En una ardua labor, María del Carmen Arellano Olivas compiló Obras seleccionadas, en donde se reúnen textos de varios géneros literarios escritos por el aguascalentense Antonio Leal y Romero. La edición es de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, se publicó en 2011 y el tiraje fue de 300 ejemplares.
El libro contiene una “Presentación”, escrita por la compiladora; un apartado de “Narrativa y poesía”, con prólogo de Alicia de J. Giacinti Comte; otro de “Ensayos”, con prólogo de Martha Lilia Sandoval Cornejo; uno de “Dramaturgia”, con prólogo de Armando Partida Tayzan del Colegio de Literatura Dramática y Teatro (de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM); y, por último, “Literatura para niños”, con prólogo de Carolina Castro Padilla.
Las tres prologuistas, con las que la compiladora integró un equipo de trabajo, son expertas en la literatura de Aguascalientes y han hecho suya la labor de construir una identidad cultural propia. Su interés parte de una pasión por la filología, dice Arellano Olivas, y “por eso, con desinteresado empeño hemos continuado con la labor de rescate de obras de escritores aguascalentenses desconocidos o poco conocidos, porque nos interesa que el lector común y corriente abra un espacio entre sus diarios ajetreos y establezca una comunicación profunda con las imágenes y las palabras de un pasado que aún está presente entre nosotros”.
El apartado de “Narrativa y poesía” está conformado por una novela: La señorita del galgo ruso; tres cuentos: “La Angustia”, “La conquista de la ilusión” y “Pastoril”; tres relatos: “Impresiones del camino”, “Sangre Mexicana” e “Impresiones citadinas”; y siete poemas: “Mi corazón está cerrado”, “Yo te amo vida”, “Sus manos”, “A la bien amada”, “La amada ha llegado ya”, “Canas mías Benditas” y “Canas mías benditas…”.
La señorita del galgo ruso es una novela corta escrita al estilo de finales del siglo XIX y principios del XX, en donde se mezclan diversas corrientes literarias: el costumbrismo, el romanticismo, el naturalismo y el modernismo. Está ambientada en Guadalajara y el tiempo de la narración es lineal. Los protagonistas de la historia son Fernanda y Roberto, la primera es una mujer rebelde que desafía las normas sociales, con un carácter contradictorio entre lo tradicional y lo moderno; mientras que el segundo es un enamorado de lo imposible, que trata de acercarse a su amada a como dé lugar. Giacinti Comte resalta los “momentos plenos de erotismo” que subyacen en la narración, aunque critica la solución forzada e inverosímil que se le da a la novela.
Respecto a los cuentos, menciona que los tres reflejan la ideología de Leal y Romero. “La conquista de la ilusión” muestra los principios morales y religiosos del autor, pues advierte a los jóvenes provincianos de los peligros que acechan en la gran ciudad. En “Pastoril” la acción es breve y rápida. “La angustia” es para Comte el cuento de mayor valor literario, narra toda la vida de una mujer marcada por la desgracia, en sus diferentes etapas, con una angustia in crescendo.
Los relatos “Impresiones del camino” y “Sangre Mexicana” son de tema religioso. El primero es la crónica de un viaje a Atotonilco, con el objeto de asistir a una profesión religiosa. El segundo narra la vida y el martirio de San Felipe de Jesús, el primer santo mexicano. “Impresiones citadinas”, por su parte, es un texto humorístico en el que relata su asistencia a una función de cine, pero “al hacer la descripción del cine y su localización, nos damos cuenta que está haciendo, con ironía cercana al sarcasmo, el retrato de toda una época de Aguascalientes”.
Los siete poemas que hay en Obras seleccionadas, están presentados en orden cronológico. Hay dos textos líricos en prosa: “Mi corazón está cerrado”, expresa el dolor de la primera traición amorosa; y “Yo te amo, vida”, es de tono optimista. Luego están tres poemas amorosos, que podrían catalogarse como poesía de circunstancias: “Sus manos”, “A la bien amada” y “La amada ha llegado ya”. El mejor poema para Giacinti Comte es “Canas mías Benditas”, que nueve años después el autor tradujo a la prosa poética “Canas mías benditas…” y expresa la emoción de saber que será padre.
El apartado de “Ensayos” contiene quince textos, escritos de 1926 a 1947, que el autor agrupó con el título Seres amados. EN LA OFICINA, primer subapartado, tiene cinco ensayos: “El filtro de barro”, “El teléfono”, “El rincón del olvido”, “La máquina de escribir” y “Las cuatro paredes”. EN LA CASA, segundo subapartado, tiene diez ensayos: “El laurel”, “La palmera”, “El retrato del abuelo”, “La jaula del canario”, “La sala”, “La mesa del comedor”, “El pozo”, “El corral”, “La huerta” y “Mi estudio”.
Los ensayos, para Martha Lilia Sandoval Cornejo, revelan la interioridad y algunos aspectos de la biografía de Leal y Romero. El autor seleccionó objetos cotidianos, tanto de su oficina como de su casa, para expresar sus pensamientos y sentimientos. Los objetos son para él seres amados, porque “los convierte en narradores de una historia familiar, personal y social”. La investigadora relaciona a Leal y Romero con Antonio Acevedo Escobedo y José Alvarado, por ser “un trío de escritores de textos breves, plenos de humor sentimental, que nos hablan de una veta ensayística, en cierto modo propia de la provincia”.
Respecto a “Dramaturgia”, aparecen cinco dramas. Con las alas rotas, El alma de antaño y Al fulgor de la hoguera, piezas reunidas bajo el título de Teatro para hombres solos, porque en ellas sólo participan personajes masculinos. Las dos restantes son Camino de la luz y Las dos épocas, que hasta ese momento permanecían inéditas.
Partida Tayzan menciona que la dramaturgia de Leal y Romero pertenece al posromanticismo y a la corriente del drama de costumbres hispánico. Están, como su obra en general, “signados por su visión de la moral cristiana”, “al seguir éstos los principios éticos y morales de los que fuera partidario”.
Con las alas rotas desarrolla la parábola del hijo pródigo en una ciudad de provincia. El alma de antaño muestra la preocupación por la educación de los hijos. Al fulgor de la hoguera expone, de nuevo, las preocupaciones morales y cristianas del autor, así como su admiración por el mundo aristocrático. Camino de la luz tiene presencia del posromanticismo y del modernismo hispanoamericano, el tema es el destino como fatalidad que conduce al protagonista a la muerte. Las dos épocas es una comedia en donde el autor se burla de las costumbres y comportamientos femeninos de la época.
Finalmente, en “Literatura para niños” está “La estrella de Belém”, “El príncipe Deseo” y “Epifanía”, así como los textos de fantasía escénica “La princesa que no tuvo corazón” y “El tesoro del Rey de los Genios”. Castro Padilla señala que, hasta la publicación de Obras seleccionadas, estos textos sólo los conocieron sus hijos, a quienes estaban destinados.
“La estrella de Belém” es un cuento de Navidad que descubre el valor de amar a los demás. “Epifanía” es la presencia de los Reyes Magos. “El príncipe Deseo” habla del amor entre el Mar y la Luna, y del hijo de ambos, el príncipe Deseo, que busca llegar a su amada, la princesa Ilusión. “La princesa que no tuvo corazón” muestra la lucha entre el bien y el mal. “El tesoro del Rey de los Genios” presenta las virtudes y los vicios que aquejan a la humanidad.
Obras seleccionadas de Antonio Leal y Romero es un volumen extenso, consta de 566 páginas, variado en cuanto a géneros y estilos. Ofrece un amplio panorama del ejercicio literario de un autor comprometido con abonar a la cultura de su estado. La invitación es siempre a leerla, para convencerte te dejo el siguiente fragmento de “El príncipe Deseo”:
Y en la noche, cuando el Mar se elevaba poco a poco en busca de caricias y ternuras y la Luna descendía blandamente del alcázar de plata, sellando su perdurable amor, como en la bella noche de sus esponsales, con la cálida delicia de un trémulo beso blanco, el príncipe Deseo y la princesa Ilusión, recostados muellemente en el anillo esmeraldino de Saturno, se extasiaban con las notas del concierto sideral, con la ronda de los mundos, con la luz de los luceros, con toda la sublime belleza del infinito, y embriagándose de amor se decían apasionados su ternura, se cantaban su querer, reían su felicidad.
Y cada beso de sus labios era una estrella fugaz, que signaba los espacios con su rúbrica de luz.