DE POLÍTICA, UNA OPINIÓN. La nueva estatura política del presidente Calderón. - LJA Aguascalientes
23/11/2024

 

Desde hace ya buen tiempo el presidente de la República, Felipe Calderón, ha venido mostrando una personal condición política, distinta de la del inicio de su administración; considero que es clara la evolución que está teniendo de su cualidad política en el ejercicio de la presidencia de la República.

Las condiciones políticas que se dieron cuando tomó posesión del cargo de presidente de la república, lo atraparon en un espacio reducido y con poco margen de maniobra para desplegar el poder político aplicado al cumplimiento de sus metas propuestas; el pequeño margen de diferencia de votos recibidos respecto del segundo lugar, Andrés Manuel López Obrador, el inútil y absurdo conflicto poselectoral alimentado por éste, y la posición interesada y abusiva que adoptó el PRI con características equívocas de “mediador” y de haber sido el “garante” de la legalidad que permitió que el nuevo presidente tomara posesión, tuvieron un efecto nocivo durante los primeros años de la administración.

Seguramente habrá discusión y debate acerca de si el presidente ya tiene el ejercicio pleno de la función presidencial, no obstante que a algunos, con frecuencia, nos gana la propensión de no conceder reconocimientos –aunque sean mínimos- ya que “todo está mal y no ha hecho nada bien”, o nos gana el prurito de que las cosas tienen que ir mal para sentirnos bien –ya que “somos oposición”-, o que algo lo dice o hace por mero favorecimiento a su partido político, etc. La evolución de la cualidad política personal de un gobernante en ocasiones se vuelve invisible, ya sea porque, en realidad, llegó ya a su techo de crecimiento personal y sigue manejando esquemas mentales anquilosados, o porque, ante la alta presión del ejercicio del poder político, no le queda margen para la transformación personal.

Un indicador que podemos utilizar para apreciar esta evolución personal de un gobernante es observar y escuchar su discurso político; ante acontecimientos de la vida de la sociedad, sean económicos o de inseguridad pública por ejemplo, siguen respondiendo a sus audiencias y a los comunicadores las mismas cosas y las mismas explicaciones que vienen diciendo desde hace años. Es decir, su visión y la lectura de la realidad no han cambiado, la siguen considerando igual, y dan la impresión de que están desconectados de ese acontecer novedoso que cada día muestra la vida de la sociedad.

El contacto cotidiano con la sociedad a través de ceremonias, eventos, audiencias, entrevistas, giras de trabajo, encuentros con sectores sociales, etc., es una gran ocasión para conocer y escuchar lo que la gente piensa de sí misma y de su vida, de su gobierno y de sus gobernantes, así como de los problemas que padece y de la necesidad de soluciones; el gobernante puede permanecer “intocado” por esa interacción con la sociedad cuando se aísla en su capullo de poder político, o puede procesar cambios en su persona al dejar que esa realidad social “le llegue” empáticamente hasta ser sensible y solidario de la vida de los ciudadanos y de sus problemas.

En el caso del presidente Calderón podemos encontrar campos de acción política y de gobierno en los que podemos percibir la evolución personal de su visión; de manera particular y como ejemplo señalo dos: el campo de las relaciones internacionales, en que ha llegado al punto de señalar al gobierno de los estados unidos y a la industria militar su responsabilidad y participación en los males que está viviendo nuestro país, y que ellos están teniendo un pendiente que no han atendido debidamente.

El segundo punto es en el combate a la delincuencia organizada y a su violencia: en el inicio de su administración habló de la guerra contra los delincuentes y contra el tráfico y el consumo de drogas; ahora considera que el combate es contra la violencia más que contra los consumidores de droga –con lo que tendríamos que aprender a convivir-, ya no son daños colaterales sino víctimas inocentes a las que hay que atender y apoyar, que si hay que pedir perdón por los muertos es necesario hacerlo por no haberlos protegido de los delincuentes, etc.

Ante esta evolución podríamos decir que sería insensato no cambiar ante la presión de la sociedad; es correcto, sin embargo, no siempre se tiene la disposición de cambiar, como podemos apreciar en los partidos políticos y las reformas legislativas necesarias, donde pareciera que, efectivamente, los tiempos de los legisladores no son los tiempos de la sociedad. La sociedad puede esperar hasta que los partidos políticos tengan buenamente y sin que los presionemos la disposición de atender los problemas de la sociedad.


Una transformación personal lleva en su aplicación a propiciar cambios en la forma de hacer política: el trato con los gobernadores de los estados, llamándolos a trabajar de manera conjunta –como fue en la pasada reunión del consejo nacional de seguridad pública incluido Marcelo Ebrard-; el realizar audiencias con grupos que le van a hacer fuertes denuncias del actuar de instancias del gobierno federal, como fue el diálogo en el Castillo de Chapultepec con el grupo y movimiento del poeta Javier Sicilia; el abrir el juego entre gobierno y partido político, dejando en claro tanto la libertad de secretarios de estado para aspirar a la candidatura presidencial, como de la separación elemental entre gobierno y partido; las necesarias alianzas para avanzar en la solución de problemas, así se tenga que dialogar con el sindicato de maestros, con perredistas o con priistas, etc.

El respeto a las diferencias políticas-partidistas no está siendo obstáculo para el trabajo de los programas federales en las entidades de la república; cada vez se habla más libremente de temas y asuntos que antes eran tabú, y hoy ya son nuevos espacios de coincidencia.

 


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