Mucho se ha escuchado en los últimos días acerca de esta secuela de Cars, la mayoría de los comentarios son negativos y giran en torno a la sorpresa mundial que ha provocado que el Midas de la animación, Pixar, haya cometido su primera falta. Y no es que a mí me guste ser contreras pero este sentimiento colectivo de “novias engañadas” que los críticos de cine han desplegado en torno a esta “traición” por parte de la compañía productora es un asunto principalmente de adultos, la mayoría de los niños con los que he hablado al respecto están más que satisfechos con esta segunda entrega de la franquicia.
Creo que lo que sucede es que los mayores estábamos acostumbrados a que los largometrajes de Pixar estaban dirigidos tanto a chicos como a grandes, y lo mismo podríamos disfrutar del filme llevándolos a ellos al cine o acudiendo solos sin tener que usarlos de pretexto. Pero, como dice por ahí un anuncio de bebida embriagante: ¿cuándo las películas para niños se volvieron un asunto de adultos? Cars 2 es una forma de demostrar que el público objetivo de estas cintas son los pequeños.
Recordemos que nuestros hijos no quedaron tan impresionados con la tercera parte de Toy Story como nosotros los grandes, no me digan que los que tenemos más de 20 no lloramos como magdalenas durante la proyección de esa película mientras ellos se preguntaban qué nos pasaba.
Pasando al largometraje que nos ocupa, les cuento que tratando de jalar a mi hijo hacia mi lado, es decir a admitir que esta proyección no estaba tan buena como la anterior le dije: “Hijo, pero si casi no sale el Rayo McQueen” a lo que él respondió con tono displicente, como quien le explica algo a una persona no muy inteligente: “Mamá, la película se llama Cars… eso quiere decir carros, y Tom Mate (el protagonista en esta ocasión) es un ca-rro” —se los pongo en cursiva para que con ello capten que su intención era expresarlo subrayado, en negritas y casi en mayúsculas— después del humillante momento no me quedó otra que callarme y seguir disfrutando de la cinta.
La historia nos presenta primero a un nuevo personaje, Finn Mc Missile, un auto espía inglés que descubre una conspiración liderada por el malvado profesor Z y otro misterioso auto que no deja ver su identidad, en la que participan una serie de “láminas”—aquellos carros que estuvieron de moda hace tiempo pero que resultaron malísimos como los Pacer, Gremlin, Yugo y Reliant—que buscan utilizar un arma secreta para asegurar el uso del petróleo como combustible en el mundo, ya que ellos son dueños de una inmensa reserva petrolera. Mientras tanto, en Radiador Springs, McQueen y Mate se reencuentran después de un largo tiempo y planean pasar juntos unas merecidas vacaciones, pero la intervención de la grúa les asegura más bien un lugar en una carrera alrededor del mundo organizada por Miles Axelrod quien ha descubierto un nuevo combustible “verde” y busca promoverlo.
De ese momento en adelante comienza una especie de comedia de errores en la que Mate es confundido por un espía norteamericano y junto con Mc Missile y la agente Holly Shiftwell se esfuerzan por descubrir los planes del profesor Z así como la identidad del actor intelectual de una serie de ataques a los autos que participan en la carrera. Al puro estilo de Maxwell Smart (el super agente 86) la torpeza de Mate le ayuda a que todo se resuelva a su favor.
Para que los padres de familia no nos sintamos tan mal, el director incluso maneja un mensaje positivo dentro de la trama: debemos ser nosotros mismos y no cambiar para complacer a los demás, y si alguien pretende que hagamos lo contrario, no merece ser nuestro amigo ¿qué tal?, ¿les parece suficiente paliativo para que nos reconciliemos con la cinta?
Al final, debo confesar que esta segunda parte de Cars no me disgustó del todo, está entretenida, aunque quizá un poco larga. Los chistes y rutinas cómicas están indudablemente dirigidos a los niños, sin esos mensajes ocultos para “grandes” a los que estamos acostumbrados los adultos en este tipo de cintas. Pero, lo que realmente valió las palomitas que compré fue la cara de sorpresa de mi hijo cuando le conté que esos autos tan graciosos de tres ruedas que se la pasan volteándose en la cinta—el Reliant Robin—es un carro de verdad que todavía circula por ahí y cuyos propietarios se la pasan enderezándolo cada vez que dan una curva cerrada.
Productor: Denise Ream; Director: John Lasseter y Brad Lewis; Guión: Ben Queen, basado en una historia de John Lasseter y Brad Lewis; Fotografía: Sharon Calahan y Jeremy Lasky; Música: Michael Giacchino; Voces en inglés: Larry the Cable Guy, Owen Wilson, Michael Caine, Emily Mortimer, Eddie Izzard, John Turturro, Brent Musburger, Joe Mantegna, Thomas Kretschmann, Peter Jacobson, Bonnie Hunt, Darrell Waltrip, Franco Nero, David Hobbs, Tony Shalhoub (Luigi), Jeff Garlin, Michel Michelis, Jason Isaacs, Cheech Marin y John Ratzenberger; Voces en español: Kuno Becker, César Bono, Blas García, Ana Serradilla, Kate del Castillo, Francisco Colmenero; Tiempo de duración: 1 hora 47 minutos.