Cronista del municipio de Aguascalientes
La remodelación de la plaza… No recuerdo si el proyecto fue sometido a la consideración del respetable, ya fuera el colegio de arquitectos, o de ingenieros, o de urbanistas, o de…
No recuerdo si ocurrió esto y si se propusieron modificaciones y estas fueron aceptadas, etc., aunque lo dudo… Conociendo los usos políticos de la época, la forma como se gestionan las cosas por acá. (Acepto que me contradigan).
Lo que sí recuerdo es un trío de cosas: 1: En la perspectiva del proyecto, el derribo del edificio de la esquina de Nieto y la plaza; el que se aprecia en la imagen, venía al caso para liberar el Teatro Morelos de ese obstáculo visual, dado que era más alto que el coliseo. Un ejemplo de lo que quizá se pretendiera alcanzar se observa en una vieja fotografía en la que claramente el edificio anterior era de un solo piso, y detrás, al fondo, se veía el teatro.
Unas imágenes más antiguas, en las que desde luego no se aprecia el teatro puesto que todavía no se edificaba, son las denominadas El interior de Aguascalientes, de Carl Nebel, de 1839, y el Paso del Viático, de Daniel Thomas Egerton, de 1840. Ambas muestran en el lugar del edificio derrumbado en 2014 el denominado Portal de Jesús.
Por otra parte, derribar esta edificación significaba alterar el trazo de la plaza; el denominado paramento. Entonces, cualquier cosa que se hiciera debía conservar este, por lo que se ideó el tejabán de las jacarandas, que además emulaba, al menos en el trazo y la altura, al virreinal Portal de Jesús.
2: La demolición fue criticada con el argumento de que se estaba destruyendo un edificio que formaba parte del patrimonio arquitectónico. En realidad la construcción había perdido su valor estético cuando fue sometida a una profunda restauración, durante la administración del gobernador Miguel Ángel Barberena.
Ignoro a quién pertenecía el edificio, pintado de blanco, pero albergaba oficinas de abogados, un café de chinos y, lo más interesante, la terminal de los Ómnibus de México. Había ahí una sala de espera, un mostrador, y un espacio para que los autobuses entraran a los bajos del edificio. Era este un espacio de unos 20 o 30 metros de largo, en el que cabía el autobús, de tal manera que en el poco probable caso de lluvia, el viajero podía desembarcar o embarcar sin mojarse. Antes hubo ahí unas bombas para surtir gasolina.
Al inaugurarse la Central Camionera, el 13 de mayo de 1967 los autobuses “Flecha Roja” dejaron de llegar a ese lugar pero el local siguió operando, como oficina de paquetería y venta de boletos.
Esta última se realizaba con un sistema muy de época… Lo atendía una señorita de muy buenas maneras, ya mayor. Llegaba uno y solicitaba un boleto para viajar. Entonces ella llamaba a la central para informarme si había lugar. En caso positivo pedía el bloqueo del asiento pedido, fecha y hora. Colgado el teléfono, tenía a la mano un talonario en el que escribía, en los espacios correspondientes, la información sobre el destino, la hora y el asiento…
Digo que no sé a quién pertenecía el edificio. En todo caso el Ejecutivo estatal lo adquirió para albergar diversas oficinas. Los balcones fueron delineados, perdiendo de esta forma su característica de Art Deco y, peor aún, el espacio abierto de la terminal desapareció para dar cabida a las oficinas de la delegación de la Secretaría de Relaciones Exteriores. También desapareció el Restaurante San Francisco, café de chinos que regenteaba el chino eetoy.
3: Los inquilinos, o por lo menos algunos, se opusieron a las obras, dado que significó ser desalojados de los locales que ocupaban, una tienda de artilugios ortopédicos, una dulcería, una chocolatería, y no recuerdo qué más, y lo hicieron saber colocando mantas en las fachadas, y a lo mejor llevaron a cabo alguna resistencia legal; no tardó mucho para que comprobaran que toda resistencia fue inútil.
Esto último fue en el lado de la plaza y en la calle Nieto. En el otro lado estaban la legendaria Nevería Los Alpes y un conjunto de departamentos. También hubo ahí un negocio de fotocopias y reproducción de documentos gubernamentales. En el lado poniente del teatro estaba un edificio de dos pisos, sin gracia alguna y en la esquina otro que primero fue un gran comercio de blancos, y luego oficinas del IFE, y después nada… En la esquina de Nieto y Galeana estuvo la casa del eximio doctor Rafael Macías Peña y de su distinguida esposa, la señora Matilde Arellano. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected]).