Opciones y decisiones
La risa como síntoma
La última piedra esa -que no preciosa- misma que el tumulto mayoritero de Morena y el oficialismo gubernamental han lanzado sobre la cabeza inerme de millones de mexicanos y, peor aún, sobre la palabra, esa sí preciosa, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su prístina edición, es presuntuosamente apellidada como: “Supremacía Constitucional”. Un bodrio intolerable emplastado groseramente en el texto más respetable e inviolable del Derecho Positivo Mexicano. Y todavía presumen: ¡Prevalecerán! ¿De verdad?
Es tal el desatino de suplantación doctrinal que de la perplejidad provocada en el colectivo ciudadano no alineado al transformismo del “2º Piso”, se ha pasado a un estado de aturdimiento -por su ruido enfurecido-, a un sentimiento de desvalimiento e impotencia; a un creciente estado de incertidumbre y un malestar aún indefinible; pero cuya resolución sólo apunta a un posicionamiento de rechazo y de impugnación, esto al tiempo.
En el torbellino de lances dizque jurídicos y legislativos del oficialismo dominante, topan con pared los argumentos esgrimidos a favor o en contra, dejando cada vez más al desnudo el crudo arrebato para apropiarse de las funciones de un Poder, que no es el suyo y por tanto que no les compete en absoluto -‘golpe de Estado técnico’, remember-; por más que esgriman el inalienable e inequívoco mandato que les entrega el “mayoritario” pueblo de México. Igual sucedería si se libera el tropel de una recua desbocada en recintos como el Palacio Nacional o el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Al nivel degradante institucional en que sitúan a la Nación, se suma su desdén por la civilidad, la ética política, el decoro del servicio público y aquello que el diputado Germán Martínez ha citado con vehemencia: Dignidad -allí está la luz-, inteligencia, independencia y decencia… ¡No están en la 4T! Esa reserva única, ética, profunda, incorruptible es la que va a sacarnos adelante.
Visto esto, los ciudadanos que afanosamente buscamos el abrigo de una nueva esfera respirable, capaz de brindarnos la unidad y una concordia restaurada, entre pares, sí aspiramos a construir un espacio capaz de proveernos y mantener la vida, no aceptamos la condena a muerte. Eso que sí están ejecutando contra el Poder Judicial, un vergonzoso traslado al cadalso, un grito tumultuario: ¡que mueran! La ignominia de una sentencia sumaria: ¡Cállense! ¡No pataleen, acaben de morir! ¡Ese es su destino! Y luego emiten pomposamente su epitafio: es el sacrificio de una generación… para ofrendarle al país, (¿???).
Ya lo dijo el filósofo Heidegger, en la cumbre el humanismo este sí de verdad, el ser humano no es “parido” -como animal de la Naturaleza-, el hombre-mujer “viene al mundo”, y en este mundo tiene su asiento y residencia. Por eso su existencia se valora y se entiende precisamente desde “su situación en la vida/sitz im leben”. ¿Se preguntan ahora cuál sería el rol de una mujer que llega a la Presidencia de un país? Bueno, si es fiel y coherente con su naturaleza, debería ser la excepcional actora social capaz de crear espacios que salvaguarden la vida, no que la cieguen. Esa, sería su esencia de Uterotopo, en el lenguaje del ya citado Peter Sloterdijk. Protectora y aseguradora de la vida del todo de su entorno social. No la verdugo con guadaña para segar la vida de “generaciones” escrupulosamente elegidas.
En este punto quiero aportar un elemento de análisis que me parece del todo crucial y, paradójicamente simple, pero de gran trascendencia y alcance, para reorientar el distorsionado y turbulento remolino de pasiones políticas desbordadas, irracionales y esencialmente destructivas. Y veo su distintivo referente en el mundo de la Administración. En efecto, muchos sudores y fiebres mortíferas nos ahorraríamos, si fuéramos capaces de tomar en serio los elementos científicos de una Administración bien entendida.
Todo comienza, con el arrogante criterio que adoptó como nota dominante López Obrador al inicio de su ejercicio constitucional: gobernar no es tan difícil, no hace falta un conocimiento científico. Hay que decidir lo que se hace, y ser tercos en ello. Palabras más o menos, ese fue eslogan de su Administración. En el curso y al final, fatal error; crasa ignorancia voluntaria o no. Soberbia insostenible frente a centurias y décadas evolutivas de la “ciencia” de la Administración. ¿Cuántas grandes y prestigiosas universidades del mundo iniciaron sus poderosos cenáculos académicos con y desde las “humildes” disciplinas clásicas y humanidades? Recuperemos una apretada síntesis de esta enseñanza.
Las escuelas de la administración son un conjunto de teorías y enfoques que surgieron a lo largo del siglo XX y que han sido fundamentales para el desarrollo de la administración como disciplina. Estas escuelas buscan entender y explicar cómo se pueden gestionar de manera eficiente las organizaciones, tanto públicas como privadas, y se basan en diferentes enfoques y perspectivas. (Fuente: Conceptualia.es/ https://conceptualia.es/cultura-y-sociedad/empresas-y-negocios/escuelas-de-la-administracion/).
Se clasifican según las principales corrientes de pensamiento en administración, y ver en qué se diferencian. Esas corrientes principales son las siguientes:
- La escuela clásica. Parte de la base de que es una ciencia y que puede ser enseñada como tal, sus autores son Henri Fayol y Frederick Taylor. Fayol desarrolló los 14 principios de la administración, que incluyen la división del trabajo, la autoridad y la responsabilidad, y la disciplina. Taylor, por su parte, se enfocó en la mejora de la eficiencia en la producción a través de la aplicación de métodos científicos.
- La escuela de las Relaciones Humanas. Surge como crítica de la anterior. Y su enfoque es sobre la importancia de las relaciones interpersonales en la administración y en cómo estas pueden afectar la motivación y el rendimiento de los trabajadores. Sus autores: Elton Mayo y Abraham Maslow. Mayo desarrolló el famoso experimento Hawthorne, en que demuestra cómo el ambiente laboral y las relaciones interpersonales son factores importantes en el rendimiento de los trabajadores. Maslow, por su parte, desarrolló la teoría de la jerarquía de las necesidades. En ella establece que las personas tienen necesidades básicas que deben ser satisfechas antes de poder alcanzar niveles más altos de motivación.
- La Escuela de la Teoría de Sistemas. Que se enfoca en la administración como un sistema complejo compuesto por diferentes partes que interactúan entre sí. Sus autores: Ludwig von Bertalanffy y Peter Drucker. El primero desarrolló la teoría general de sistemas; y Drucker se enfocó en la importancia de la planificación estratégica y la toma de decisiones en la administración.
- La Escuela de Contingencia se enfoca en la idea de que no existe un enfoque único y universalmente aplicable en la administración, sino que cada situación requiere un enfoque diferente.
Históricamente, diferentes corrientes de pensamiento nacen desde la Revolución Industrial (Inglaterra, seguida del desarrollo a nivel continental Europeo). Fue hasta la década de los años cincuenta del siglo XX, años de la posguerra que surge la escuela de la Teoría de los Sistemas; a la que siguen en evolución las restantes, durante las décadas de los 60’s y 70’s, en que Joan Woodward y Paul Lawrence proponen que no basta una sola escuela, sino una suerte de interacción entre varias, según la situación particular de una empresa dada. En la actualidad existe una visión más completa e integradora y realista de gestión empresarial.
Bajo esta perspectiva, afrontar un problema desde la Administración, parte de una premisa básica: se atacan los problemas, no las personas. Y aquí comienza la diversidad posible de enfoques. La época inicial o primaria del manejo administrativo surge de la estructura y dinámica militar. Mando vertical, unidireccional -de arriba hacia abajo- y estrictamente por tramos de autoridad. Esquema que funcionó en la era pre y durante las guerras. Al término, con la expansión industrial post-guerras, se va imponiendo la estructuración por departamentos y áreas especializadas. Llegada la ola de la globalización, se impone el esquema horizontal de organización, imponiendo un esquema dialogal y de intercambio entre sectores y áreas especializadas. La Era de la Informática impulsa este arreglo, haciéndolo cada vez más “democrático”: los departamentos “se hablan” e intercambian modos, tiempos y productos semi-terminados para procesar. IBM, Apple, Windows, Google, Amazon, Tesla, etc. Son ejemplos prototípicos de este enfoque tecnológico.
Al tradicional enfoque de DRH, desarrollo de recursos humanos, que potencia las habilidades, destrezas y conocimientos de los agentes productivos; se añade un nuevo eslabón: “la consultoría de procesos”. Punto nodal de la gestión empresarial o de gobernanza. ¿Cómo articular, manejar o intervenir una unidad productiva? Simplemente dicho, enfocándose al diagnóstico y correcto funcionamiento de “sus procesos”.
¿Hacía falta destruir un Poder Constitucional del Estado Mexicano, para “regenerarlo”?
Absolutamente, NO. A la grave acusación y denuncia de “entidad corrupta e impune, al servicio de la oligarquía rapaz”. Era sólo menester de aplicar, con método científico, y “humilde conocimiento de causa administrativa”, un examen serio y a profundidad de “consultoría de procesos”, para arrojar evidencia de en dónde, cuándo, con quién y en qué tramos de mando, se hacía verdad esa hipótesis rasante, para inducir el cambio de procesos y, en donde hubiera lugar los actos de intervención de autoridad necesarios para su cambio y buen funcionamiento. ¿Entonces? Las fiebres y sudores que estamos padeciendo son algo más que abstruso, absurdo e inútil. Una falacia colosal, y un embuste de poder político desmesurado, antihistórico, y sí, absolutamente risible. [email protected]