, que conlleva un cambio en la manera de percibirla y de entrar en contacto con ella, que abre una renovada experiencia estética que llega a nuestros sentidos incluso a partir de los fenómenos naturales, y no solo mediante intervenciones formales y conceptuales con base en recursos meramente plásticos.

Así el land art, propone en síntesis una liga nueva original, que permite apreciar los paisajes dotados de características poéticas u oníricas, sin menoscabo de considerar a la naturaleza como medio y laboratorio para la experimentación abordándola en una suerte de concepto expandido del arte, como escultura monumental que la propone como lugar.

Algunas piezas del land art plantean cierto carácter procesual e incluso efímero, el cual se centra en el procedimiento y en los elementos constitutivos de las mismas, que se verán modificadas por las transformaciones en el tiempo mediante afectaciones producidas por los ciclos de la naturaleza, mediante factores bióticos y abióticos que actúan como agentes de transformación o de deterioro, como se ha señalado arriba con respecto al arte ecológico.

Es por lo anterior que el proceso prima sobre el resultado formal, material o conceptual de la pieza, pues acentúa su carácter efímero, en búsqueda de la experimentación por lo que la pieza es el proceso mismo además de ser un periplo creativo, que no pretende una obra acabada.

Es observable que otras piezas producidas por este cuño artístico e igualmente del arte ecológico y el povera, vayan de la mano de las características del arte no objetual que destacan por dar más valor a la carga simbólica, al concepto y a la concepción de la propuesta que, a las cualidades matéricas objetuales de la misma, que en ocasiones desembocan en su desmaterialización. 

Se debe mencionar que los artistas que participan de este movimiento artístico, poco o nada proyectan o expresan a nivel global o local preocupaciones por temas medioambientales que propagan alternativas de restauración, mitigación o sobre justicia climática, que evidencien o señalen ese tipo de problemáticas enmarcadas a nivel planetario por Naciones Unidas, cuyas dimensiones son el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación. 

En el mismo sentido el arte povera como experiencia creativa, apelará a algunos de los aspectos ya descritos a propósito de aquellos movimientos artísticos, recurriendo al uso de materiales al parecer insignificantes como fuente de conceptualización y factura de las piezas mediante el empleo de elementos humildes o considerados pobres de donde deviene su nomenclatura.

Estos medios son centralmente los protagonistas de las piezas, que provienen de la esfera biótica y abiótica, como plantas, ramas, vegetales, tierra o piedras, además de objetos industrializados o encontrados de desecho o reuso para resignificarlos, retomados del entorno circundante, que en la actualidad dicha acción se correspondería con el principio de la economía circular, tomando distancia más allá del consumo y de la tecnología, que propone un giro en la percepción artística.

Se señala igualmente que, éste se encuentra entre el tránsito del uso de materiales artísticos exprofeso en contraste con aquello que evoca a un tiradero o contenedor de desechos, de basura, expuestos como obra de arte en una galería.

En ese sentido es preciso señalar que las piezas povera, proponen un acercamiento entre arte y vida, al tiempo que otorga a los elementos que utiliza cualidades estéticas, los cuales naturalmente conllevarán a cambios y transformaciones por su constitución física y química, no obstante, pueden ser restituibles y otorgar a las piezas un nuevo ciclo de permanencia en el tiempo y el espacio, que precisa de los cambios y de la transformación de la materia, que por igual, es indispensable el registro documental de esos procesos y de los estados de transición que forman parte de la propuesta misma.

Arte y ecología se unen para ofrecer propuestas que buscan ser armónicas y respetuosas con el medioambiente, no invasivas, al tiempo que otras convocan a la participación del público desde la concepción hasta la creación de las piezas. Dinámicas que ponen por delante, lo social por encima de lo estético, la autoría o el individualismo sobre las creaciones; pero se deja en claro que se dan también expresiones que caben en la categoría de divertimentos y juegos plásticos, exentos de grafías activistas. 

Es así como, con la enunciación de los elementos expuestos arriba, nos encontramos ante el nacimiento de una práctica artística que impulsará la percepción sobre la gravedad de la crisis ambiental planetaria, para lo que proyectará y acentuará la función del arte en la naturaleza y en la ciudad, llevando en su seno la propuesta de un modelo de vida en armonía con el medio natural, el entorno, y con los seres humanos, un arte indisoluble a los procesos naturales y sociales.

Hablamos del arte medioambiental, un movimiento artístico afín al activismo social y político, el cual propone participar del cambio de comportamientos con base a la interpretación y la comprensión tanto de los hechos globales como locales, ante los escenarios de degradación y destrucción de la naturaleza, así como de los entornos también urbanos, propiciados por el modelo de desarrollo capitalista que deriva en profundas desigualdades entre la población de los países por todo el orbe; en síntesis una crisis civilizatoria en la que al centro se entroniza la ambiental.

Es así como las propuestas artísticas que acompañan al presente texto abordan el estado deplorable en que se encuentra este bosque urbano de mezquites desde hace décadas, lo señalan y denuncian, son un testimonio de la omisión gubernamental y la especulación inmobiliaria que tiene lugar en la capital del estado.

Las piezas están confeccionadas con objetos encontrados e industrializados que son basura producto de la polución, además de materia orgánica e inorgánica, elementos que hacen del lugar un entorno insalubre y altamente contaminado.

De donde resulta una sesión de trabajo que propone la creación de un arte desde lo residual y de lo degradado; manifestación artística, cuyos contenidos proponen o sugieren la conservación, el cuidado y el mejoramiento de los entornos, a fin de que se impulsen políticas que mejoren los paisajes urbanos que incrementen la calidad de vida de los habitantes, que aporte en el marco de la compleja crisis social y ecológica, cuyas dimensiones no es posible separar, que posibilite el repensar y revisar la relación con la naturaleza y nuestra forma de vida desde una óptica que involucre en sus proyectos el concepto de desarrollo sostenible en los planos social, económico y ambiental ante las prácticas insostenibles del género humano para habitar el mundo.


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