Día Mundial del Veganismo: Ética y Política para un mundo posible | Ambientalistas por: Sergio Reyes Ruiz - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Ambientalistas

Día Mundial del Veganismo: Ética y Política para un mundo posible

El 1° de noviembre de hace 5 años, escribí en este espacio el artículo “Día Mundial del Veganismo: ni dieta ni moda, sino ética y política” en ocasión del 25° aniversario de la efeméride y del 75° aniversario de la fundación de The Vegan Society. Un lustro y una pandemia después, en plena emergencia climática, el veganismo como ética y política cobra fuerza como la alternativa que tenemos para seguir viviendo en este planeta.

Crónica de una pandemia anunciada

En 2020, el mundo se sintió sorprendido no sólo por la pandemia del covid-19 sino por las consecuencias sociales y económicas que trajo consigo. Confinamiento forzoso, cubrebocas obligatorios, tasas de ocupación hospitalarias, índices de contagio y mortalidad, entre otras nociones, saltaron inmediatamente del debate mediático a la cotidianeidad. Pero para muchos no era ninguna sorpresa o novedad. En México, por ejemplo, tuvimos unos años antes un ejercicio más módico pero similar: la gripe porcina AH1N1 trajo cancelación de eventos, reducción en la movilidad, impacto en el sistema de salud y uso de cubrebocas. Y en muchos medios, incluso revistas de divulgación científica, ya se hablaba de la certeza de una próxima pandemia, con características aún por definirse. ¿Se trataba de una conspiranoia ambiental? No: simple y sencillamente, la manera irresponsable en que nuestros sistemas de producción de alimentos de origen animal operan hace que la aparición de emergencias sanitarias sea inevitable. Pasó antes del covid-19, pasó en el covid-19 y ha seguido pasando después, como lo ha documentado la Fundación Franz Weber

La bala nos pasó rozando

Pero si ya ha pasado y sigue pasando, ¿por qué no hacemos nada como sociedad? Porque es un riesgo calculado. Tenemos la certeza de que todos los días habrá muertes en accidentes de tránsito, es más, sabemos el rango de vidas que costará cada día. ¿Dejamos de conducir y paramos todas las travesías? No, porque, como sociedad, hemos decidido que nuestro ritmo de vida y nuestro trajín socioeconómico puede costearse esas muertes, estadísticamente marginales, y hemos puesto y mejorado medidas para aminorar ese rango de daño colateral para que sea aún menos significativo. 

Con los sistemas de producción de alimentos de origen animal y las zoonosis pasa algo similar: sabemos que habrá transmisión de enfermedades entre otras especies y la nuestra, y que la manera en que hacinamos, maltratamos y ponemos a los otros animales auspicia la aparición tanto de conocidos como de novedosos padecimientos, pero también sabemos que la probabilidad de que una enfermedad no pueda contenerse y cunda globalmente es lo suficientemente baja como para despreciarse en aras de mantener nuestro ritmo de vida y nuestro trajín socioeconómico. Pero, claro, muy poco probable no significa imposible, y eso sucedió a finales del 2019. Tuvimos una dosis de mala suerte combinada con una dosis de mucha fortuna: sí, vivimos un episodio global que nos trastocó en muchos sentidos, pero pudo haber sido mucho, mucho peor: la pandemia del covid-19 desnudó que ni local ni globalmente estamos preparados para una emergencia así, ni en lo tecnológico ni en lo social, y un virus con una mayor capacidad de contagio, mayores tasas de mortalidad y letalidad, y mayor periodo de incubación asintomática hubiera fácilmente cobrado un tercio de la población humana mundial, algo así como 2 600 millones, muy lejos de los 13 millones que oficialmente cuenta la Organización Mundial de la Salud. Este ritmo de consumo y producción es, pues, insostenible en el tiempo, pues el riesgo que hay que calcular no es para nada marginal o insignificante.

Escenario insostenible e insustentable


Independientemente de las definiciones que se usen de los conceptos de sostenibilidad y sustentabilidad, la producción de origen animal no cumple ninguna, y menos con las estimaciones del crecimiento poblacional global. Financieramente hablando, no hay futuro por esa vía, pues los precios de dichos productos son artificiales: los subsidios directos e indirectos, por un lado, significan cada vez demasiada carga a los erarios y, por otro, la externalización de costos hace que en el precio final que paga el consumidor no se reflejen costos que terminan pagando ecosistemas y comunidades humanas, tanto presentes como futuras; conforme los costos se vayan reflejando en los precios y las alternativas sigan mejorando en términos nutricionales, gastronómicos y económicos (por no hablar de la preferencia del público consumidor por opciones éticas), ese mercado se irá acotando, como el de la leche, por ejemplo, que ya acusa en varios países ese comportamiento. 

Ambientalmente hablando, la tendencia también es clara: los estudios académicos y científicos sobre el tema señalan la necesidad imperiosa de disminuir la producción y consumo de bienes de origen animal para aspirar a cumplir los mínimos rangos de los escenarios climáticos menos negativos. Además, cada año avanza el Día del Sobregiro Planetario (fecha en la que nuestra civilización ha agotado los recursos calculados para ese año); este 2024 fue el 1° de agosto, es decir, estamos usando 5 meses enteros de recursos tomándolos prestados de la siguiente generación (estamos viviendo de la tarjeta de crédito, pues, y cubriendo sólo el mínimo a pagar, la deuda se nos incrementa vertiginosamente).  El alto impacto ambiental y la gran cantidad de recursos que esta manera ineficiente de proveer alimento precisa, necesitaría varios planetas Tierra para sostenerse, pero resulta que sólo tenemos uno. 

El veganismo como herramienta política

El veganismo como filosofía, como postura ética y como proyección política, brinda los elementos para diagnosticar la problemática desde distintos ámbitos y proponer cambios y transiciones no sólo en términos de justicia socioambiental y respeto por la comunidad de la vida a la que pertenecemos, sino también en los planos de la eficiencia, la eficacia, la sostenibilidad, la factibilidad y la sustentabilidad. Desde Movimiento Ambiental y en conjunto con la Universidad Autónoma de Aguascalientes, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el Grupo Interdisciplinario de Derecho Animal y la Universidad Autónoma de Zacatecas, hemos realizado ya 21 sesiones del Seminario Permanente de Ética Ambiental y Animal en el que, mensualmente, se tratan temas distintos orientados a trazar caminos de cambio civilizatorio tan pertinentes como necesarios desde su análisis hasta su promoción. Y con gusto vemos cómo las células de debate y deliberación paralelas a este esfuerzo van emergiendo para, muy seguramente en un futuro próximo, poder componer un tejido de impulso, gestión y cabildeo político que termine de decantar las causas que comenzaron como murmullos sociales e inquietudes cívicas y que se han ido consolidando tanto en el esfuerzo del activismo como en el corpus académico y científico. 

El veganismo materializa un panorama de solución a causas y consecuencias de la problemática socioambiental actual no sólo los términos del análisis empático, sino también del desglose objetivo, de la deliberación bioética y de la proyección geoestadística. A 30 años de celebrarse el Día Mundial del Veganismo y a 8 décadas de fundarse de The Vegan Society, el veganismo se ha consolidado no sólo como una postura ética y política, sino como una filosofía necesaria que da explicaciones suficientes y propone alternativas asequibles para un mundo posible.


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