Tres momentos en Bosque de Cobos, Aguascalientes | A vuelo de pájaro por: Jaime Lara Arzate - LJA Aguascalientes
22/11/2024

A vuelo de pájaro

Tres momentos en Bosque de Cobos, Aguascalientes 

Bosque de Cobos es un vasto territorio ya conurbado con la ciudad capital del estado. Es un ecosistema que se extiende geográficamente más allá de las nimias declaratorias nombradas con la nomenclatura de áreas naturales protegidas.

Éstas son áreas naturales de porciones de tierra, proclamadas por el ejecutivo estatal ((176.6 ha), así como el municipal (98.6 ha) y que, mediante argumentos de papel, explicitan en su misión la salvaguarda de la riqueza cultural y natural del lugar considerado como uno de los últimos reductos de la vida silvestre próximos a la urbe, en tanto, son valorados por los innegables servicios ambientales que otorga además de su belleza, que les permiten a las personas “conectarse con la naturaleza y aprender sobre la importancia de su cuidado y conservación” (SSMAA, 2018).

Bosque de Cobos es igualmente, espacio para el fomento de la educación, la cultura ambiental y patrimonial en el que se desarrolla el pensamiento propio, crítico y emancipador que abraza la justicia climática mediante el activismo de los habitantes de las comunidades de aquel conglomerado humano que lo conforma.

La preservación de su cultura y tradiciones, la defensa de los bosques, la vida silvestre y de la biodiversidad conjuntamente con la defensa del agua ante la voraz especulación inmobiliaria, son su lucha insignia. 

“Cobos no se vende, se ama y se defiende”, se escucha a la distancia el susurro de la consigna que a guisa de rezo laico evoca al calificativo pronunciado por Carlos Monsiváis para quienes creen intensamente en sus causas. 

A esta causa se suman organizaciones civiles como el Colectivo de Mujeres de los Parga, Colectivo El Malacate “Guardianes del monte”, Movimiento Ambiental, A.C. y Guardabosques de los Cobos, junto a otras agrupaciones reunidas en la Alianza por la Conservación del Bosque de Cobos, unidas sinérgicamente para protegerlo, conservarlo y mejorarlo.

El cambio climático que se manifiesta entre otras causas por la carencia de lluvias y de altas temperaturas, ha propiciado una de las sequías y crisis hídrica más extremas que ha experimentado el estado en por lo menos las últimas tres décadas. 


Lo anterior debido a factores antrópicos entre ellos la deforestación, la consiguiente pérdida de bosques y de la cubierta vegetal que son agentes que contribuyen a atraer las precipitaciones pluviales. La ausencia de éstos conlleva la degradación de suelos que impide la filtración del agua al subsuelo para la recarga natural del acuífero, y para el caso, en la subcuenca Cobos- Parga-San Francisco con una superficie de 192 km2 (INEGI, 2019), estaría propiciando a corto plazo la desertificación de la zona como parte de la región. 

Hay que mencionar además que enfrentamos una crisis hídrica, que evidencia la ineficaz gestión del recurso, entre otros como la escasez de abasto para uso doméstico, la sobre explotación de pozos, precaria atención a la infraestructura hidráulica, falta de tecnología para el uso agropecuario, calidad del agua, a lo que se debe agregar el desmedido crecimiento urbano y el desarrollo industrial, así como el acaparamiento y el sobreconcesionamiento, que no ve la puerta de la mitigación del impacto ambiental y la sustentabilidad.

A la par, se aprecia una visión neoliberal que considera al agua una mercancía y un riesgo al capital, política que privilegia los intereses económicos por encima del reconocimiento como un bien común del pueblo y la nación; el acceso a ella es un llamado a la justicia y al inalienable derecho universal, más no un lujo para regar campos de golf.

Bosque de Cobos es también arena por la defensa del agua, sus colectivos se activan y por igual los habitantes de la comunidad El Malacate, ante las amenazas de la especulación inmobiliaria pues no paran las autorizaciones por parte de las autoridades de nuevos proyectos inmobiliarios como “Tierra de Gigantes”, que requieren del abasto del líquido potable del lugar, por lo que no cesan las obras hidráulicas en el área para la extracción de la misma, esperando que dicha lucha no escale a  la criminalización de estas personas y comunidades que son defensoras de los derechos humanos ambientales en nuestro estado, toda vez que dichos trabajos son blindados mediante la presencia disuasiva de una considerable cantidad de elementos y de patrullas de las fuerzas públicas municipales para dialogar con la comunidad (sic), cuyo objetivo es la intimidación para que los afectados claudiquen en su batalla por el derecho universal de acceso al agua, rompiendo acuerdos previos con la comunidad.

En esta trinchera se encuentra al frente el Colectivo El Malacate “Guardianes del monte”, que expresa con sus propias palabras el amor por la tierra, la solidaridad, la fraternidad humana y la filosofía de la comunalidad, mediante las siguientes líneas: “…reafirmamos nuestro amor por la comunidad en la que vivimos. Hay tanta historia y tanta cultura que es imposible no hacerle caso. Tradición oral, diversidad de reptiles y serpientes, un monte que cura con sus plantas, grandísima cantidad de aves que nos embellecen las mañanas con su hermoso trinar (canto), probar el sabor del monte a través de una bebida prehispánica como el colonche y sus deliciosos nopales, saber que en nuestra comunidad habitó fauna de la Era del Hielo…, en verdad estamos felices y agradecidos con la vida por habernos puesto en este lugar llamado El Malacate”. 

Prosiguen: “Cuidar nuestros legados y cuidar el monte es un acto de amor propio y solidario. Luchemos por un mundo digno donde podamos vivir en paz” (Facebook fanpage, 2023).

Por otra parte, encontramos en el mismo lugar la valoración de la comida, entre ellas las tortillas hechas a mano, es decir torteadas que en su dimensión generosa son la veta que preserva y expone la destreza culinaria de la comunidad los Cobos-Parga, la cual invita a degustar y conocer esta comida esencial, además de su proceso de producción a partir de la cocción del maíz nixtamalizado seguido por el amasado y puesto finalmente al comal para someterlo a la acción del fuego de leña.

Prácticas que asoman a lo ritual y que son un homenaje al teocintle, el sabio abuelo ancestro del maíz, alimento inmemorial que ha acompañado inseparablemente la dieta de los mexicanos; mientras tanto ofrece otro rasgo cultural que es una muestra de los usos espirituales y tradicionales de la comunidad que lo han traído al presente en busca de refugio que lo encuentra en las propias manos de sus actuales custodias y portadoras patrimoniales.

Lo dicho arriba no se explica sin la recuperación de la comida tradicional de campo mestiza y su divulgación dirigida a la población en general mediante talleres, que retoma de las familias y de la región diversas recetas que son la base de nuevas creaciones culinarias que para su elaboración, requieren de su entorno los ingredientes que la tierra y la biodiversidad otorgan, como son una gran variedad de platillos que incluyen fundamentalmente el  fruto del mezquite; propuestas que han sido expuestas y compartidas en foros estatales y nacionales, siendo valoradas y galardonadas por su aporte a la cultura del estado y a nivel nacional lo que representa un timbre de orgullo. 

Es fehaciente el compromiso con la conservación de su patrimonio natural y cultural, al tiempo que las propias integrantes del Colectivo de Mujeres de los Parga, quienes son las que están al frente de estas propuestas, se garantizan así mismas, cierta seguridad económica que se complementa con la elaboración de harina, la panadería tradicional y de otros productos para el aseo y el cuidado personal con base en el ingrediente, la vaina, que provee el árbol espinoso en referencia; esfuerzo asociativo cristalizado mediante una honesta organización en el marco de la economía social y solidaria enteramente comunitaria y sostenible. 

Quien conoce su patrimonio, lo ama y lo defiende, ello conduce a su comprensión y disfrute. La ciencia ciudadana está a nuestro alcance y es una herramienta de educación ambiental que permite que las personas visibilicen la biodiversidad de sus entornos y comunidades para que éstas tomen conciencia de su valor, mediante actividades que pueden ser de geoturismo como las sendereadas interpretativas y de la observación de aves in situ conocidas como pajareadas, que aportan y contribuyen a elevar la conciencia ecológica entre la población, tanto local como de los visitantes al lugar; actividades que aportan al sentido de identidad y pertenencia para la conservación y protección de la vida silvestre.  

Junto a otras especies de vertebrados por arriba de sesenta y siete (SSMAA, 2018), Bosque de Cobos es el hábitat de una variedad importante de aves endógenas y migratorias.

Los habitantes de las comunidades y público invitado a las pajareadas llevan a cabo voluntariamente actividades científicas, mediante observaciones para el registro fotográfico, de audios y datos de las aves del lugar. 

Describen de ellas aspectos morfológicos como su plumaje, comportamientos y cánticos, que ayuden a identificar las especies a las que pertenecen tales o cuales ejemplares, y de igual manera, realizar un nuevo registro, o bien, descubrir alguna otra especie; informaciones que se comparten al subirse a la plataforma Naturalista de la Comisión Nacional para el Uso del Conocimiento y de la Biodiversidad, Conabio. 

En Bosque de Cobos esta actividad es convocada periódicamente por la asociación civil Movimiento Ambiental, quien invita a la población a sumarse, en la que encontrará bienestar espiritual y estético además de la actividad física y de un contacto amigable con la naturaleza en convivencia con la comunidad. 

Además de la plataforma Naturalista, cabe señalar que el Cobo Fest es un festival de encuentro con la cultura, la naturaleza y una celebración por la vida, éste tuvo verificativo hace unos días de noviembre en su edición 2024 en Bosque de Cobos, en el que se celebró a la par los 20 años de actividad de Guardabosques de Los Cobos. 

En este marco se presentó la primera guía de aves de la comunidad El Malacate, creada por un miembro del colectivo del mismo nombre en la cual se ha registrado el avistamiento de 47 especies; y en el mismo tenor, vio la luz ya impresa, la guía fotográfica “Mosquiteros, Papamoscas, Luises, Luisitos y Tiranos de Aguascalientes”, un concepto y diseño de Sergio Castañeda Ramos, con la colaboración de los grupos de observadores de aves: “Aves Ags.”, “La danza de las golondrinas”, y “Pato Loco, observadores de aves”. 

Por lo escrito hasta aquí, hay razones y motivos que nos invitan a conocer y a entrar en contacto con la gente hospitalaria que habita en esas comunidades, para convivir en su entorno propio y tener la oportunidad de participar de la vida rural a unos cuantos minutos de la mancha urbana. 

En consecuencia, seguramente no será simplemente una experiencia de escape de la vida citadina y sí un involucramiento ambiental y sociocultural enriquecedor que brindará las claves para hacer accesible la comprensión de las realidades de esas comunidades, siendo todo ello un aprendizaje que empatiza con las causas de esa pléyade de luchadores ambientales comprometidos con la conservación del planeta Tierra, de la vida, la solidaridad y el bien común.


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