PUYAZOS - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Bien poco o nada interesante puede resultar para el común lector la vida, hasta hoy de 37 años, del que esto escribe; aunque el imprimir algo de ella se puede justificar cuando se califica con duda cierta parte de su integridad moral, ducto directo para que la hesitación sea ofensiva.
Inicié a juntar letras y a través de este ejercicio a mandar mensajes taurinos –de mucha, regular o mala calidad-, cuando tenía diez u once años y acababa de iniciar la educación secundaria. Por ahí en un boletín que editaba la alcaldía de Ojuelos de Jalisco vi con incontenible satisfacción mi primera planilla. Ya en la formación preparatoria seguí firmando cuartillas en el mural mensual del Seminario Diocesano de Aguascalientes y en alguna revista de circulación nacional. Sin embargo no fue hasta el año 2000 en que pude formalizar mi contrato personal hacia las letras, cuando recomendado por el ganadero Don Fernando Topete, el galeno Juan José de Alba y el señor Fernando Ojeda, maestro de charrería, puede empuñar un micrófono radial y de ahí, gracias también en mucha parte a Juan Manuel Díaz Andrade, comenzar a escribir de temas charreriles – arte maravilloso y arcano, también hurtador de mis pasiones- en el diario local El Sol del Centro. Aquel espacio tenía diseño de escalón y de él subí a escribir de toros, una de mis verdaderas aspiraciones en los medios masivos. Posteriormente logré fundar “Oro, Seda, Sangre y Sol”, proyecto taurino radiofónico que ahora tiene pastel de nueve años ininterrumpidos.
De tal desembocadura este día puedo platicar que en la fiesta brava como “juntador de letras” tengo un palmarés de nueve o diez años. Agradezco hoy a todos aquellos que siguen mis breves ensayos o notas por dejar éstas algo de utilidad a la masa del criterio y generar polémica que como objetivo central tenga el radar detector de la verdad, y compadezco a los que consideran que mi labor literaria es insustancial, parcial, tendenciosa o ingrata, pero que sin embargo me siguen leyendo, ya que no existe más desgracia en el hombre que practique un ejercicio que no le satisface y lo siga haciendo, con ello provocando algo que solo tiene la marca de la idiotez humana, como es el absurdo.
En este tiempo dentro del atlas taurino he visto personas de todos estratos, condiciones, cultura, moral y educación; he sido, sin quizás merecerlo, halagado; en contra partida he recibido rostros plenos de surcos que forman arrugas duras, me han amenazado y hasta agredido.
He sido testigo presencial del juego de toros formidables, también de bovinos vejados en su casta y presencia, de medios días en tientas al amparo de añosas plazas campiranas y casas vetustas -por la cortesía de los criadores- y del hacer de toreros mediocres, mediáticos e ineptos, del de otros iluminados, sobrados de arte y temperamento, que me han hecho sentir en la energía del cuerpo de mi ánimo la lumbre deshacedora de la pena ajena o la emoción divina que lleva hasta el desmayo sutil, compuerta del mundo de sortilegios, respectivamente.
De ellos he escrito según el lineamiento de mi escala de valores, sin mediar un desayuno o comida que pudieran ser el precio de mis lisonjas, apoyado en lo que tengo tasado como criterio en vías de desarrollo, siempre procurando no ser influenciado por amistades mal entendidas, presiones de compromisos cualesquiera que sean o preferencias personales.
Tengo de mi parte la sagrada ley que como humano me da licencia de equivocarme, sin embargo nunca escribiré alabando algo como bueno a sabiendas de que es malo o viceversa. No puedo decir polo norte cuando lo que cubre el paisaje es la piel del desierto. Hay evidencia.
He recibido, contadas ocasiones, algún boleto de cortesía –cuatro o cinco en la década que tengo como cronista, incluyendo algún pase de la Oreja de Oro- pero nunca, y en esto me valla la visa al cielo o al infierno, he recibido un solo medio centavo ni de empresas, toreros, apoderados o peñas para venderme y/o mucho menos prostituirme. Si entro al callejón de un coso es porque ejerzo mi libertad y mis garantías como reportero del diario La Jornada, no porque me venda o porque a los organizadores les limosnee de modo miserable tal pase. Puedo económicamente, hasta hoy, comprar un boleto cuando así se requiera.
Esta columna de Puyazos, dedicada a la crítica principalmente, inició en el Sol del Centro, pasó luego a la Jornada y por extensión, gracias al director y demás compañeros de pluma, aparece en noticierotaurino.com.mx e inter-toros, página ésta que da la hermosa oportunidad a los aficionados para que puedan expresar su sentir. Ellos son lo más importante. Lo que se escribe es para que sea leído, luego criticado, evaluado, aprobado o reprobado por ellos; para este tinterillo será bienvenida cualquier crítica o comentario positivo o negativo de orden taurino, empero hay una frontera que si es pasada se le faltará al respeto al perfil personal y moral. Más aún cuando no se tiene la argumentación en refractario diáfano. En los códigos del honor quien acusa y no da el rostro con pruebas es tomado por cobarde.
El que calla otorga, dice la voz de Dios.
Ante la imposibilidad de poder abrir una vertiente personal y directa al diálogo con los aficionados, hoy taurinamente hago público el ardiente deseo de que si alguien, como el que firma con el nombre de Luis Rangel en la nota de la corrida de Jesús María, tiene la prueba de que esta empresa o cualquier otra me ha “comprado”, en periódico, televisión o radio lo aceptaré como caballero que soy. En los medios taurino y charro, sobre todo de Aguascalientes, la mayoría me conoce. Los sitios que frecuento son públicos, incluso los domingos en Ciudad Universitaria a las dos de la tarde estoy de cuerpo y alma.


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