Juan Píldoras, oriundo de la capital zacatecana, es un adulto mayor de 84 años de edad, que dedica gran parte del tiempo a la atención de su tienda de abarrotes, la cual le da los ingresos suficientes para vivir al día, a la par de la pensión del bienestar que recibe del gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador.
De las cosas que tanto valora Juan Píldoras, es el apoyo incondicional de su esposa Felicitas Hortalizas, recibido por más de cincuenta años de casados, con quien procreara quince hijos (7 hombres y 8 mujeres), además de ser abuelo de cincuenta nietos y dos bisnietos.
Son tantas las pasiones que envuelven a Juan Píldoras que sería imposible enumerar cada una de ellas en esta columna, pero, sin duda, la más importante, es su pasión por la política; por Morena y Acción Nacional, partidos que ve con buenos ojos, no es para menos, del primero recibe su pensión del bienestar, en tanto del segundo, recibe “apoyos” en épocas de procesos electorales.
Sin embargo, recientemente esa intensa pasión que unía a Juan Píldoras con la política se vio quebrantada por la determinación del Tribunal Electoral de Zacatecas, al anular la elección de la capital zacatecana, donde en un inicio resultara ganador Miguel Varela Pineda, de la coalición “Fuerza y Corazón de Zacatecas” (PAN, PRI y PRD).
La molestia y decepción mostrada por Juan Píldoras ante la decisión del Tribunal Electoral de Zacatecas era evidente, apenas habían dado las 14:00 del día de tan desgarradora noticia, pa’ pronto cerró su tienda de abarrotes, se fue casi corriendo a casa para ingerir sus sagrados alimentos, cuando apenas entraba a su casa y en tono molesto gritaba -¡Vieja!, ¡Vieja!, ¡estos hambreados jueces del Tribunal Electoral destruyeron la elección de Miguel! ¡No es justo!, ¿ahora qué vamos hacer con las despensas que nos dieron? Ya no las tenemos -se contestaba el propio Juan Píldoras-. ¿Cómo le vamos hacer para regresarlas? -preguntaba una vez más con suma preocupación a su esposa.
Doña Felicitas Hortalizas, al ver la cara de preocupación y boca temblorosa de su esposo, le contesta tranquila y mesurada – Viejo, las despensas que recibimos del PAN, PRI y PRD, sirvieron para surtir la tienda, ya no se pueden regresar, todas se vendieron o qué viejo, ¿hablamos con los vecinos para que nos regresen lo vendido?- concluía Doña Felicitas con tono sarcástico.
Relajado, pero con unas cuantas lágrimas que rodeaban el rostro de Juan Píldoras, preguntaba a su esposa con voz entrecortada – ¿Vieja y la chingada democracia que tanto nos venden los gobiernos, para qué demonios sirve? – únicamente sirve para disfrazar gobiernos cercanos a la raza de cobre (refiriéndose así a los ciudadanos).
Con cierta sutileza Felicitas Hortalizas palmeaba la espalda de Juan Píldoras, al tiempo que le decía -Tranquilo, viejo, tranquilo, ya verás que nuestra patrona de Zacatecas y el Santo Niño de Atocha van a arreglar el desmadre que traen estos gobiernos, además debemos estar confiados en que gane otra vez el joven Migue, se ve inexperto, pero ya “chole” con tanto vato hambreado de la polaca, siempre son los mismos, los del PRD, PRI, PANAL y hasta los del Partido del Tucán-.
Nada convencido con las tiernas palabras de su fiel esposa, Juan Píldoras refutaba diciendo -Vieja, vamos a tener que salir a votar una vez más en domingo, día que ocupamos para darle gracias a la virgencita por los apoyos recibidos; para descansar en casa; para recibir a la familia; para ver la televisión, ¿tú crees que los licenciados del tribunal “ese” tomaron en cuenta nuestras ocupaciones dominicales? -No, vieja, ellos nada mas lo hacen por joder a la gente- la democracia simplemente no existe, recalcaba una vez más Juan Píldoras.
Sin dar oportunidad a su esposa de mediar palabra alguna, concluyó Juan Píldoras con una de sus tantas reflexiones matonas -Vieja, si a nosotros nos cuesta mantener al Estado con el pago de nuestros impuestos, imagina cuánto le costará al Estado disfrazar sus porquerías electorales de democracia, seguramente será un disfraz muy caro y bien elaborado para que los zacatecanos no nos demos cuenta de las marranadas que están haciendo, eso sí vieja, si hay otra elección voy a exigir más despensas para surtir la tienda-.
Y esa es la historia de Juan Píldoras, que como muchos zacatecanos, siguen consternados por la anulación de la elección capitalina, aunque seguramente para otros, es sinónimo de alegría y felicidad. Bendita democracia, sin ella no se podría votar dos veces.
Por cierto, Juan Píldoras, se ganó el apodo de Píldoras, ya que todos sus clientes decían que a Don Juan, le gustaba dorarles la píldora -expresión utilizada para conseguir algo- a sus propios clientes y vecinos, y sí, él como muchos otros políticos veía por sus propios intereses.