¿Buenas campañas o buen gobierno? Primera parte por Norma González - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Aunque el servicio civil en la administración pública data de la época de las monarquías ilustradas, fue en realidad a partir de la segunda guerra mundial donde el Estado y el manejo de su administración requirió de personal calificado para el orden y control de los asuntos del Estado.

En México, la necesidad de personal calificado para atender la administración pública, se fue dando en paralelo con el proceso de apertura política y procesos de democratización a finales de los setentas y principios de los ochentas.

Para los años dos mil, ya se contaba con mecanismos y procedimientos que permitían contar con una burocracia altamente calificada, además de los instrumentos de control que disminuyeran, en lo posible, el desorden y procesos de corrupción.

Pero en la medida que la competencia política se fue incrementando, se fueron dejando de lado estos procesos, ya que muchos de los gobiernos de todos los partidos empezaron a incorporar a los cuadros del partido que estuvieron colaborando en la campaña.

Los partidos políticos son maquinarias muy especializadas en campañas electorales, además de activismo político, la mayoría de los cuadros emergen del territorio, es decir, de los barrios, colonias populares, zonas rurales, etc. que llegan al partido por alguna demanda específica o por una aspiración a ser candidato y representante de su comunidad.

Generalmente son cuadros que tienen habilidades y conocimiento que nace de la acción social y política y su formación académica o técnica generalmente no es muy consistente.

Cuando un líder partidista o social se convierte en gobernante, para poder identificar de manera objetiva cuáles son los principales problemas de la comunidad que va a gobernar y el peso específico de cada una, además de las necesidades presupuestales para poder llevar a cabo un buen gobierno, requiere de apoyo y de conocimientos que generalmente no abundan en el partido o en los equipos de campaña y el candidato ganador enfrenta su primer desafío. 

¿Incorpora gente preparada que pueda dar respuestas técnicas a las problemáticas sociales que no tiene que ver con el partido, o incorpora a los cuadros más fieles que estuvieron en el rayo del sol con el candidato acompañándolo en todo el proceso de campaña?

El peso de esta decisión determina el futuro y el desempeño del ejercicio de gobierno. Llegar a conducir un territorio contando con una estructura burocrática que conoce los procedimientos y las vías más adecuadas y eficientes para poder desarrollarlas, pero que no es cercana al gobernante recién electo y que ha servido a otros partidos o al partido rival, ¿Será conveniente mantenerlos o es mejor meter a gente de su confianza, aunque no conozcan nada de la administración que van a conducir? Esta pregunta, aunque ya la conocemos, trataremos de desarrollarla en la siguiente entrega. 


@normglezz


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