Mensaje en una botella: La iniciación artística (2) | Imágenes de Aguascalientes por Carlos Reyes Sahagún - LJA Aguascalientes
25/11/2024

Estoy convencido de que una auténtica educación, dicho así, a secas, es aquella que forma lectores… Sí, personas que adquieran las aptitudes para una vida en comunidad; sí, hombres y mujeres con valores; sí, profesionistas competentes. Pero sobre todo, personas que tengan en la lectura de libros, revistas, periódicos, etc., un alimento imprescindible para sus espíritus, y que en lo posible busquen estar al día de lo que ocurre en el mundo, más allá del relato interesado; tendencioso, o de vuelo de pájaro que ofrecen los medios… Gente más preocupada por el cultivo de su espíritu; de su mente, que de su cuerpo. Personas que dediquen a la reflexión por lo menos un tercio del tiempo que cotidianamente invierten en su arreglo personal, que lean novelas, poesía, tratados sobre temas diversos, es decir, personas con la necesidad de ampliar su visión de la vida y del Universo, reflexivas, críticas, capaces de decidir su vida con un mejor y más amplio andamiaje intelectual.

Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Qué hacer para alcanzar este objetivo? En verdad os digo que el asunto es en extremo complicado, dado que en términos generales se tiene todo en contra, un mundo en el que domina lo visual, todo lo que un teléfono móvil puede ofrecer, mucha imagen, videojuegos, textos cortos y la banalidad campeando a sus anchas en las mentes de chicos y grandes… 

La escuela tampoco ayuda mucho. En general existe una tendencia a la pérdida de calidad. Por aquello de mantener la eficiencia terminal se llega al extremo de regalar las calificaciones a estudiantes no sólo incapacitados en determinadas materias, faltos de entrenamiento en el complicado arte de la comprensión, de una idea, de una historia, de una orden, sino que además tampoco se emplean de manera responsable para alcanzar las metas escolares, y si se les aprieta, para eso están los “derechos humanos”, que en ocasiones defienden lo indefendible. 

En general no se nos da la lectura, y por desgracia tampoco a los maestros. No digo que no estudien sus materiales; que no lean los textos que los apoyen en su labor docente; me refiero a otra cosa, lo señalado en el párrafo inicial. 

¿Y entonces?

Estas reflexiones vienen al caso porque en días pasados tuvo lugar un concurso de declamación de alumnos de primaria del Colegio Carlo Acutis Salzano de Rincón de Romos, en el hermoso teatro Ramón García Anguiano, joya arquitectónica del siglo pasado. 

Ante un público entusiasta que apoyó a sus compañeros con porras y pancartas; gritos y aplausos, los 14 participantes, divididos en 3 categorías, según su edad, hicieron escuchar las voces de Octavio Paz (El pájaro es una astilla/que canta y se quema viva/en una nota amarilla), de Gabriela Mistral (Doña Primavera/viste que es primor,/viste en limonero/y en naranjo en flor), y otros.

De principio un concurso de declamación puede no ser más que una actividad escolar; para muchos una oportunidad de no tener clase y distraerse con algo distinto a lo cotidiano. Pero de fin, puede significarlo todo para alguien, funcionar como un parteaguas en la trayectoria personal de algún niño, porque a final de cuentas, como una obra de teatro escolar, como un concierto didáctico, como la lectura de un cuento; de un poema, puede constituirse en un acto fundacional del gusto por las actividades artísticas.

Si se me permite parafrasear el evangelio, aquel fragmento que proclama que “habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión” (Lc-15-7). Entonces, donde dice pecador, escriba usted lector… De aquí que, si cuando menos uno de estos niños; uno solo, de entre los concursantes o de entre el público, se siente impactado por lo que vio y escuchó, y va luego a la biblioteca pública y pide un libro de poesía; un solo niño, entonces el esfuerzo de organizar y llevar a cabo el evento, habrá valido la pena, porque señora, señor: será como un puente, en el que una cosa lleve a otra y a otra y a otra.


La imagen muestra el instante en que los niños declamadores voltean a ver al público que los escuchó y apoyó, y reciben su aplauso. 

 (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected]).


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