En el marco del 60 aniversario del Odin Teatret, estuvo en Aguascalientes el director y teórico teatral Eugenio Barba junto con la actriz Julia Varley, para impartir talleres, conferencias y hasta una función de cine con el fin de conocer a esta legendaria compañía de Dinamarca. Tuvimos la fortuna de entrevistar al maestro Barba y esto fue lo que nos comentó.
Maestro, para nosotros es una experiencia tremenda, para quienes amamos el teatro, de tenerlo aquí por primera vez en Aguascalientes.
El reconocimiento es para Teatro Boel que tiene ya una trayectoria aquí y por traernos a Julia Varley y a mí durante cuatro días, un trabajo muy intenso.
Es un gran logro que estén aquí, ustedes viajan mucho y ahora festejan 60 años del Odin Teatret.
La primera vez que venimos a México fue en 1975, porque la televisión mexicana hizo un programa que duró dos días y había varios invitados entre ellos Jerzy Grotowski y yo, fue la primera vez que vine a México, también se publicó mi libro Las islas flotantes por parte de la UNAM, el cual fue muy aceptado. En 1984 nos invitó el director Bruno Bert, crítico teatral y dramaturgo, a un festival de Zacatecas. Asimismo, Edgar Ceballos, editor, publicó varios de mis libros, por lo que hemos regresado a México muchas veces.
Acerca de Grotowski, quien además de ser su director, su maestro, fue su amigo, ¿qué influencia tuvo él en su compañía?
Grotowski tuvo una biografía muy interesante, él comenzó como actor, después se dio cuenta que era mejor como director y logró literalmente desmoronar toda la estructura teatral, así como hacer la separación entre actores y espectadores; es decir, la manera de poner en escena lo que llamaban “Los dos conjuntos”, el conjunto de los espectadores y el de los actores, esto fue de 1959 a 1969 y cuando estaba en la cumbre del éxito decide no hacer más teatro. Grotowski ha hecho muchas cosas de búsqueda, pero no tiene el carácter teatral, es decir el teatro solo existe si hay espectador y su búsqueda fue una técnica actoral como una especie de yoga que no estudia al espectador. Así que esa parte aunque sea muy interesante no estaba dentro del campo de mis obsesiones o intereses, porque para mí siempre el espectador fue el objetivo del teatro, cómo ves al espectador, despertar esa capacidad del actor y transportar al espectador a otras dimensiones en lo mental y emocional.
Esto de los espectadores es algo muy del Odin. ¿A qué tipo de espectadores se dirigen ustedes? ¿Hay varios tipos de espectadores? ¿Cuál es la diferencia entre público y espectador?
El término “público”, es general, sociológico. Con referencia al espectador, es usted y soy yo, son identidades muy diferentes, biografías muy particulares que llenan cada una con su expectativa, con su carga de experiencias, de conocimiento y cada espectador reacciona de manera diferente al espectáculo. Si hablas de público es aplastar la calidad de lo que constituye la gran riqueza de la experiencia teatral, es decir, la reacción personal que se vuelve la circulación mental y emocional de un individuo. El Odin siempre actúa con un número muy limitado de espectadores. Ahora estamos por presentar el estreno de un nuevo espectáculo que se llama Las nubes de Hamlet y lo presentaremos en la Universidad Iberoamericana el 10 de octubre, será un estreno para 90 espectadores, para tener toda la sistematización de la relación entre los actores y espectadores, con el fin de conservar y preservar una especie de intimidad, además de tener una cierta distancia, ya que con mayor número de personas la comunicación se vuelve más débil y el espectáculo pareciera como si usted viera la televisión a distancia. La característica del Odin es dirigirse a un número muy limitado de espectadores, pero también hemos hecho teatro de calle y ahí se puede entablar relación con los peatones, personas anónimas que de pronto encuentran al teatro y pasan de ser personas que se están trasladando a un lugar y se transforman en espectadores.
Maestro, estos 60 años del Odin Teatro ¿qué le han permitido ver? ¿Cómo se hacía el teatro en los inicios del grupo de su compañía y cómo se hace ahora?
Ha sido una gran transformación, entre 1958 y 1959 cuando yo comencé a interesarme en el teatro, al comienzo había solo un único tipo de teatro que se hacía en edificios teatrales, los actores aprendían en una escuela teatral y presentaban textos de autores, no había otra situación o realidad teatral, después de 1968 se desmoronó todo eso y surge una generación que llegó al teatro, no considerándolo como un vehículo para su vanidad personal o como instrumento ideológico o político sino que ellos pensaban en transformar la sociedad y surge una constelación con sus espectadores y técnicas particulares, sobre todo con objetivos diferentes. Hay espectáculos de gran calidad y que son solo diversión, asimismo, otro pequeño grupo intenta ser profundamente experimental, pero no tiene esa calidad técnica, fundamental en el momento que se encuentra con el espectador. La situación en la cual estamos hoy es que los teatros están en la mano de quien lo hacen, el teatro es quien lo hace.
Me llamó mucho la atención lo que comentaba en su conferencia, con los estudiantes, “no hay que decir qué es el teatro sino quién es el teatro”, porque regularmente nos referimos a qué es el teatro.
Sí, el teatro es el edificio, de manera aceptable es un texto, pero sabemos que ya se hacen espectáculos sin texto o que se inventan el texto en el recorrido de los ensayos, hoy es completamente diferente de como se había pensado, hoy está presente en las cárceles, hospitales psiquiátricos, en la lucha contra la violencia hacia las mujeres, el teatro es otra manera de enfrentar la realidad y reaccionar no de manera violenta, sino con una disciplina que se podría llamar artística. Yo diría que es un descargador de rabia que existe alrededor de nuestro entorno social.
¿Hace falta que se haga ese tipo de teatro en las universidades?, ustedes que han impartido cursos y talleres en varios países.
La universidad son los profesores que enseñan, hay universidades que son seminarios para la vergüenza cuando se habla de teatro.
Maestro, de estos 60 años ¿qué momentos destaca del Odin Teatret?
Cuando comencé nunca había imaginado convertirme en lo que soy, ya tengo casi 90 años, ha sido mi vida, mucha lucha. No se puede solamente ganar dinero haciendo espectáculos para 90 espectadores, sino que toda la energía de producción se ha vuelto a organizar cursos didácticos, encuestas sociológicas, presentar nuestro trabajo en teatro de calle, en las cárceles. He estado con todo eso tan ocupado que no he reflexionado sobre el tiempo que ha pasado, a pesar de que mis hijos me dicen que ya descanse, pero aquí me encuentro.
El Odin es inspiración para muchos jóvenes que ahorita tienen esa inquietud de hacer teatro y que lo toman como una forma de vida.
Sin duda, es tener una categoría teatral que usted menciona, yo lo llamo el “tercer teatro” como una gran diversidad en esa constelación de manifestaciones teatrales o subculturas, una es la del teatro tradicional, de arte, que conocemos desde siglos, que presenta espectáculo de alta calidad, un conjunto que permite a los mismos actores que durante todo el año trabajan juntos, o compañías que organizan espectáculos reconocidos y ayudados por el estado. También están los teatreros que están interesados en la experimentación, en la vanguardia, sobre todo en la lucha, en la oposición antagónica con el teatro de tradición, de arte. Toda esa constelación de jóvenes o grupos pequeños que duran un año o seis meses y que llamo el tercer mundo, y en realidad son la mayoría de los espectáculos que acontecen en el planeta, así que me doy cuenta de pertenecer a ese tercer teatro, yo soy autodidacta y sobre todo aprender a todos estos tipos de producción teatral y abrir muchas posibilidades.
¿Qué experiencia tuvo en su estancia por Aguascalientes con estudiantes, con maestros, con profesionistas de este arte?
Para Julia Varley y para mí fue como una especie de shock, María Elena Ibarra y Berk Türk ya nos esperaban, ellos habían participado en una residencia de casi dos semanas con el Odin y se conocieron allá y de ese encuentro surge una relación, él es de Turquía, y cómo el Odin cambió la vida de esas dos personas. Nos confrontamos a la responsabilidad de lo que hacemos, de lo que puede tener consecuencias radicales en los espectadores. Estos días han sido de grandes movimientos a nuestro alrededor, muchas emociones.
Muchas gracias por la entrevista, maestro, fue un placer platicar con usted.