Cuando los jóvenes están a punto de finalizar los estudios de bachillerato, además de la preocupación por elegir bien su carrera, empiezan a plantearse qué universidad será la más conveniente para sus necesidades y si ésta ofrece los estándares de calidad suficientes para que su título sea valioso y les facilite una rápida incorporación al mundo del trabajo.
Cada año se enfrentan a una avalancha de comerciales sobre universidades que ofrecen servicios, becas, apoyos y los mejores profesores, programas e infraestructura y en algunos casos, títulos y cédulas en poco tiempo y con poco esfuerzo. Ante tal cantidad de ofertas, los jóvenes y sus familias no tienen demasiado claro cuál es la Institución que les pueda ofrecer el mejor servicio educativo y que les garantice, además, que egresarán con un espíritu emprendedor o que podrán encontrar un trabajo relacionado con la carrera que han estudiado.
El concepto de “calidad educativa” nos fue heredado del mundo empresarial y hace referencia al resultado de un producto final que cubre o supera las expectativas del cliente. En la actualidad, la educación, más que una institución social es considerada como un servicio que se pone a disposición de la sociedad; y como tal, debe ser evaluada a través de una serie de indicadores que reflejen si ese servicio se está llevando a cabo con la calidad que señalan los estándares nacionales e internacionales.
Y dado que la educación es un sistema que contiene a su vez otros sistemas que interactúan de una manera dinámica, los indicadores deberán abarcarlos. Mestres señala que “El crear un sistema de indicadores de centro educativo que permita por un lado integrar datos de sumicromundo y relacionarlos con indicadores de su contexto y del sistema educativo en general (macromundo)posibilita establecer un modelo integrador y dinámico de la calidad educativa como servicio que produce un centro educativo a unos individuos”.
Basándose en un modelo sistémico, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico(OCDE) ha establecido una serie de indicadores que derivan de cuatro dimensiones: contexto, recursos, proceso y resultados.Los indicadores de contexto hacen referencia a condiciones demográficas, socioeconómicas y culturales en las que se desarrolla la educación. Los indicadores de recursos evalúan los materiales y los humanos. Los indicadores de procesos se encargan de la organización y funcionamiento de los centros, práctica educativa y clima escolar. Y los indicadores de resultados manifiestan los logros del sistema educativo, como seguimiento de egresados, bolsa de trabajo, cursos de extensión etc.
En México, los organismos acreditadores tienen indicadores que evalúan todas las dimensiones del centro educativo con indicadores similares a los que señala la OCDE. Indicadores que constantemente se están analizando, ampliando y mejorando en aras de una mejor calidad en educación. No hay que perder de vista que esos indicadores, con los que se acredita la calidad, describen un deber ser de la Institución y podrían perfectamente convertirse en los objetivos de la misma.
Las Instituciones de Educación Superior de carácter público tienen el imperativo de realizar autoevaluación diagnóstica por medio de los Comités Interinstitucionales de Evaluación de la Educación Superior (CIEES) y de acreditar los programas de estudio a través de organismos autorizados por el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES), lo que significa que son centros que han acreditado la calidad de la educación que imparten. Las instituciones privadas, por su parte, pueden hacer lo mismo a través de estos organismos o acreditar su calidad en la Federación de Instituciones Mexicanas Privadas de Educación Superior (FIMPES)
Sin embargo, es importante diferenciar los requisitos que marca la Secretaría de Educación Pública (SEP) para que una Institución de Educación Superior obtenga el Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (RVOE); de los indicadores de evaluación que han establecido los organismos acreditadores. Suele confundirse con facilidad el RVOE con la calidad que debieran tener en su operación posterior y no siempre se someten a esa evaluación que pudiera certificarla.
Desde hace algunos años, se han estado abriendo muchas Universidades en nuestro Estado, mismas que han cubierto sin ningún problema los requisitos de la SEP, por lo que no existe ningún impedimento para que puedan prestar sus servicios; sin embargo, el problema surge cuando la Institución se queda en ese nivel y no se somete a evaluaciones que evidencien que sus procesos son de calidad; por lo que reciben de manera justa o injusta el apelativo de “patito”.
Obtener el RVOE para abrir una Institución no es el objetivo final de un centro educativo, al contrario, es cuando inicia su actividad de mejora constante y de búsqueda de una calidad que se verá reflejada en el nivel de sus egresados. No es suficiente con publicar en la mayor cantidad de medios que se cuenta con todo lo necesario para ser una buena Institución, es importante que un tercero lo diga también, hay que tener evidencias, porque ampliar la oferta educativa sin constatar su calidad ya no puede ser aceptado. Tienen que demostrar que saben lo que es calidad y que además la tienen. Álvaro Marchesi dice: “Un centro educativo de calidad es aquél que potencia el desarrollo de las capacidades cognitivas, sociales, afectivas, estéticas y morales de los alumnos, contribuye a la participación y a la satisfacción de la comunidad, promueve el desarrollo profesional de los docentes e influye con su oferta educativa en su entorno social”.[email protected], Twitter: @petrallamas