Nada nuevo resulta constatar en cada pasaje histórico que la pugna por el poder lleva a exterminar al enemigo más débil. Por el control territorial o el aseguramiento de abasto de materias primas se han desarrollado métodos para sujetar pueblos enteros al servicio de quienes se imponen.
La muy reciente moda de defensa de los derechos humanos -¿qué son 60 o 70 años en la historia?- no deja de ser una naciente y aún muy incompleta colección de buenos deseos para una raza humana forjada sobre la violencia del patriarcado, el feudalismo y, más recientemente, el capitalismo salvaje.
Controlar el agua, los alimentos, en fin, los elementos fundamentales para la supervivencia de los pueblos sojuzgados, fueron prácticas básicas que se han perfeccionado con el transcurso del tiempo. Azuzar rivalidades entre facciones del pueblo vencido creando bandos enemigos y surtir de armas a ambos, son prácticas que eliminaron las incómodas tareas de la esterilización y del exterminio al estilo nazi, o a la Buffalo Bill de “el mejor indio es el indio muerto”. El control de los medios de pago –el monopolio de la emisión de dinero-, la sujeción cultural, la incitación a la mediocridad y ensalzamiento de la banalidad son métodos que se filtran por la selectiva comprensión de los derechos humanos, de manera como ya no puede hacerlo la descalificación étnico-racial. Mientras, el grueso de la población domeñada, desconociendo las implicaciones de la estricta observancia de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, acepta mansamente el control de su cuerpo a través de lo que ingiere, como alimentos, medicinas y contenidos mediáticos. Esta mansedumbre refuerza el poder económico de quienes colonizan su voluntad.
Dos notas resaltan esta semana el brutal dominio al que se ha sujeto a la humanidad. Por un lado, la gobernadora del estado de la Unión Americana, Carolina del Norte, Bev Perdue, condenó el programa de esterilización que se condujo en su estado décadas atrás, ofreciendo disculpas públicas y la promesa de compensar económicamente a las víctimas.
Como resultado de una política de Estado, los programas de esterilización buscaban la limpieza étnica, como lo proponía el movimiento eugenésico norteamericano de las primeras décadas del siglo XX. También eran parte de una propuesta de política para el control demográfico, para combatir la pobreza y para racionalizar los gastos sociales del Estado. Consistió también en una forma de solucionar económicamente lo que previamente había sido definido como males o fallas sociales; entre estos no solo se incluía a las razas indeseables, sino también a los discapacitados, a los homosexuales, y a cualquier persona clasificable como degenerada o no apta para la convivencia social, o que constituyera una carga innecesaria para el erario público. No obstante la disculpa, nada se aclara respecto a si aún prevalece el movimiento eugenésico.
La otra nota se refiere al hecho de que productores de frijol afiliados al Frente Democrático Campesino tomaron y cerraron por tiempo indefinido las oficinas de la delegación de SAGARPA en Chihuahua, donde se aloja la dependencia Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (ASERCA).
La organización explicó su acción destacando el mal desempeño y el incumplimiento de ASERCA-SAGARPA con los campesinos del FDC. La no entrega de recursos a los campesinos pobres evidencia, una vez más, la falta de voluntad política de los funcionarios de dicha instancia a reactivar la producción campesina en aras del fortalecimiento de grandes empresas intermediarias, obstaculizando precios justos y alimentos sanos para los consumidores.
Dichas irregularidades en el programa de apoyos oficiales a la comercialización del frijol, que perjudican a los productores pequeños ya sus empresas comercializadoras, contribuyen a la sustitución paulatina de cultivos, favoreciendo la dependencia económica del país a los grandes monopolios globales de comercialización, financiamiento y abasto agrícola.
En 1974, el entonces Secretario de Estado de los EEUU, pero más conocido por su sujeción a los grupos de control financiero global, Henry Kissinger emitió el “Memorándum Estudio de Seguridad Nacional 200” (NSSM por siglas en inglés). Allí se establece que el “arma de los alimentos” sería usada para acabar con las poblaciones de 13 naciones seleccionadas estratégicamente, entre ellas Egipto, México y la India.
Destruyendo desde entonces la capacidad nacional de producción de alimentos y la seguridad alimenticia, el arma de los alimentos ha provocado hambruna a miles de millones de seres humanos. La dependencia de alimentos importados -a “precios de mercado”- nos ha obligado a exportar materias primas y mano de obra barata en busca desesperada por efectivo.
Mientras, la manipulación mediática nos entretiene con la figura de ciertos candidatos y partidos en la contienda electoral del domingo 3 de julio. Nos envuelve en la discusión sobre las implicaciones para el sainete electoral del 2012. Pero nada dice sobre la verdadera agenda, la de los dueños del mundo y sus marionetas, una de las cuales nos llevarán a elegir.