La Convención Militar Revolucionaria de Aguascalientes tuvo lugar entre el 10 de octubre y el 12 de noviembre de 1914, en el Teatro Morelos de esta ciudad. Digamos que fue un intermedio en la revolución de 1913-15, es decir, entre la guerra emprendida por el Ejército Constitucionalista en contra del Ejército Federal, y la guerra entre las facciones revolucionarias, carrancistas versus villistas y zapatistas.
Su objetivo fracasó, teniendo en cuenta que no evitó los cruentos encuentros armados conocidos como La Batalla de Celaya, ocurridos entre mayo y julio de 1915, y que significaron la derrota de la División del Norte y el triunfo carrancista.
Quizá no fuera para menos, dada la pobre tradición democrática del país, y la todavía más pobre práctica del diálogo; la reflexión y la negociación.
Por eso, a despecho de este fracaso, pasó a la historia como uno de los primeros intentos por alcanzar acuerdos mediante el diálogo. Fue, como el título de la serie radiofónica que Radio Universidad produjo en 2014, “Palabras contra metralla”. Por eso, en un lado pondremos todas las batallas, los cañonazos, y en otro la convención. En un lado las armas, en el otro las ideas; las palabras.
Para la Historia de la Revolución, este fue uno más de una serie de episodios, como el triunfo de Madero sobre Porfirio Díaz, el caótico gobierno del norteño, que culminó en el golpe de Estado, y el asesinato del presidente; como la serie de batallas que desembocaron en la renuncia de Huerta, la destrucción de la División del Norte, el Congreso Constituyente y un largo etc.
Pero para Aguascalientes es el gran acontecimiento de la Revolución, un importante elemento de nuestro imaginario, fuente de diversas expresiones. Nombres de calles, de escuelas, estudios, obras de teatro, novelas, discusiones públicas, gloriosas celebraciones anuales, pinturas murales, obra pública, etc.
Pero algo quedó en el imaginario nacional; algo. No en el de la historia según el PRI, o del PAN, si lo tuvo, o de MORENA; no en el imaginario de la historia que ellos interpretan y administran, sino en el de los neozapatistas. En 1994, en plena efervescencia de aquel “y venimos a contradecir” -para usar la expresión de Arturo Warman en su libro sobre el zapatismo- la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio; el ingreso de México en el moderno primer mundo.
Vinieron a contradecir esta visión de las cosas en nombre de los millones de personas que transitan por esta vida en una situación de pobreza y atraso.
Digo que en plena efervescencia de esta sacudida, el ejército enmascarado convocó a una reunión que llamó Convención Nacional Democrática, en una zona de territorio chiapaneco rebelde que nombraron Aguascalientes en evocación de lo ocurrido en esta ciudad 80 años antes, y en la que “se discutió la posibilidad de crear un gobierno de transición que se comprometiera a abrir más espacios de deliberación política y proyectos dirigidos a romper con la relación paternalista y opresora del partido del Estado con miras hacia el reconocimiento de la autonomía indígena”, según señala Martha Avalos Peláez.
La imagen corresponde al acto conmemorativo del centenario de la Convención, encabezado por el presidente de la República, que tuvo lugar el 10 de octubre de 2014, en el Teatro Morelos. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected]).