Bajo presión Box
La pelea de box transmitida por Netflix entre Jake Paul y Mike Tyson fue obviamente manipulada, para quienes siguieron la transmisión fue evidente que el excampeón de peso pesado de boxeo se guardó varios golpes con los que podría haber derrotado a la estrella de YouTube, en redes circulan los más diversos rumores, desde la existencia de un guión del encuentro hasta sesudos análisis cuadro por cuadro del encuentro en que se observa la contención de Tyson, no falta quien considere el espectáculo como un fraude; y a pesar de todo fue un éxito, porque cumplió con el propósito de atraer millones de espectadores a la plataforma de streaming y con ello convertirla en un espacio rentable para los anunciantes.
En Countdown: Paul contra Tyson, el youtuber asegura que es un personaje disruptivo, que cualquier persona puede conseguir lo que se proponga con fe en sí mismo, trabajo duro y optimismo delirante: “Está dentro de mí ser un peleador, ser un disruptor, ser alguien que hará lo que nadie más hará”, aseguró el personaje que promocionó la plataforma para vender la pelea. Sobre la actuación de Mike Tyson en este encuentro, no hay reclamo alguno porque se justifica su presencia por los millones de dólares que ganó con sólo subirse al ring. Dinero que, al parecer, el Canelo Álvarez no necesita, porque ya ha rechazado montar un espectáculo luchando contra un influencer. A la mayoría de quienes disfrutamos de este deporte, nos congratula la decisión del boxeador mexicano, el box no requiere de estos montajes; pero a Netflix no le importa la opinión de los seguidores del box, sino la de los anunciantes, así que ya está preparando un show similar para atraer a más espectadores y aumentar su franja de publicidad, negocios son negocios.
La transmisión de deportes en los servicios de streaming no es algo nuevo, hay una larga historia entre el box y HBO y empresas como Amazon Prime y Apple TV ya difunden partidos de la NFL, beisbol y de la NBA; la novedad en la pelea entre Tyson y Paul reside en que Netflix no está buscando suscriptores fanáticos de algún deporte en específico, a quienes quiere atraer es a las audiencias que tienen acostumbrado su gusto y preferencias por los contenidos de las redes sociales; una mayoría a la que no le importa el fondo sino la forma, también le tienen sin cuidado la técnica o las reglas, fija su interés en lo que gratifique de manera inmediata su experiencia.
Esta tendencia no sólo afecta a los servicios de streaming, permea a todos los medios de comunicación y agobia a los generadores de noticias porque las audiencias más jóvenes ya no utilizan los medios tradicionales para mantenerse informados y la información que buscan se relaciona más con el bienestar personal que con la situación del mundo; además, estas audiencias no confían en el tono serio o imparcial, su forma de ligarse al mundo es a través de alguien como ellos, que les hable en un tono informal y sobre su entorno cercano, con soluciones para la vida práctica.
Para mantener a las audiencias, los medios de comunicación no hemos encontrado la manera de cumplir con la función de formar públicos, por el contrario, ampliamos nuestra oferta con entretenimiento y abuso de la opinión de los llamados influencers, qué más da que no sepa del tema, se le usa para atraerlos a nuestros espacios; y en el caso de la comentocracia, antes que intentar usar las redes para explicar las acciones y declaraciones de la clase política se simplifican a desencuentros y combates.
Una encuesta reciente sobre lo que opinan algunos ciudadanos acerca de la desaparición de los organismos autónomos muestra que 44 por ciento considera que lo mejor para el país es contar con quién vigile lo que hace el gobierno, mientras que 42 por ciento prefiere que se eliminen y se usen los recursos en otras cosas; el estudio es mucho más amplio y pregunta acerca del conocimiento sobre el derecho a la información y da resultados de acuerdo a la edad y nivel de estudios de los encuestados… La mayoría de las publicaciones que logré ver en redes sociales, antes que desglosar la información, subrayaban la diferencia de opinión entre quienes contaban con estudios universitarios y quienes no, como si el ejercicio de los derechos fuera un enfrentamiento entre grados académicos.
Ante la obligación de formar públicos e informarlos, elegimos el grito de la simplificación, al personaje disruptivo antes que al profesional; de la misma forma con que mediante mentiras y exageraciones se discutió en la Cámara de Senadores la desaparición de los organismos autónomos.
Coda. Disculpe el lector esta digresión sobre el espectáculo, el box, las noticias y los medios de comunicación, pasó que mientras daba seguimiento al intercambio de llamadas entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump no pude evitar relacionar los diferentes encabezados y declaraciones que reducen las relaciones comerciales y políticas entre México y Estados Unidos a una lucha para ver quién pega más fuerte, a señalar que el futuro mandatario estadounidense aseguró que se “impedirá que la gente pase por nuestra frontera sur, con efecto inmediato”, mientras que la presidenta aseguró que la postura del país “no es cerrar fronteras sino tender puentes”; nadie gana nada con la súbita interpretación de dos discursos que van dirigidos a sus respectivas audiencias, no se informa sobre la conversación, se se venden rounds de sombra para el entretenimiento inmediato.
@aldan