Uno de los amortiguadores de las carencias sociales más importante de este país, es sin duda el Instituto Mexicano del Seguro Social, porque cómo entender a México sin el IMSS, luego de que uno de cada 3 mexicanos nació en alguna clínica de este Instituto. Sin embargo, es una de las dependencias que más peligro corre de caer una quiebra financiera, pues se ha convertido en la bomba de tiempo más complicada para el sistema económico de este país.
Es una desgracia, el IMSS está enfermo, tiene cáncer y está a punto de morir y sus cuidados paliativos podrán arrastrar a millones de mexicanos a sufrir las secuelas que deje su muerte como resultado de malas políticas y descuido financiero de parte de quienes lo han manejado históricamente.
Pese a que se encuentra en terapia intensiva en un estado grave y debilitado, por el IMSS pocos se han preocupado, pues nadie ha definido que pasará con los mil 400 niños que nacen diariamente en sus hospitales; con los 200 mil que a diario acuden a las guarderías; quién tendrá la capacidad de subsidiar el medio millón de estudios de laboratorio o radiológicos que a diario se efectúan ahí.
El problema económico que desahució al IMSS, afectará considerablemente a los 2.3 millones de pensionados que paga cada mes y por si fuera poco, no ha acumulado activos, las propiedades del Instituto serían insuficientes para hacer contra peso a la carga multimillonaria de pasivos que ha acumulado con el paso de los años, pues tiene enfermo más de una década y nadie ha hecho nada.
De hecho, con la carga que ha acumulado de faltante devengado en sus reservas para jubilaciones de sus trabajadores, el IMSS acumula un patrimonio negativo de casi 90 mil millones de pesos. Más aun, apenas en 2001 el organismo registró un saldo rojo de operación de 19 mil millones de pesos, pero aunque 2007 se hizo la reforma en el Congreso de la Ley del Seguro Social, de todos modos esos números rojos se elevaron a 38 mil millones de pesos y al paso de estos 4 años la cifra podría llegar a los 50 mil millones sin que hubiera posibilidad alguna de rescate, heredándole a la siguiente administración federal el gasto que tendría que erogarse para los funerales del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Y es que al Congreso de la Unión no ha llegado político alguno que tenga la voluntad de darle un tratamiento curativo al IMSS, pues la última reforma, antes referida, tenía como objeto cerrar el paso para que el organismo desviara cuotas obrero-patronales hacia el faltante de reservas para cubrir el régimen de jubilaciones y pensiones, esto quiere decir, que los mismos diputados evitarían que se cubriera el boquete de 38 mil millones con el dinero de los trabajadores, acción populista que desencadeno la muerte más rápida del IMSS.
El único logro de tan amañada reforma fue que se logró pactar con el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social un nuevo esquema de cotización para el retiro y un nuevo escenario para alcanzarlo, pero dicha medicina resulto un calmante, que a final de cuentas fue capitalizado por unos cuantos para manejarlos electoralmente en el 2009, dando como resultado diputados federales a modo de quienes no querían modificar de fondo el sistema del IMSS. Como siempre se privilegio la búsqueda hambrienta de poder por encima del bien común.
Pero la campaña mediática para tapar su artimaña resultó, todo mundo se fue con la finta de que fue una medida acertada, ya que se promovió que las aportaciones de los nuevos ingresos al fondo de retiró brincó de 4 a 10 porciento de la percepción mensual, además de que se mencionó que parte del “excedente” se aplicaría para llenar el boquete fiscal beneficiando a los próximos jubilados, pero no fue así, solamente se aplazó el estallido de esa bomba de tiempo.
Estando pues descartada la posibilidad de un incremento en las cuotas obrero-patronales, el IMSS cifra su apuesta a la sobrevivencia en un incremento en el subsidio gubernamental; la subrogación de sus servicios; el traspaso de fondos de seguros y su propia reorganización. Así, los 100 millones de mexicanos pagaríamos los platos rotos, aun sin ser derechohabientes.
Por donde se le vea, las cosas para el IMSS son complicadas, la exposición de motivos para la última reforma, califica el primer escenario como contraproducente, dado que provocaría mayor inconformidad entre los derechohabientes: se desencadenaría un éxodo de afiliados. Y aunque por otro lado la recaudación se multiplicaría al afiliarse a 48% de la población no inscrita, se calcula que bajo el escenario actual de incorporación los gastos serían mayores a los ingresos, dado la raquítica percepción salarial de los mexicanos. Desde otro ángulo, aunque se habla de una solución definitiva al régimen de jubilaciones y pensiones de los propios trabajadores del IMSS, revisando su edad de retiro; años de aportación, y la tasa de contribución, se plantea abiertamente la contratación externa de terceros, si bien en casos especiales.
En fin, lo que nos queda es que por lo pronto, la promesa electorera del próximo año seguramente planteara una reorganización institucional, prometiendo operara con criterios de productividad, eficiencia, eficacia y vigilando el costo-beneficio. De hecho, los candidateables de los partidos ya hablan de otra modificación a la Ley del IMSS para permitirle una reorganización operativa, manteniendo los principios de la seguridad social.
Por esto, que no nos sorprenda que aparte de la seguridad pública del país, la bandera de las próximas campañas será también el rescate del IMSS, dándonos a los ciudadanos atole con el dedo, al IMSS cuidados paliativos y a los pensionados un último respiro… Lo único seguro es que ya no hay quien salve al IMSS, nada más nos queda decirle RIP y que luzca para él la luz perpetua, así sea.